Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Reportaje

Cómo reponerse del más duro golpe

Mónica Lidón perdió a su pequeño Jaume cuando solo tenía tres años. Un lustro después, formada como experta en procesos de pérdida y duelo, se dedica a acompañar a otras personas que están pasando por una situación similar

Mónica Lidón posa con su libro 'El reencuentro será maravilloso'. m.mielniezuk

Hay veces que la vida se impone, lo pone todo del revés y te obliga a empezar de cero sin opción a capitulación. Es exactamente lo que le ocurrió a Mónica Lidón un 22 de abril cinco años atrás. "Perdí a Jaume cuando el pequeño tenía solo tres años y mi mundo no sólo se tambaleó, sino que se vino abajo de golpe. Hoy puedo decir, aunque pueda sorprender, que vuelvo a vivir de forma feliz y el recuerdo de Jaume solo me trae bonitos recuerdos", confiesa la joven con una dulce sonrisa que caracteriza su afable personalidad.

Cuando muere un hijo nada nunca vuelve a ser igual y el proceso de duelo se convierte en una montaña rusa a la que nadie está preparado para subir. Mónica perdió a su hijo de forma trágica e inesperada el 22 de abril del año 2014 y, a partir de entonces, ha transitado un camino lleno de intensas emociones: incredulidad, miedo, culpa, desesperación, rabia hasta llegar a la aceptación, calma y finalmente, la más pura felicidad. "Mucha gente se sorprende cuando le hablo de mi situación actual porque no entienden cómo es posible que me haya repuesto de una situación tan sumamente traumática. Siempre les explico que, después de haber estado hundida y gracias a un proceso de duelo muy duro, he conseguido reponerme y convertirme en la persona que soy hoy. Podría decir que he renacido", comenta Mónica y añade que, "ese es el final de la historia". Empecemos por el principio.

Mónica abraza al pequeño Jaume en un momento de relax.

El antes y el después

Antes de su pérdida, la joven Mónica era una madre protectora y preocupada de que todo estuviera siempre bajo control, cinco años después, se ha convertido en otra mujer. "Antes de la muerte de mi hijo me tomaba todo muy en serio, lo tenía todo planeado y juzgaba mucho a las personas de mi alrededor. Creía en el karma y pensaba que cada uno tenía lo que merecía. ¡Qué estupidez más grande!", espeta Mónica.

Ahora se toma la vida con otra filosofía, "me he convertido en una persona que empatiza con los demás, mucho más tranquila y con una percepción de la vida totalmente diferente. Soy una mejor versión de mí misma y eso se lo tengo que agradecer a mi querido Jaume", comenta. A su vez, Mónica reconoce la labor de su terapeuta, quien le acompañó en todo el proceso del duelo. "Cuando pasas por una situación tan traumática es indispensable acudir a terapia", sentencia la joven. Según su propia experiencia, el duelo no pasa simplemente con el paso del tiempo, sino que hay que trabajarlo para conseguir superar un golpe de tal calibre.

"Antes de la marcha de Jaume no entendía muchos de los rituales que se hacen cuando alguien muere como funerales o velatorios y, de hecho, cuando llegó el momento, no quise celebrar un velatorio por la muerte de mi hijo. Actualmente, me arrepiento". Con la perspectiva del tiempo, Mónica considera que este tipo de ceremonias nos ayudan a cerrar el capítulo doloroso para poder continuar viviendo. "También es muy importante ir superándose a diario: empezar a ver fotos, volver a los lugares donde solíais ir, hablar de él", destaca. Aunque enfrentarse a ello sea desolador.

Sentir para afrontar la pérdida

Los días siguientes a la muerte de Jaume están borrosos en la memoria de Mónica. "Casi no recuerdo los primeros días sin mi hijo. Para rememorarlo he tenido que hablar con mis familiares y amigos más cercanos", comenta. Lo que no se le olvida es la impotencia y el desgarro más absoluto que sintió. "No me lo podía creer. Estuve meses creyendo que era imposible y que Jaume iba a aparecer en un momento u otro, hasta que me di cuenta de que no iba a ser así", confiesa.

A los tres días de morir Jaume, Mónica volvió al trabajo. "Trabajaba como una máquina, de forma mecánica y sin parar. Aún lo pienso y no sé cómo pude hacer algo así". Tras unos meses en la oficina, Mónica tuvo que parar. "Llegó un día en el que acepté que estaba hundida y que no podía seguir haciendo como si nada, por lo que pedí la baja y me pasé un mes encerrada en mi casa llorando y sin querer saber nada del resto del mundo". Mónica explica con verdadera convicción lo importante que es tocar fondo para poder levantarse con más fuerza. "Necesitaba llorar la muerte de mi hijo y asimilar que nunca más iba a volver. Después de ese periodo empezó a recomponerse todo".

La terapia ayudó enormemente a la joven y decidió que el recuerdo de su pequeño Jaume no podía traerle sentimientos de tristeza ni de rabia, sino que debía ser un motivo de alegría y plenitud. "Me costó mucho llegar a ese punto, pero, progresivamente, me fui dando cuenta de que hay vida después del dolor", explica.

El motor para seguir hacia adelante fue el amor que sentía hacia su hijo. "Llegué a la conclusión de que no controlamos nada y que la muerte de Jaume no fue culpa mía", confiesa. Mónica se ha perdonado después de 5 años y afronta la vida de nuevo con ilusión y ganas de ayudar a los demás.

Un nuevo comienzo

"La muerte de mi hijo Jaume no puede ser en balde", afirma Lidón y añade, "quiero ayudar a personas que han pasado por una situación similar porque creo que mi experiencia les puede inspirar". Además de prestar su ayuda en su consulta, Mónica se ha decidido a contar su historia en un bonito libro titulado El reencuentro será maravilloso. Desde que se publicó en el mes de mayo, no ha dejado de darle sorpresas. Cada vez más personas que están pasando por la misma situación recurren a la joven. "Muchos padres me envían mensajes haciéndome consultas o simplemente compartiendo conmigo su historia", explica y añade, "cuando te pasa algo así estás tan perdido que necesitas que alguien te guíe".

La escritura y publicación del libro también ha servido a Mónica en su proceso. "Empecé a escribir el libro porque me lo recomendó una de mis profesoras y, aunque fue un ejercicio difícil porque tenía que rememorar episodios muy duros, se convirtió en una auténtica liberación", confiesa.

Con la publicación del libro, Mónica pudo contar abiertamente al mundo cómo fue su proceso y cómo ha conseguido curar las heridas. "Si yo he podido conseguirlo, cualquier persona puede ser capaz de superar un golpe así. Hay que poner empeño, no rendirse y trabajar mucho los sentimientos y emociones que vivimos durante el proceso".

Al final de su larga noche, Mónica volvió a ver salir el sol. Tuvo su segunda hija hace tres años y la pequeña Júlia ha convertido su vida en un arcoíris. Volver a ser madre después de la pérdida de Jaume podía no parecer fácil, pero para Mónica fue la mejor decisión. "Jaume siempre tendrá un sitio en mi corazón que nadie ni nada podrá ocupar, al igual que Júlia tiene su lugar propio", comenta y añade, "me tomo la maternidad de una forma mucho más relajada. Soy consciente de que nada puedo hacer para proteger a mi hija y que es ella quien debe elegir su camino, con su personalidad y sus decisiones. Yo solo la acompañaré en su camino hasta donde pueda".

Compartir el artículo

stats