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Salud

Vigilar: cuánto

Vigilar: cuánto

Michael Snyder es el jefe del departamento de genética de la Universidad de Stanford, una de las universidades de más prestigio en el mundo. Desde hace años recopila datos sobre su organismo. Registra periódicamente sus constantes vitales, su glucemia, colesterol y otras variables que se recogen en los exámenes clínicos ordinarios. Y, claro, ha editado su genoma. Pero lo que es menos frecuente, vigila su transcriptoma, es decir, los genes que están activos, su proteinoma, las proteínas que producen sus genes y su metaboloma, todas las moléculas involucradas en su metabolismo. Es una persona relativamente joven, con aspecto sano, de surfista californiano. Sin embargo, descubrió hace años que alberga genes que le hacen propenso a la diabetes. Y se confirmó, está en tratamiento.

Su teoría es que si somos capaces de vigilar las alteraciones que preceden a las enfermedades, lograremos controlarlas. Además, si conocemos el metabolismo podemos saber qué medicamentos serán activos en cada persona y cuáles no. La cultura superando a la biología.

El cerebro es un órgano que recibe constantemente información del cuerpo y actúa en consecuencia para reequilibrarlo cuando se desvía de la norma. Diferentes sustancias químicas llegan a través de la sangre y le informan de la situación del medio interno, el líquido en el que flotan las células. Para estar vivo necesitamos mantener dentro de unos límites estrictos varios parámetros como el grado de acidez, la cantidad de oxígeno, de anhídrido carbónico, la temperatura... también se informa de la presión arterial, la frecuencia cardiaca y conoce el grado de contracción de la musculatura lisa de los órganos o qué postura tiene el cuerpo, y mucho más. Todo ello para gestionar la vida. Y nosotros con los medios que hemos creado queremos ayudarle y suplir con información que obtenemos en el laboratorio la que el cuerpo no proporciona al cerebro. Realmente, la medicina consiste en eso, en contribuir con la naturaleza para conseguir su fin: la supervivencia.

El Dr. Snyder quiere demostrar que mediante la vigilancia de multitud de parámetros se logra mejorar la cantidad y calidad de vida. No le fue difícil reclutar a 109 personas que estuvieron dispuestas a ser estudiadas trimestralmente y a llevar todo tipo de monitores. Tal como publica en Nature Medicine en mayo de este año, encontraron bastantes trastornos ocultos, incluidos diabetes, hipertensión y cardiomiopatía. En total descubrieron 67 situaciones en las que se podía intervenir clínicamente. E identificaron múltiples vías moleculares asociadas con la patofisiología metabólica, cardiovascular y oncológica. Con la información que periódicamente recogían de las "ómicas" (metabolómica, microbiómica, proeteinómica...) lograron desarrollar modelos de predicción para la resistencia a la insulina, entre otras cosas.

La cuestión, además del coste, que puede ser astronómico si se extiende a toda la población, es qué beneficios realmente se obtienen de una vigilancia tan estrecha y tan profunda. Es la eterna cuestión: cuándo debe intervenir la medicina para ayudar, mediante modificaciones del medio interno, a restaurar la salud.

Hipócrates era muy prudente: predicaba una intervención mínima que fortaleciera la capacidad de curar del pr opio organismo. Sin embargo, Galeno era más agresivo, no en vano al lado de su consulta había creado un jardín de plantas medicinales que vendía a sus pacientes. El siglo XX ha demostrado que la medicina científica puede superar las impotencias del organismo para restañarse. Pero eso no quiere decir que todos los trastornos bioquímicos o moleculares tengan el potencial de llevar al traste la homeostasis, ese fino equilibrio que permite a los seres vivos vivir con plenitud. Porque los organismos, naturalmente agredidos por el entorno y por los propios errores metabólicos y bioquímicos, existen merced a que a la vez desarrollaron medios para repararse, para reequilibrarse. El Dr. Snyder y tantos otros quieren ir al origen del origen y actuar allí, antes de que nada ocurra. Quieren corregir a la naturaleza. Insisto en que esto es lo que hace desde siempre la medicina, la cuestión es cuándo y cómo.

Solo, por ahora, hay una forma de saberlo: mediante experimentos. El Dr. Snyder se embarcó en la primera fase: demuestra que hay instrumentos para descubrir alteraciones en estadio precoz, incluso marcadores que señalan un riesgo que aún no se ha materializado. Ahora toca comprobar que existen intervenciones que modifican esas situaciones favor ablemente. No cabe duda de que tratar la diabetes es beneficioso, pero no sabemos si en esas situaciones iniciar un tratamiento modificará el pronóstico. Para eso hay que hacer ensayos clínicos, y cuanto más cerca del origen del problema, más se tardará en obtener resultados y menos eficacia se obtendrá si el propio organismo logra revertir la situación. Son estudios muy caros que no darán información en mucho tiempo. Mientras, lo mejor es no embarcarse en demasiadas inspecciones. Muy pocas cosas: desde la mediana edad controlar la te nsión arterial, el colesterol, hacer las mujeres mamografías, también detección de cáncer de cuello de útero desde la juventud, todos sangre en heces a partir de los 50, y siempre vigilar el peso y sobre todo: vida sana.

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