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Medio ambiente

El gran mercado silencioso

La reventa de productos que ya no son útiles para sus propietarios supone un ahorro económico y ambiental para nuestra sociedad

La compra de vehículos de segunda mano ahorra mucho CO2. ll. amengual

Vivimos en el mundo de usar y tirar. Una sociedad que rápidamente deshecha lo que adquiere. Desde la necesidad de gestionar nuevos residuos como las cápsulas de café, al tratamiento de nuevos flujos como los de la ropa usada, lo cierto es que cada vez se hace más evidente el ingente consumo de recursos naturales de nuestra sociedad.

Sin embargo, antes de la consideración de residuo hay un mercado silencioso que pasa desapercibido: el de la segunda mano. El trueque, intercambio o venta de productos usados siempre ha existido, pero ha sido con la eclosión de internet (y con ella muchos portales) que se ha disparado. Nunca comprar tecnología, ropa, vehículos o mobiliario para el hogar había sido tan fácil.

Y es que la compraventa de objetos entre particulares está experimentando un gran crecimiento en los últimos años, además, por la mayor conciencia sobre el cambio climático, el ahorro económico y el cada vez más evidente coste ambiental de la sociedad de consumo. Y es que, según se desprende del estudio 'El efecto medioambiental de la segunda mano', desarrollado por Milanuncios, portal especializado en venta de productos de segunda mano, en colaboración con el Instituto de Investigación Medioambiental de Suecia (IVL) y la consultora especializada en medioambiente Ethos International, dar una segunda vida a los objetos a través del mercado de segunda mano tiene un importante efecto positivo sobre nuestro entorno.

Así, el informe concluye que los usuarios de las islas que utilizan Milanuncios consiguieron ahorrar potencialmente un total de 43.608 toneladas de CO2 en 2018 mediante la compraventa de objetos de segunda mano, una cifra que equivale a la cantidad de emisiones que se ahorrarían al paralizar el tráfico de una gran ciudad como Madrid durante siete días. Además, permitió el ahorro potencial de 2.856 toneladas de plástico, cantidad equiparable a la necesaria para fabricar 397 millones de bolsas; así como 19.920 toneladas de acero, necesarias para producir 5.600 contenedores de mercancías y 1.879 de aluminio, equivalente a 126 millones de latas.

"Los baleares son un claro ejemplo del valor que puede tener la segunda mano en la preservación del medio, ya que solo el año pasado lograron ahorrar casi 44.000 toneladas de CO2 con sus compraventas. Estamos convencidos de que la revolución medioambiental solo acaba de empezar", explica João d'Eça, director general de Milanuncios.

Los que más CO2 ahorran

La compra-venta de vehículos es el objeto que permite un mayor ahorro de emisión de gases de efecto invernadero. La producción de vehículos es un proceso muy complejo y, como tal, requiere de una gran cantidad de energía. Por tanto, adquirir uno de segunda mano se perfila como una de las mejores vías para reducir el impacto sobre nuestro entorno. Tanto es así que solo la compraventa de automóviles de segunda mano en las islas supuso el 96% de todo el CO2 potencialmente ahorrado en la comunidad, es decir, 41.728 toneladas de gases de efecto invernadero.

En segundo lugar, aunque a una gran distancia, se sitúan los artículos relacionados con el hogar, otro de los clásicos del mercado de segunda mano, cuyas transacciones posibilitaron el ahorro de 1.393 toneladas de emisiones CO2 y 64 toneladas de plástico. Completa el pódium la categoría de informática, con 433 toneladas de CO2 y dos de plástico ahorradas.

El informe 'El efecto medioambiental de la segunda mano', desarrollado por el Instituto de Investigación Medioambiental de Suecia (IVL) para Milanuncios, se basa en el supuesto de que cada producto vendido sustituye a la producción de un artículo nuevo equivalente y las emisiones y materiales asociados a ese proceso, así como el ahorro derivado de la gestión de los residuos de dicho producto.

El método de cálculo se realiza mediante el análisis de los objetos vendidos en esta app, de los que el IVL extrae los datos medioambientales y posteriormente los recalcula como sus equivalentes en kilogramos de dióxido de carbono, plástico, aluminio y acero.

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