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Mallorquines por el mundo: desde Inglaterra

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En enero de 2011 se aprobó la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. Fue impulsada por el PSOE y el PP y aprobada gracias al apoyo de CIU y PNV. El objetivo, según los impulsores, era mejorar y facilitar el voto de los españoles en el extranjero. También se vendió como el modo de 'controlar' la entrada de la izquierda abertzale Batasuna a las instituciones. Y, si la intención era 'modernizar' y 'simplificar' su participación, lo cierto es que se ha logrado todo lo contrario.

"Tengo que mandar un fax" es una expresión que pocas personas nacidas después de 1980 han utilizado. A menos que vivan en el extranjero y necesiten votar en España: muchos españoles tenemos que recurrir a este medio de comunicación, en desuso en el ámbito privado y en peligro de extinción en el público, para iniciar el proceso para votar desde el extranjero en las elecciones del próximo 28 de abril. No es fácil encontrar un fax en 2019. Conseguir que funcione, menos todavía.

Hay tres vías para solicitar el voto desde el extranjero: por correo ordinario, a través de la web del Instituto Nacional de Estadística (INE) o por fax. Entonces, ¿por qué hay quien recurre al fax? Porque no queda más remedio, la web del INE da error la mayor parte del tiempo. Incluso si dicho portal funcionara correctamente, es necesario utilizar un DNI electrónico con un certificado válido y un lector especial. Además de ser una labor compleja, muchos hispanos en el extranjero no tienen DNI, porque no es obligatorio y no pueden renovarlo desde sus nuevas residencias. El voto telemático ya se permite en instituciones como el Parlamento de Andalucía —donde también se puede delegar el voto en un amigo— y en el Congreso de los Diputados, así como en Ayuntamientos de grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia.

Para registrarse en el Consulado de Inglaterra hay o bien que enviar por correo un cacho de documentos y fotocopias o bien pedir cita, siendo la lista de espera de dos meses.

Aunque tal vez mi primer voto no sea jamás contabilizado, aunque tal vez mi voto no llegue nunca, aunque yo no aporte mi granito de arena en las próximas elecciones, me emociona saber que ya tengo voz y voto en el destino de mi país. No sólo implica ir a votar un día, implica que ahora puedo -y debo- exigir justicia.

Implica que ahora tengo una voz

* De Manacor a Londres siguiendo los pasos de Ian Fleming y estudiando Filología Inglesa. A 1.752 kilómetros de Mallorca

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