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Oblicuidad

11M, el atentado que se niega a la leyenda

11M, el atentado que se niega a la leyenda

Al Qaeda mató en un día en Madrid a tantas personas como ETA en décadas, para desesperación añadida del PP de Aznar. Los tuits del supuesto homenaje a las víctimas emitidos por los políticos españoles con motivo del decimoquinto aniversario de la tragedia competían en desidia, desinformación y olvido de que todo atentado requiere un autor. Los partidos se escudan en los 191 muertos del 11M, además del geo Francisco Javier Torronteras, para omitir las menciones al terrorismo islámico.

La abulia de los gobernantes demuestra que el 11M ha sido siempre un atentado de segunda, sin adscripción ni leyenda. A primera hora de la mañana, en los trenes de cercanías no viajan VIPs ni influencers de Instagram. El repaso a las identidades de los asesinados confirma la importante presencia de inmigrantes. El aniversario ha permitido destripar nuevas mentiras del Gobierno de Aznar sobre una autoría que se pretendía desviar hacia ETA, en contra de los peritajes policiales. La brutalidad de negarles a los familiares de los muertos la razón real de su desgracia, se agrava con un bofetón a las auténticas víctimas del terrorismo etarra. Al igual que le ha ocurrido a Pablo Casado en sus desatinadas comparaciones con Cataluña, han tenido que ser los allegados de las víctimas quienes le exigieran un mínimo respeto hacia la violencia real.

Ofende que la rememoración de los políticos no se detenga en que el 11M es hoy el mayor atentado de la historia en suelo europeo, el desquite de la guerra de Irak que según Aznar iba a ayudar a España a combatir sus terrorismos interiores. El expresidente mantiene todavía hoy la adscripción etarra, a través de las veladuras de las autorías intelectuales que nadie ha demostrado. Inmigrantes enfermos del veneno islámico asesinaron a otros inmigrantes en el suelo compartido, así de sencillo.

Los integristas españoles que mintieron sobre un atentado que fueron incapaces de prever, debido en parte a los celos entre los servicios de información de la Policía y la Guardia Civil, sobresalen ahora por su negativa a dialogar con cualquiera que se haya atrevido a despeinarles el honor. Como sabe todo el mundo excepto Aznar, el 11M es el hijo del 11S. Pues bien, los estadounidenses que perdieron tres mil vidas en los atentados de 2001 están negociando ahora mismo con los talibanes afganos en Qatar. De fructificar las negociaciones en curso, el país asiático será devuelto a quienes cobijaron a Al Qaeda, sin más garantías que una promesa genérica de no albergar terroristas. Es una buena lección para quienes afrontan solo desde la soberbia un conflicto catalán sin un rasguño.

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