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Salud

Nuestra pequeña balsa

Las imágenes de la Tierra desde la Luna, con el "Apolo", revelaron la fragilidad de nuestro planeta

Nuestra pequeña balsa

Fue hace ahora 50 años cuando por primera vez se vio "la salida de la tierra". El "Apolo 8" había sido enviado para orbitar la luna. La misión era arriesgada, cualquier fallo dejaría eternamente la nave en el espacio. Una tripulación de 3, comandada por Borman aceptó el reto. El propósito era fotografiar la luna desde todos los ángulos. Pero cuando estaban allá arriba, envueltos en la inmensa negritud del espacio, vieron salir la tierra como nosotros vemos salir el sol. Un momento emocionante que se precipitaron a fotografiar a pesar de que no iban a eso. Lo trasmitieron y todo el mundo pudo ver, verse. Los habitantes del único planeta habitado, que sepamos, pudimos ver nuestro lugar en el universo. Y la fragilidad y pequeñez de la nave en la que navegamos por esos espacios vacíos, infinitos, desconocidos. Desde tan lejos nos damos cuenta de qué juntos estamos, de cuánto nos necesitamos y de qué modo estamos obligados a conservar y reparar nuestra nave.

Era 1968. En España aún dominada por un franquismo que había encarcelado, asesinado o expulsado a las mejores mentes de ese renacimiento que se gestaba en el primer tercio de siglo. Pero ya sabíamos lo que pasaba fuera, en California, en París, en Berlín, en Londres y en las calles exigíamos libertad. El viaje del "Apolo" era el despertar de la tecnología que dominaría los siguientes 50 años. Lo expresó el poeta MacLeish, palabras que empleó el comandante Borman cuando se dirigió al Congreso Americano: "Ver la Tierra como realmente es, pequeña y azul y hermosa en ese silencio eterno donde flota, es vernos a nosotros mismos como jinetes en la Tierra, juntos, hermanos en esa brillante belleza en el frío eterno.".

Casi se nos ha olvidado ese sentimiento de pertenencia que tuvimos, ahora que como nunca estamos intensamente comunicados. Y si entonces veíamos un mundo abierto, lleno de oportunidades, ahora el sentimiento es el contrario, parece que todo se derrumba, que el futuro es oscuro. Cuando al contrario, nunca se vivió tan bien. Ha disminuido espectacularmente la pobreza en el mundo y la mortalidad infantil; al mismo tiempo aumentó la expectativa de vida. Las cosas está mejorando. Pero percibimos todo va peor. Porque vemos nuestro futuro amenazado. La pequeña balsa en la que viajamos en una enorme noche vacía, en palabras de MacLeish, más pequeña y frágil que nunca. Tres amenazas asedian nuestro bienestar en el mundo occidental. La inseguridad en el empleo unido al paro estructural difícil de modificar, las migraciones y el cambio climático.

Estamos juntos, cada vez más dependientes unos de otros, en este pequeño planeta. Una nave que hemos hecho cada vez más habitable para el ser humano, más acogedora y cómoda, pero esos cambios están teniendo consecuencias desastrosas ya; y probablemente peores en el futuro. A la Tierra no le importa que la temperatura sea más o menos alta, o que se le inunde con plásticos y todo tipo de substancias químicas. Ella lo engulle, se adapta y ya veremos qué vida se produce. Estamos más juntos que nunca, los que no gozan de nuestro bienestar, y lo conocen, quieren participar de él, porque somos, como decía MacLeish hermanos que ahora saben que somos verdaderos hermanos. Y tenemos que compartir con ellos. Son habitantes de nuestra pequeña balsa, tienen los mismos derechos. Llegan andando, en frágiles embarcaciones cruzando mares peligrosos, llegan exhaustos, enfermos, dolientes: ¿Cómo no acogerlos? Cuidar del planeta, cuidar de sus habitantes, ese es nuestro reto.

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