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Oblicuidad

Las elecciones desbancan al 'procés'

Las elecciones desbancan al 'procés'

Las elecciones generales son la Champions League, se imponen a cualquier otra realidad política. Involucran a la ciudadanía al completo, incluso los abstencionistas convencidos hablan con pasión de los comicios en que no van a participar. Sin ánimo de ofender a los independentistas absortos con su monotema, la puja por el Congreso desbanca también a quienes azuzan el separatismo.

La traslación empírica de la supremacía electoral se verifica al observar las dificultades que encuentra el juicio a los independentistas en el Supremo, para competir en igualdad de condiciones con la Champions electoral. La habilidad de Manuel Marchena, al concentrar a los testigos políticos de rango estatal en las próximas jornadas, permitirá que las generales vuelvan a monopolizar la atención mientras languidece el ceremonial ante el tribunal.

A este respecto, la convocatoria electoral de Sánchez ha brindado un gran favor a los valedores de que en Cataluña se registró un golpe de Estado en 2017, tesis muy desdibujada al contemplar el desfile de los golpistas más pacíficos de la historia de las insurrecciones. La habilidad verbal de los presos obliga a dirimir en algunos capítulos si se celebra el proceso al procés, o el partido de vuelta del independentismo en Madrid.

Sobre todo, el eco inmenso de la convocatoria de las generales entre la audiencia obliga a recordar que la cita con las urnas hubiera aportado la solución ideal en otra fase del independentismo. El primero de octubre de 2017 no solo se celebró un referéndum de circunstancias en Cataluña. Por la noche comparecieron los líderes de los partidos estatales, para valorar una jornada marcada por las cargas policiales.

El ritmo frenético de los acontecimientos atempera la tensión acumulada aquella noche de domingo en todo el país. Sánchez había resucitado, al frente de un PSOE que sostenía artificialmente a Rajoy según se demostraría menos de un año después. Sin embargo, el secretario general socialista se negó a exigir el anticipo de las elecciones, con la amenaza de retirar su apoyo parlamentario en caso contrario. Podría haber empleado el mismo argumento que Carmen Calvo enarboló el miércoles en el Congreso, contra Dolors Montserrat. Es decir, culpar al PP de su evidente incapacidad para solucionar el problema catalán.

Sánchez desaprovechó una palanca que hubiera desactivado el procés, porque la Champions electoral no admite contraprogramación. Cuando el líder socialista se decidió a saltar a la palestra en junio, la crisis había empeorado, y su resolución había escapado al margen de maniobra de las instituciones.

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