No es un caso único; en la cultura cinegética y gastronómica de nuestra isla el erizo de tierra (el de mar no se recogió hasta la llegada de usos gastronómicos foráneos) significó durante siglos una aportación proteínica importante a la gente humilde y trabajadores del campo que los cazaban y que consideraban su carne algo especial, que comparaban con frecuencia con la "porcelleta". Incluso mejor, decían algunos.
En los meses de finales de verano, cuando con las lluvias de agosto y septiembre salían caracoles y caracolillos, de noche se les veía cruzar los caminos y carreteras. Eran muchos los cazadores que contaban con un perro eriçoner especialista en la caza de este pequeño mamífero (no roedor) que tenía excelente consideración, especialmente entre la gente que disponía de poca carne en sus menús diarios.
La imaginación y creatividad de nuestros antepasados/as aportó buen número de recetas relacionadas con este pequeño animal, desde arroces, a pequeños asados o rehogados. Hoy, por fortuna, es una de las especies protegidas en nuestras islas donde algunas personas han adoptado a este simpático animal como mascota.
El erizo es un incansable cazador nocturno, que puede llegar a pesar un kilo, al que se puede considerar beneficioso para el campo al consumir insectos, babosas, roedores, lombrices, alacranes, hongos, hierbas, semillas€ Se trata de un perfecto omnívoro.
