—¿Qué tal, doña Mercedes?
—Pues muy malamente.
—¿Y eso?
—Pues es como si me hubieran puesto los cuernos, en público y riéndose de mí.
—No será para tanto
—Que sí, que la gente se cruza conmigo por los pasillos tapándose la boca para que yo no note que se están riendo.
—¿Pero quién le ha puesto a usted los cuernos, mujer?
—¿Quién va a ser? La jardinera...
—¿La jardinera?
—Es que no puedo decir su nombre sin echarme a llorar.
—Centremos: no quiere ser usted candidata del PSIB al Consell de Mallorca
—Yo sí quería, pero no me dejan.
—¿Cati Cladera?
—Ni me la miente.
—Usted no se quiso fotografiar con ella.
—¿Estamos todos tontos o qué?
—Sus compañeros de partido en el Consell
—Y qué van a hacer, si necesitan ir en las listas para seguir pagando facturas.
—Ya le pondrán a usted en alguna lista...
—Me han cambiado el cromo del Consell por un cromo en el Parlament.
—¡Ah, pues ya está!
—Pues no estoy tan segura. Y además, a ver qué pasa, que no está nada claro vayamos a poder repartir chollos en la próxima legislatura.
—¡Qué horror! ¿No?
—Fíjese que igual hasta echan hasta al pobre Pau Thomàs.
—Su papá lo impedirá...
—Ese está ahora preocupado en jubilarse en el Parlament antes que volver a pasar consulta a 40 pacientes diarios.
—Dicen las malas lenguas que a usted le ha perdido su carácter.
—Me habían advertido de que es usted imbécil, y le diré algo: me mentían. Es usted muy imbécil.
—¿Algún deseo para 2019?
—Sí, que la jardinera acabe en la oposición y que Antich tenga que volver a trabajar en el ayuntamiento de Palma.
