—¿Qué tal, don Baltasar?
—Mal día para hablar. Mucho trabajo.
—Mala noche, ¿no?
—Está mal que lo diga yo, pero esta noche trabajaremos como negros.
—¿Qué regalos les traerán a nuestros políticos?
—No se lo puedo decir, podrían defenderse. Y además lo impide la Ley de Protección de Datos, que si no se la ha leído, ya va siendo hora, que mira que ahora se lo dicen cada dos por tres por la Internet.
—¿Y a los niños?
—Si hay algo que no traeremos a los niños será carbón.
—¿No traen carbón este año?
—A los niños.
—¿Y a las niñas?
—A la infancia, so memo.
—O sea, que nada de regalos sexistas...
—Aparte de los regalos sexistas habituales, debería haber uno especial para los niños.
—¿Cuálo?
—Uno que les enseñe a que las niñas no son de su propiedad, que son tan válidas como ellos, que coger su teléfono y revisarlo no se puede hacer, y a que no tienen ningún derecho a molestarlas ni a decir qué ropa pueden o no pueden ponerse. Y que al niño que no haga caso a estas cosas, a ese y solo a ese, sí que hay que hacerle bullying.
—¿Hacerles bullying? Pero eso es una barbaridad...
—Pues ya me contará usted qué hacemos para conseguir que la próxima generación de hombres no sea tan machista como la de ustedes, los machitos de hoy.
—¿Y a los partidos políticos, que les traerán?
—A los del PP, Ciudadanos, PSOE y Podemos les estamos buscando líderes que dejen de decir tontadas, pero se ve que todos los disponibles no están en ningún partido.
—¿Y a los de Vox?
—A esos, como usted comprenderá, mientras les siga apoyando el Ku Klux Klan yo no estoy dispuesto a traerles absolutamente nada que no sea carbón. Y mis amigos Gaspar y Melchor tampoco.
—Pero si la gente de Vox es muy religiosa...
—¿Religiosa? ¡Mis narices! La verdad, les daríamos mucho por el blastoporo. Y cuidado conmigo, que soy negro.
