Los salvajes de Vox condicionan su apoyo a los derechones andaluces a que estos retiren su respaldo a la Ley de Violencia de Género. Sostienen que los datos están mal tomados, pues no se tiene en cuenta la nacionalidad de los maltratadores, que claro, según Abascal y sus secuaces, son en su mayoría emigrantes americanos y subsaharianos de color marrón. Es decir, además de destilar machismo añaden una buena dosis de racismo, tal y como era de esperar a tenor de las felicitaciones recibidas tras su éxito andaluz por un dirigente del Ku Klux Klan. Entretanto, los borricos de Arran cargan de razones al singular Jorge Campos, que aprovecha la coyuntura para expresar su afrenta a los cuatro vientos y ganar publicidad. Lo dicho: nos los comeremos, con patatas.
