Nuestras islas tienen la tasa más alta del Estado en delitos sexuales; también la más baja en salarios de los trabajadores; la más elevada de políticos por habitante —quizá empatados con Canarias—; los últimos en gasto sanitario por habitante; la última en universitarios por habitante; la primera en tasa de abandono escolar; la que tiene una balanza fiscal más negativa de España; la primera en corruptos por habitante... y así sucesivamente. A todas estos números se une la reincidente información de que la calidad de vida de nuestras islas es de las mayores del planeta. Da la sensación de que hay cosas que parecen importantes que no deben serlo tanto. Igual es porque somos los que menos gasto farmacéutico tenemos y los de menor tasa de gordos por habitante. Gordos.
