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Luis Alemany Pujol, el hombre de Juan March en Cort

Alcalde de Palma, liberal, estrecho colaborador del famoso financiero, Luis Alemany fue protagonista de la vida pública mallorquina en la primera mitad del pasado siglo XX

Luis Alemany fue un liberal progresista que, a la vez, era un estrecho colaborador de Juan March. archivo familia alemany

Probablemente Luis Alemany es una de las figuras públicas más poliédricas que ha dado Mallorca en el pasado siglo. Fue un liberal progresista que, a la vez, era estrechísimo colaborador de Juan March. Siempre se movió a la vera del financiero, al que prestó importantes servicios. Abogado, defendió hasta la extenuación a su cuñado (estaba casado con su hermana pequeña, Amelia) Alejandro Jaume cuando fue sometido a un consejo de guerra y condenado a muerte en plena Guerra Civil. Dio la cara por él corriendo un riesgo indudable. En los primeros años del pasado siglo ostentó la alcaldía de Palma y a él se debe la realización, en colaboración con el arquitecto Bennazar, del paseo de Sagrera en una sola noche con el propósito de recibir adecuadamente al rey Alfonso XIII y a la reina Victoria Eugenia. Luis Alemany Pujol nació en octubre de 1880 en Andratx falleciendo en Palma en agosto de 1960.

El profesor de Historia Contemporánea de la UIB, Antoni Marimón, ha llevado a cabo un pormenorizado estudio sobre Alemany al que considera un político “olvidado”. El amplio trabajo, se incluirá en otro, todavía más exhaustivo, sobre Alejandro Jaume y su tiempo que está elaborando, con aportaciones de historiadores y filósofos, su nieto, el profesor de Historia Alejandro Font, autor de una completa biografía de quien fue fusilado en las tapias del cementerio de Palma el 24 de febrero de 1937.

Marimón deplora que los políticos liberales, de nítida matriz progresista, de las primeras décadas del convulso siglo XX (hoy, 11 de noviembre, se cumplen 100 años del final de la Gran Guerra, también conocida como Primera Guerra Mundial), quedaran eclipsados por la enorme polarización entre derechas e izquierdas acaecida en la Segunda República, en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil de 1936-1939. Marimón, concretando en la figura de Luis Alemany, dice que se trataba de un político anticentralista, partidario del autonomismo de Mallorca, aunque no catalanista. Destaca la afirmación hecha por Alemany de que los sucesivos gobiernos del Estado maltrataban sistemáticamente a Balears, pero que no por ello había que dejarse “deslumbrar” por Barcelona. Para el historiador, Alemany encarna “la imposibilidad de articular un centro moderno y liberal”, asegurando que se consideraba claramente “progresista”. “No hubo espacio -destaca- para políticos como Alemany”, añadiendo que el aspecto de su biografía que resulta más difícil de entender es el de las “privilegiadas” relaciones que mantuvo con Juan March, su estrechísima colaboración con el financiero y banquero.

Licenciado en Derecho

Luis Alemany, contando con la autorización paterna, que parece que disponía de suficientes recursos económicos, cursó estudios de bachillerato en el Instituto Balear de Palma para después desplazarse a Barcelona donde se licenció en Derecho en 1903. Abre despacho en Palma siendo elegido, en 1905 concejal en el ayuntamiento de Ciutat por el partido Liberal, en el que había ingresado a propuesta del destacado dirigente del mismo Alejandro Rosselló, tío materno de su futura mujer, Amelia Jaume Rosselló. En la época de la primera Restauración, la canovista, marcada por el turnismo entre liberales y conservadores y el caciquismo, los concejales se elegían por distritos. Luis Alemany lo fue por el VII, que englobaba las barriadas de Santa Catalina y Bonanova. En 1909 contrae matrimonio y entra a formar parte de una familia de la alta burguesía, puesto que su suegro Andrés Jaume Nadal, era el propietario de La Roqueta, y accionista del Banco Agrario y la Sociedad de Tranvías. El matrimonio amplió considerablemente la red de contactos de Alemany. En 1909 es reelegido concejal, esta vez por el distrito de La Lonja. El nuevo Consistorio estaba constituido por 19 concejales de las derechas y 18 de las izquierdas republicanas. El liberal Luis Alemany fue designado alcalde, dado que los de las ciudades importantes podían ser nombrados por real orden a propuesta del Gobierno y dado que el presidente del Consejo de Ministros era en aquel momento el liberal Segismundo Morey, la vara de mando recayó en su correligionario. El nombramiento fue muy cuestionado por la prensa local debido a la juventud de Alemany, que todavía no había cumplido 30 años, lo que ponía en duda su experiencia y aptitudes para el cargo.

El alcalde Alemany se preocupó por garantizar el abastecimiento de agua y el mercado de abastos. En agosto de 1911 consiguió que el ministerio de la Guerra (hoy Defensa) autorizase la reconversión del paseo de Sagrera de provisional en permanente. Lo había remodelado en una noche para recibir al rey Alfonso XIII.

Después accedería a la Diputación Provincial; ya en 1916, un año antes de que en toda España se iniciase la llamada huelga general revolucionaria, auspiciada por los sindicatos UGT y CNT, preludio del colpaso definitivo de la primera Restauración y de la dictadura del general Primo de Rivera (septiembre de 1923), pugnó por crear la Mancomunidad Balear. La propuesta de Alemany tenía, según Marimón, una clara vertiente ideológica, ya que consideraba que “la geografía, la historia, los carácteres étnicos y filológicos y hasta las costumbres son los mismos para todos”. Su propuesta fue aceptada por la Diputación. Un proyecto de impuesto sobre los productos de expportación no fue aprobado, desencadenándose una fuerte polémica en la que intervinieron a favor y en contra los medios de comunicación. Alemany llegó a ocupar la presidencia de la Diputación en 1919 en el momento de una crisis política de envergadura. En la primavera de 1918, en una conferencia, reivindicó “la vida propia” que tenían “los pueblos que habitan España”, criticando la implantación de la Inquisición y la “tan cacareada y decantada unidad nacional”, mitificando el papel de los agermanats de Mallorca y Valencia, los comuneros de Castilla y los catalanes que defendían su futuro. También pasó revista a la evolución del catalanismo , al que consideraba “rodeado de sensatez”. Concluía que Mallorca disponía de una historia propia “cumpliendo siempre con sus deberes por lo que no quiere que sus derechos sean desconocidos”.

Zona franca

En el otoño de 1918 se plantea la concesión de una zona franca para el puerto de Palma, pretensión auspiciada por personalidades cercanas a Juan March. Luis Alemany se decanta a favor y parece que fue desde entonces cuando se aproximó decisivamente a la órbita del financiero, que ya no abandonaría a lo largo de su vida llegándose a convertir en uno de sus colaborades más próximos. En las elecciones a Cortes Generales de 1920, en la que los partidos de la Restauración acordaron repartirse los escaños, aplicando el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, los liberales fueron agraciados con dos asientos en el Congreso, correspondiendo a Alejandro Rossello y a Luis Alemany. Entonces ya era públicamente considerado uno de los hombres de confianza y asesor de Juan March, que había aprovechado a conciencia la Primera Guerra Mundial para hacerse multimillonario, una de las primeras fortunas de España. En 1923 era calificado de lloctinent d´enVerga, prueba de la estrechísima vinculación que había trabado con el financiero.

El progresismo de Luis Alemany fue aceptado como auténtico por el semanario izquierdista El Obrero Balear, que, en un editorial, afirmó creer en sus proclamas. En las elecciones de 1923, las últimas de la Restauración, meses antes del pronunciamiento de capitan general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, que, con la anuencia de Alfonso XIII, instauró la dictadura, en un acto electoral de los liberales, en el que intervino junto a Juan March, celebrado en el Teatro Balear, se quejó de la situación en la que vivían, encorsetados entre los extremismos, el reaccionario de los que querían el fascismo de Mussolini y los radicales de izquierdas. Acusó a las derechas del desastre de Marruecos y de la ruina de la hacienda española. Añadió que los liberales reformarían la libertad de cultos e implementarían otras reformas consideradas imposibles por las izquierdas bajo el régimen monárquico. El Obrero Balear consideraba que lo afirmado por Alemany era genuino: “lo creemos uno de los pocos liberales monárquicos de buena fe y por su inteligencia y constancia el más acreedor a que salga triunfante en las próximas elecciones”.

Político idóneo

Marimón no alberga dudas de que Juan March, triunfador absoluto de aquellas elecciones, había hallado en Luis Alemany al político idóneo para tender puentes entre los liberales y los socialistas. El interlocutor será Alejandro Jaume, su cuñado y sobrino de Alejandro Rossello. Alemany no era socialista, enfatiza Maimón, pero, en enero de 1923, no tuvo problemas para criticar aceradamente, desde las páginas de El Día, el “egoísmo de la burguesía”. Al igual que March, Alemany se alineó con el liberalismo más avanzado, el del dirigente Santiago Alba y su denominada Izquierda Liberal.

Proclamada la Segunda República, Alemany, siempre junto a March, entró a formar parte de su partido, los Republicanos de Centro. Inevitablemente se vio plenamente involucrado en la ofensiva que las autoridades republicanas desencadenaron contra el potentado. Es posible que fuese el autor de los dicursos que March pronunció en las Cortes de la República para rebatir las acusaciones del nuevo ministro de Hacienda, Indalecio Prieto. Para protestar por el encarcelamiento de March, abandonó el acta de diputado dedicándose a los negocios y al asesoramiento jurídico siempre al lado de su mentor. Además, protagonizó un agrio enfrentamiento con Gabriel Alomar a cuenta de los lazos entre Balears y Cataluña. Lo que no querían los mallorquines, según Alemany, era el nacionalismo que trataban de infiltrar desde Cataluña.

El liberal Luis Alemany fue designado alcalde de un consistorio formado por 19 concejales (en la imagen) y durante su mandato se preocupó por garantizar el abastecimiento de agua y el mercado de abastos. ARCHIVO FAMILIA ALEMANY

Al iniciarse la Guerra Civil hizo cuanto pudo para evitar el fusilamiento de su cuñado. Fue su abogado defensor e intentó, sin éxito, que March interviniera a su favor. Su alegato en el consejo de guerra, impecable jurídicamente, no sirvió para nada: estaba condenado a muerte de anteramano. Le acompañó hasta el último momento y quedó tan desolado como el resto de la familia. Alemany, hasta su muerte, llevó el peso de no haber podido salvarle la vida. Después de la guerra, plenamente dedicado a los negocios fue vicepresidente segundo de Banca March hasta su muerte, acaecida el 20 de agosto de 1960.

Luis Alemany fue un liberal progresista en unos tiempos en los que serlo era misión imposible: no había espacio en la convulsionada España del primer tercio del pasado siglo para una idelogía de derecha avanzada, nítidamente liberal, y alejada del reaccionarismo clerical tan del agrado de las derechas hispanas, que, al ganar la guerra, impusieron a lo largo de la dictadura del general Franco. El profesor Marimón reitera que de su biografía lo que no se acaba de entender es la vinculación que estableció con Juan March, la que, a la postre, resultó ser el hilo conductor tanto de su vida política como profesional, desarrollada en paralelo a la del financiero mallorquín, el hombre más fundamental que ha alumbrado Mallorca.

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