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Memorias de la cocina

La granada, un toque de color y sabor

La granada, un toque de color y sabor

Aunque es posible que los romanos introdujeran su cultivo en la isla, fue con la dominación árabe cuando el consumo de la granada se convirtió en habitual. Su zumo se consumía con frecuencia en la Baja Edad Media y fue una de las frutas que Europa exportó a América.

Su nombre proviene del latín granatum (que tiene granos). Los judíos piensan que es un símbolo de la verdad ya que afirman que tiene 613 granos, el mismo número que los mandamientos de la Torah. En otras culturas significa la fertilidad e incluso el poder, al poseer una corona.

Procedía, como tantos y tantos alimentos, del Asia Occidental. El árbol se sembró en nuestra isla en jardines, sobre márgenes y tierras pedregosas, donde se halla todavía en la actualidad; algunos están asilvestrados (bords) y no sirven para el consumo; otros son agrios y sí se utilizan para salsas, y los habituales son los que tienen diversas funciones en nuestra gastronomía.

El árbol no suele exceder los 4/5 metros y es resistente al calor, al frío e incluso a las sequías. Florece de mayo a agosto; la flor es de un rojo brillante e intenso. El fruto, propio de otoño, suele tener de siete a doce cm. de diámetro.

En nuestra cocina se usa para ensaladas (de frutas y de escarola), para confituras, para licores, para acompañar platos de carne y caza y resulta exquisita la confitura de granada agria asociada con la lechona.

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