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Brecha de género

Las mujeres asaltan el ladrillo

En España apenas un 9 por ciento del total de mujeres en activo, unas 106.400 según la Encuesta de Población Activa, se dedican al sector

Codirectora de Construcciones y Obras MAVA, recorre la obra en la que trabaja este año para comprobar que los procesos se aplican debidamente para cumplir con los plazos.

María José y Yolanda son dos mujeres que, aunque separadas por una generación, comparten mucho más que su oficio: cada día deben lidiar frente a frente con la brecha de género y los estereotipos en sus puestos de trabajo, aunque no son siempre del todo conscientes. "En mi sector ocurren muchas situaciones discriminatorias hacia las mujeres. El problema está en que, en la mayoría de ocasiones, nosotras mismas no les damos la suficiente importancia o ni siquiera detectamos ese tipo de comportamientos machistas porque han sido siempre la tónica habitual y han llegado a normalizarse con el paso del tiempo", son las palabras que María José Gijón pronuncia sobre la situación de la mujer en su profesión. Ella forma parte de una nueva generación de profesionales de un sector en el que las mujeres han ocupado tradicionalmente puestos marginales. Hasta hoy. Esta tendencia se debilita cada año que pasa porque las mujeres han irrumpido con fuerza para ocupar un lugar que también les pertenece: la obra.

Con su casco de obra, su chaleco reflectante y una entereza poco habitual en una chica de 25 años, María José recorre la obra en la que trabaja este año para comprobar que los procesos se aplican debidamente para cumplir unos plazos que casi siempre se retrasan, "ahora mismo estamos trabajando en un proyecto en el que soy responsable de la recepción y gestión de materiales, hacer los presupuestos y gestionar las certificaciones, dirigir el proceso de la obra, controlar las calidades y, en resumidas cuentas, resolver cualquier duda o problema que pueda surgir en cualquier fase de construcción del inmueble", detalla María José.

Aunque la construcción ha sido tradicionalmente un gremio exageradamente masculinizado y la falta de referentes femeninos han sido más que evidentes, María José siempre tuvo claro que quería dedicarse a algo relacionado con el mundo del "ladrillo". "Desde pequeña me han fascinado las construcciones. Cuando llegó el momento de elegir una carrera decidí estudiar el Grado en Edificación en la Universitat de les Illes Balears para entender cómo se organizaban las obras, poder diseñar mis propios proyectos y meterme de lleno en el mundo de la construcción, por aquel entonces completamente desconocido para mí. Era algo que llamaba mucho mi atención y cuando se me presentó la oportunidad de emprender mi propio proyecto, no lo dudé.", comenta María, quien codirige actualmente Construcciones y Obras MAVA.

Algo muy parecido es lo que le ocurrió a Yolanda Homar cuando a principios de los años noventa se decantó hacia la arquitectura técnica, en una época en que ver a una mujer en la obra era como un espejismo. "Decidí meterme en una carrera técnica porque me gustaban las matemáticas y el dibujo. Ya ha pasado tiempo desde entonces y llevo 20 años dedicándome de lleno al sector del "ladrillo". He pasado por puestos de interiorismo o relacionados con tareas más administrativas que técnicas hasta que logré acceder al puesto de ayudante de obra y ahora, desarrollo mi carrera como jefa de obra en Ferratur", una constructora mallorquina muy centrada actualmente en la construcción de vivienda de alto standing, "sobretodo estamos creando proyectos relacionados con el mercado del lujo, en la mayoría de ocasiones enfocados hacia un cliente extranjero", explica.

Después de vivir muchas experiencias y de trabajar con cientos de profesionales de diferentes gremios, Yolanda hace balance de la situación actual de la mujer en el sector. "Cuando empecé a trabajar en obras a principios de los años 2000 era muy poco habitual que los operarios viesen a mujeres en su entorno laboral y mucho menos, que las chicas les diesen instrucciones sobre cómo debían ejecutar su trabajo", cuenta, "hoy en día los trabajadores están más habituados, aunque es verdad que la tasa de empleo femenino en el sector sigue siendo anecdótica".

Para ser exactos, en España son 106.400 las mujeres que se dedican al "ladrillo", según datos de la Encuesta de Población Activa,

correspondientes al segundo trimestre de este año. Esta cifra supone apenas un 9% del total de mujeres en activo, frente al 91% de hombres, tan solo una décima parte de los profesionales que se dedican al sector. "De este pequeño porcentaje que ocupamos las mujeres, la mayoría nos dedicamos a proyectos de arquitectura e interiorismo, o a ejercer como jefas de obra, como es mi caso en concreto. Aunque hay algunas, es muy reducido el número de mujeres que se dedican a profesiones como la albañilería o la fontanería, por ejemplo", apunta Yolanda. Nada más lejos de la realidad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, las fontaneras suponen tan solo un ridículo 0,1% del total del sector, mientras que las mujeres albañiles ascienden tímidamente al 0,2%. Sin embargo, si hablamos de empleadas domésticas o maestras, las mujeres copan casi la totalidad del sector con un 97´7% y un 96´7%, respectivamente. Entre las profesiones más paritarias encontramos a las abogadas (49%) o las camareras (53%). Una vez puestos los datos encima de la mesa, es fácil sacar conclusiones.

La influencia de los roles de género tiene en este aspecto un papel muy relevante. Yolanda lo ve reflejado en las aspiraciones de su hija pequeña, "a pesar de saber a lo que me dedico y conocer de cerca mi profesión, mi hija dice que cuando sea mayor quiere ser peluquera. No tiene nada de malo y si es su vocación, adelante, pero estoy segura de que algo tendrá que ver con lo que ve en la televisión o lo que lee en los libros". Para María José, los mensajes que se lanzan desde los diferentes estamentos de la sociedad hacia las jóvenes tienen gran parte de culpa, "es normal que las niñas sigan sin decidirse por carreras técnicas en el contexto en el que están creciendo", comenta María José, a lo que añade "es una pena porque se desperdicia el talento de las mujeres, que tanto tiene que aportar a un sector en el que las esperamos con los brazos abiertos".

No hay ninguna cuestión física que impida a un hombre empuñar una fregona o a una mujer colocar ladrillos, pero los lugares que han ocupado los hombres a lo largo de la Historia han relegado a las mujeres a ámbitos relacionados con los cuidados o la estética, en contra de tareas relacionas con el uso de la fuerza o las máquinas. "Al igual que hay hombres que no servirían para estar en la obra, hay muchas mujeres que sí podrían trabajar en "el ladrillo". No es una cuestión de género, si no aptitudes", comenta María José.

El argumento más repetido en la obra, en un intento de acallar cualquier denuncia de desigualdad de género en el sector, es que las mujeres no se quieren exponer a temperaturas extremas o trabajos físicos tan duros, como si no hubiese mujeres capaces de hacerlo si se hubieran encontrado con la oportunidad o como si no se tratase de un dilema mucho más profundo. "Alguna vez he escuchado que la mujer no está en la obra en su hábitat natural. Esta mentalidad tiene que cambiar", inste la joven.

Cada vez son más

Pese a que las cifras de ocupación femenina en el sector son irrisorias, parece que la incorporación de la mujer al sector de la construcción pasa por un buen momento, al igual que lo hace la propia industria. El "ladrillo" es un sector que vuelve a crecer después de haber pasado los peores años de la crisis, generando 15 de cada 100 nuevos puestos que se crean en España. Asimismo, en el último año la cantidad de mujeres en el sector creció un 10% de golpe. "Aunque es cierto que cada vez somos más, todavía seguimos siendo minoría. La incorporación laboral de las mujeres al sector sigue siendo una asignatura pendiente que puede permitir a las mujeres desarrollarse en una industria en crecimiento y que ofrece grandes oportunidades, también para las chicas", comenta María.

Aunque las cifras abogan por un aumento de mujeres en el sector, ni Yolanda, ni María José han notado un crecimiento entre sus compañeros. "Estoy en una obra desde hace seis meses. Somos ocho chicos y una chica, donde además también hay industriales como carpinteros, fontaneros, electricistas... Ninguno de estos grupos cuentan con ninguna mujer en sus plantillas", comenta María. Por otro lado, para Yolanda, la proporción que presenta la empresa en la que trabaja está relativamente "igualada", "de los 12 jefes de obra que componen la plantilla, 3 son mujeres, un 20% del total. Son cifras bastante optimistas si nos comparamos con el resto del sector".

Para Yolanda su trabajo en la obra ha sido el puesto ideal para compaginar su carrera con la maternidad. "Nuestros horarios son flexibles, más que horarios, cumplimos plazos. Por lo tanto, si te organizas puedes alcanzar un equilibrio entre tu vida personal y la profesional. No creo que la maternidad me haya penalizado en mi carrera", comenta Yolanda. Maria José no comparte su punto de vista, "en una de mis primeras entrevistas de trabajo, para una empresa en la que todos los trabajadores eran hombres, me preguntaron si tenía intenciones de quedarme embarazada en un futuro próximo. En aquel momento, tenía 20 años y ni siquiera entendí por qué me lo preguntaban. Ahora aún me sorprendo y escandalizo al recordarlo".

Estereotipos

Pero la maternidad no es el único aspecto discriminante para las mujeres del sector. "El simple hecho de ser mujer te pone el listón más alto. No hace mucho me encontraba al cargo de una obra pequeña, cuando llegaron unos chicos nuevos a trabajar y me preguntaron por el encargado de la obra. Acto seguido, les dije que yo era la responsable y les pregunté qué necesitaban. Empezaron a hacer burla y cuando realmente se dieron cuenta de cuál era mi puesto reaccionaron. Su cara fue para enmarcar", cuenta María José.

Tal y como cuenta la joven, también es común que le pregunten constantemente por su jefe, como si ella no pudiese ser la responsable directa, o verse obligada a responder a comentarios discriminatorios. "Una vez estaba comprando material en unos grandes almacenes y cuando fui a pagar me preguntaron si mi jefe me había enviado ese día a mí a hacer el recado, cuando yo era la única responsable. Este tipo de comentarios me molestan mucho". Ante estas actitudes, María José intenta relativizar, "si no le quitara importancia, estaría todo el día discutiendo con operarios y proveedores. Defiendo mi postura, pero no me esfuerzo demasiado en tratar que me comprendan. Es agotador", confiesa.

Para ella el día a día en el trabajo no es igual para ambos sexos, "los hombres parten de unos peldaños por encima y gozan de una autoridad a priori que no tienen que ganarse. Al ser mujer probablemente tengas que enseñar al resto que puedes subir los primeros escalones sola y a partir de ahí, demostrar que eres tan o más válida que cualquier otra persona". Para María José defender sus argumentos es también un reto diario, "cuando doy una explicación tengo que justificar mucho mi respuesta. Me da la sensación de que a los hombres no se les exigen tantas justificaciones".

Para Yolanda la clave está también en no darle demasiada relevancia a los comportamientos machistas y en centrarse en el trabajo que hay que desempeñar a diario. "Es cierto que en un primer momento siempre tengo que especificar cuál es mi papel dentro de la obra porque de primeras nadie da por hecho que tú eres la jefa de obra. Una vez que te pones en tu sitio, todo es más sencillo y te respetan". A lo que María José añade, "los trabajadores dan por hecho que no eres una figura importante dentro de la cadena de producción. Como mujer tienes que labrarte su respeto día a día y cuando parece que está todo controlado, cambias de obra y gente. Otra vez vuelta a empezar. Es una lucha interminable", bromea.

Pero, ¿qué puede aportar una mujer al sector de la construcción? Ambas lo tienen claro: absolutamente lo mismo que un hombre. "Es cierto que las mujeres y los hombres no somos iguales, pero es que las personas en general no lo somos. Si hablamos del plano profesional, creo que poco tiene que ver en el desempeño de tu profesión si eres un hombre o una mujer", afirma Yolanda.

Ladrillo a ladrillo

Pero, ¿qué tiene que pasar para que las mujeres se sientan atraídas por sectores que han estado reservados históricamente para los hombres? La clave, coinciden, está en la educación, "las acciones para motivar a las niñas en estos estudios deben anticiparse en la escuela y con los profesores, porque los sesgos de género aparecen en muy pronto, en la Educación Primaria y es entonces cuando las alumnas comienzan a tener falta de autoestima respecto a sus capacidades en asignaturas como las matemáticas, por ejemplo", comentan. Para erradicar esta brecha, el trabajo debe de comenzar desde el colegio y continuar en casa, otorgando libertad y apoyo por igual, sin caer en los perjudiciales clichés: las niñas quieren ser profesoras y los niños astronautas. María José anima a las estudiantes a formarse en carreras técnicas como la Edificación, pero les advierte, "es un recorrido duro en el que pueden encontrar barreras, pero les animo a que luchen por hacerse un hueco. Ningún camino fácil lleva a sitios que valgan la pena".

A pesar de los avances, queda mucho camino por recorrer. "Hay muchas mujeres relegadas en despachos porque sus jefes no les ven capaces de enfrentarse a la obra. Tenemos que aprender a valorarnos y a luchar por el sitio en el que queremos estar. Si no reivindicamos nosotras nuestra posición, nadie lo hará en nuestro lugar", reivindica la joven. No se me ocurre una forma más efectiva de practicar el feminismo que conquistando lugares hasta el momento privados para los hombres. "Podemos ser lo que queramos ser", sentencia.

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