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Memorias de la cocina

La calabaza, con más pasado que presente en nuestra cocina

La calabaza, con más pasado que presente en nuestra cocina

La calabaza, es una hortaliza que quizás tenga en nuestra cocina más pasado que presente. Mucho antes del descubrimiento de América -de donde se importaron variedades adaptadas con facilidad- ya se utilizaba esta pulpa anaranjada y brillante para platos dulces y salados. Una de las versiones del conocido menjar blanc tan típico de la Alta Edad Media tenía calabaza entre sus componentes; algún espesante debía acompañar a la leche de almendras y uno de ellos era la calabaza, aunque se utilizaba en menor medida que la harina de arroz o el almidón.

Del Nuevo Mundo llegaron desconocidas variedades, que se integraron rápidamente en el paisaje agrícola de la vieja Europa; primeramente para dar de comer a los animales, pero también por la facilidad de su cultivo. Al descubrirse especies más dulces, pasó a nuestras cocinas.

En el siglo XVIII era una hortaliza común. En el convento de los dominicos de Lloret, en 1739 -los religiosos llevaban un control estricto de sus alimentos- la calabaza era más utilizada que la col, acelgas, espinacas, alcachofas o berenjenas. Su presencia se acentuó tanto en sopas o purés, como en pucheros y fritos (son conocidos los fritos de calabaza con puerros, col o espinacas), así como en platos dulces, ya que una de las variedades más apreciadas es la de cabello de ángel, relleno ideal para ensaimadas, rubiols y gran cantidad de pasteles.

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