Aunque ligada desde hace años a tomates, calabacines, pimientos y patatas a través del tombet -un plato muy nuestro, quizás el más universal- la berenjena había llegado antes que los productos americanos. Originaria de Oriente, ya se conocía en la India y en China 2000 años a.C. y merced a los comerciantes árabes llegó al norte de África y de aquí -ya en la Edad Media- pasó a Mallorca, donde con el tiempo se consagraría como uno de los alimentos más preciados y más utilizados en la cocina de verano y otoño, puesto que su recogida, que se inicia en verano, se alarga hasta bien entrado octubre e incluso noviembre. Desde la España musulmana se extendió a los países mediterráneos, donde con la berenjena se producen platos mundialmente famosos.
Su introducción no fue fácil, puesto que no gozó de buena fama en sus inicios, puede que por estar mal condimentada con especias poco comestibles. Incluso llegó a pensarse que era la causa de fiebres, epilepsia o locura, por lo se utilizaba más bien como planta decorativa, por su exotismo.
Los primeros platos de berenjena conocidos tras la dominación árabe datan del siglo XV. Desde entonces, el desarrollo de esta solanácea ha ido creciendo hasta convertirse en básica en nuestra cocina, que sería inimaginable hoy sin platos como el tombet o las berenjenas rellenas, rebozadas, emparedadas, con allioli, con leche, en croquetas
