Aquí estamos todos rasgándonos las vestiduras con las tesis doctorales de unos y otros, pasando por alto la realidad. En este país, y me temo que en casi todos, el 95% de las tesis, y probablemente me quede corto, copian, copian y recopian; y en porcentaje similar obtienen la calificación de sobresaliente cum laude. Una tesis, en teoría, debería implicar investigación e innovación, pero la realidad es que los catedráticos encargados de calificarla se fijan fundamentalmente en si su nombre y el de sus colegas más próximos están en la bibliografía y, aún más importante, si el de sus enemigos académicos (y eso sí que es una guerra) es consignado con mesura o, directamente, ignorado. Las universidades sacan pasta de todo esto, cosa mucho más importante que innovar.
Los puntos sobre las uves