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Tribuna: Posidonia, emisarios y campos de golf, por Juan Mateo Horrach

El Govern balear ha aprobado un decreto, por cierto, sin esperar a cumplir el dictamen del Consell Consultiu, de protección de la posidonia. Es indudable que la posidonia es un bien preciado que conviene proteger. Sin embargo, desde el borrador que circuló a finales del pasado año al documento definitivo de aprobación, se ha rebajado la exigencia con respecto a los emisarios submarinos existentes y esto nos parece muy grave.

Los emisarios submarinos de aguas residuales procedentes de depuradoras o estaciones de bombeo afectan gravemente a las praderas de posidonia, agravado si cabe porque, como comentamos en nuestro último artículo, la mayor parte de depuradoras se encuentran en un estado lamentable que hace que se incumplan reiteradamente las condiciones de vertido. Asimismo, los emisarios submarinos de salmueras resultantes de la desalinización de las aguas marinas también tienen graves efectos. Diversos estudios así lo corroboran. Sin embargo, el decreto no exige ninguna actuación sobre los emisarios existentes.

Solamente en el caso de que los informes de seguimiento anuales presenten resultados considerados negativos por el Comité de Seguimiento creado a tal efecto, se requerirá al titular del vertido para que tome medidas correctoras. Si consideramos que la propia administración autonómica reconoce que la mayor parte de los emisarios actuales no están debidamente legalizados, por su propia inoperancia, cuesta creer que lo dispuesto en la Disposición adicional cuarta del Decreto, sea efectivo.

Por otra parte, hemos visto recientemente que un campo de golf ha cerrado temporalmente sus instalaciones porque el agua supuestamente depurada que por convenio con la administración tienen comprometida, no cumple ni de lejos con las condiciones de calidad previstas.

Este es un caso tal vez extremo pero no único, ni mucho menos. Muchos campos de golf reciben aguas mal depuradas que luego tienen que tratar en sus instalaciones propias, con costes añadidos importantes, para que puedan ser utilizadas para el riego de los terrenos de juego. Estas aguas, si no se pueden aprovechar en los campos de golf, en buena medida, acaban vertiéndose por los emisarios submarinos, afectando como decíamos al principio, a las praderas de posidonia.

En ambos casos, el resumen del resumen es que la administración autonómica no está dispuesta a asumir sus propias responsabilidades en materia de tratamiento de aguas residuales. Por ello no ha querido que figurara en el decreto una obligación de mejora y adecuación de los vertidos a las calidades requeridas. Y por lo mismo, incumple sus compromisos establecidos por convenio. Es decir; a la hora de exigir, somos pioneros, y a la hora de cumplir, somos bananeros.

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