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Paseo marítimo, de autovía a bulevar

El futuro del Paseo Marítimo, si cuaja el proyecto de Cort, es el de transformarse en una amplia avenida con anchas aceras y abundante vegetación, la antítesis de lo que es hoy

Proyecto de reforma presentado el pasado mes de febrero. AYUNTAMIENTO DE PALMA

El arquitecto Carlos García Delgado sentencia que el llamado Paseo Marítimo, la calle, autovía, que define a Palma como ciudad, "de paseo tiene muy poco; de hecho, nada". "Se hizo pensando que no tendría la presión que se ha registrado", añade, para convenir que "se ha convertido en una autovía al borde del mar, por lo que ahora el reto es reconverirlo". "Algo similar le ha sucedido a la calle de Jaime III", auduce el conocido arquitecto. Cuando, en la década de los años 50 del pasado siglo, el ingeniero Gabriel Roca proyectó la construcción del paseo, a nadie se le pasó por la cabeza la posibilidad de que el tráfico rodado llegaría a ser "tan agresivo" como es en la actualidad. Fue otro reconocido arquitecto, Gabriel Alomar, sobrino del político e intelectual del mismo nombre, embajador de la Segunda República en Roma, muerto en el exilio de Egipto, quien teorizó sobre las vías de tráfico rodado que debían converger en el centro de Ciutat.

Ahora, el Ayuntamiento de Palma, gobernado por una plural coalición de izquierdas, proyecta reconvertir el Paseo Marítimo en un verdadero paseo, dotarlo de amplias aceras y abundante vegetación restringiendo notablemente el tráfico, para lo que se hace imprescindible ejecutar el proyecto del segundo cinturón de ronda, que, para García Delgado, es un mal necesario, al tiempo que se hace imperativo modificar el primero, puesto que, desde el aeropuerto hacia Palma, la autopista favorece que se desemboque en el Paseo Marítimo, al ser constantes los atascos al incorporarse al cinturón de ronda. "Es urgente desatascar el nudo", afirma el arquitecto, para que el paseo pueda ser el proyectado boulevard.

Barrera entre el mar y la ciudad

Antes de que el ingeniero Roca proyectara el Paseo Marítimo, que se ha convertido en una barrera que se interpone entre la ciudad y el mar, toda la costa baja de Palma, desde la zona de Porto Pi, facilitaba sin ningún obstáculo el acceso al mar, era factible bañarse en muchos lugares, entre otros el conocido de Can Barbará, hoy pequeño puerto deportivo frente al del Club de Mar, donde los bañistas de la década anterior a la Guerra Civil y las posteriores, disponían hasta de cuerdas para asirse al meterse en el mar. Todo aquello era la imagen de una ciudad que ha desaparecido por completo, la que cambió drásticamente al materializarse el Paseo Marítimo, la autovía que canaliza un intensísimo tráfico, dándose, entre otras, la anomalía de que la acera interior apenas dispone de un metro de ancho, lo que es una "ridiculez", apunta García Delgado. El paseo, ideado en la década de los 40, llegó, promediada la década siguiente, hasta el Bahía Palace, para, en años posteriores, adentrados en la década de los 60, cuando el turismo de masas eclosionó en Mallorca, y la de los 70 ir ampliándose paulatinamente. García Delgado reitera que el Paseo Marítimo, afortunadamente, es reconvertible, siempre y cuando se ejecute el segundo cinturón y se desatasque el primero. Dice que la "voluntad política" de hacerlo, existe en el Ayuntamiento de Palma; lo que está por dilucidarse es si se traducirá en hechos.

Los algo más de cuatro kilómetros de longitud del Paseo Marítimo, que se inician en el Club de Mar y concluyen al iniciarse el Paseo de Sagrera, están flanqueados por hoteles y edificios que, prácticamente en ningún caso, cumplen las ordenanzas de volumen y altura. Se levantaron cuando la manga ancha era carta de naturaleza en Cort. García Delgado manifiesta que "las ordenanzas siempre llegan tarde, y en el caso del Paseo Marítimo la edificabilidad debería haberse controlado mucho más". ¿Cuál fue la razón de tanta permisividad? Hay que buscarla en la situación que se vivió después de la Guerra Civil, hasta bien entrada la década de los 70 del pasado siglo, cuando, según quién, disponía de patente de corso para hacer y deshacer a su antojo; de ahí que hoy el Paseo Marítimo sea en buena medida la muralla que se interpone entre el mar y la ciudad.

El argumento que dio pie al diseño del Paseo Marítimo fue el de conectar Porto Pi con el otro puerto de Palma; además, precisa el arquitecto García Delgado, en aquellos años, dar cabida al automóvil, facilitar su uso, era un signo de progreso. El modelo fue el del paseo marítimo de Cannes: autovía y hoteles. También supuso que cayera en desuso lo que había sido la espina dorsal de conexión de Palma: la calle de Joan Miró, antes denominada de Calvo Sotelo, que, en las primeras décadas del pasado siglo, hasta los 50, fue, en opinión de García Delgado, "la mejor zona de veraneo del mundo", conocida tradicionalmente como El Terreno.

Lo que fue y es el Paseo Marítimo ha tenido su reflejo en películas rodadas en Mallorca, entre ellas algunas memorable. En El verdugo, del gran Luis García Berlanga, varias secuencias fueron rodadas en el Paseo Marítimo y en el puerto; otra película, Bahía de Palma, en la que apareció el primer bikini del cine español de posguerra, con Elke Sommer de protagonista, actriz que tuvo un romance con un conocido picador mallorquín, también queda constancia visual del Paseo Marítimo; y así pueden citarse varias películas más.

La Cuarentena

Flanqueando el paseo, se dan cita elementos que contribuyen decisivamente a darle una fisonomía decisiva; además de la ensenada de Can Barbará, que todavía retiene algo de lo que fue antaño, se hallan los jardines de La Cuarentena, que desde la plaza del Mediterráno, contigua a la de Gomila, fenecida como centro del ocio nocturno de Palma, se desparraman hasta la acera interior. Los jardines de La Cuarentena son unos grandes desconocidos, apenas visitados, a pesar de sus notables características. La Cuarentena se haya en buena parte cerrado mediante un muro de sillería. Todavía se conserva el portón de acceso al mar. Su nombre se debe a que fue utilizado para embarque y desdembarque de mercancías y pasajeros sometidos al régimen de cuarentena por proceder de barcos con "patente sucia". Se conserva el portón de acceso al mar con sus correspondientes escudos. Por los antecedentes contenidos en la serie de planos del puerto puede afirmarse que La Cuarentena se hallaba ya construido en este lugar próximo a S´Aigo Dolça en el siglo XVII prestando servicio hasta el siglo XVIII, en el que se produjo un agrupamiento de este tipo de establecimientos. La Cuarentena entró en decadencia a lo largo del siglo XIX, cuando se implantaron los servicios de sanidad exterior en el denominado Espigón de la Consigna, siendo sustituidos en 1936, año del golpe de Estado que desencadenó la Guerra Civil, por las instalaciones que construyó la entonces denominada Junta de Obras del Puerto en el paraje de la antigua pedrera, demolidas en 1961, para ser sustituidas por las actuales instalaciones del muelle de ribera de San Carlos. Los jardines constituyen una de las zonas verdes más conseguidas de Palma.

Sin estar ubicada estrictamente en el Paseo Marítimo, sí puede considerarse parte del mismo la capilla de San Telmo. Primitivamente situada en la esquina formada por la calle del Mar y el antiguo muelle de Ribera, el acual Paseo de Sagrera, en el punto que ocupa la jefatura del Sector Naval, fue trasladado, piedra a piedra, por la Junta de Obras del Puetrto a su actual emplazamiento en 1947. Si bien hay noticias que acreditan la existencia de una capilla dedicada también a San Telmo, a partir del siglo XIV, los datos contrastados no se encuentran hasta 1617, lo que hace suponer que la capilla trasladada data de principios del pasado siglo. Perteneciente al extinguido Gremio de Mareantes, quedó afectada por la reforma legislativa de Mendizábal (la desamortización) hacia 1835, en los inicios del reinado de Isabel II.

Otros elementos que jalonan el recorrido del Paseo Marítimo son el busto del teniente general Barceló. Situado frenter a las instalaciones del Club de Mar, en el inicio del paseo, el busto se colocó en su emplazamiento por acuerdo de la Junta del Puerto siendo inaugurado el 5 de mayo de 1971. La escultura, como otras de Ciutat, fue obra de Remigia Caubet, quien, junto a Horacio de Eguía, autor del Ramon Llull, plantado en el inicio de Sagrera, mirando hacia el puerto, a la vera del Parque del Mar, devinieron en los escultores oficiales de Palma, acompañados del tercero en discordia, Jaime Mir. También la Junta del Puerto de Palma, en sesión del 3 de julio de 1984, adoptó el acuerdo de aceptar el ofrecimiento de una escultura, obra de Remigia Caubet, por parte del Consell de Mallorca, denominada La Font de L´Amor. Está instalada en el parterre de forma triangular que corresponde a la intersección del vial de S´Aigo Dolça con el Paseo Marítimo.

Atlas de los Cresques

En la plaza peatonal de los jardines fronteros al Auditorium, se ubica la monumental veleta metálica situada sobre una columna formada por el perfil del barco dibujado en el Atlas Català de 1385 de los Cresques, la familia de judíos mallorquines autores de fundamentales obras de cartografía medieval, que creó escuela, encontrándose en la parte ocidental del atlas frente a las actuales costas del Sahara representando un buque del siglo XIV. La columna, en marés de Santanyí, tiene la misma forma que las de la galería superior del Castillo de Bellver, y en el pie de la veleta se hallan los ocho clásicos vientos mediterráneos, con el dibujo tomado de la Rosa de los Vientos que aparece en el citado Atlas Català.

El Paseo Marítimo también acoge el monumento a Marcos Ferragut, el mecenas que hizo posible el Auditorium, y la hornacina y efigie de santo Domingo de la Calzada, amparado por el talud del Jonquet en su parte central, al objeto de proteger los jardines. El monumento data de 1951.

Esa es la fisonomía del actual Paseo Marítimo, que, pese a todo, es uno de los más celebrados de Europa, dado su recorrido, serpenteando el puerto y las panorámicas que se divisan, tanto del puerto y la bahía como de la catedral. El futuro ha de ser el citado: recrearlo como un gran boulevard. Carlos García Delgado reitera que puede hacerse, que es un proyecto factible, y que, dado que existe la voluntad política de Cort, se ha de convertir en realidad. El problema es el de cómo absorber el intensísimo tráfico que canaliza. No parece haber otra solución que la de acometer la construcción del segundo cinturón de ronda, convenientemente rediseñado, y corregir los defectos que tiene el primero. Sin ello, hacer el boulevard parece una quimera, aunque desde el Ayuntamiento, como a manifestado el alcalde Noguera, se quiera hacerlo. En los meses que quedan hasta las elecciones municipales del último domingo de mayo del próximo año, es imposible realizar el proyecto; todo lo más se podrá ampliar una de las dos aceras e iniciar la reducción del tráfico, en el supuesto de que, al hacerlo, no se origine lo que algunos vaticinan que se desencadenará: un fenomenal atasco circulatario en momentos de tráfico intenso, lo que ya viene uscediendo. En el caso de que se achique la vía, los atascos pueden llegar a serr históricos. Es la servidumbre del Paseo Marítimo.

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