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Psicología

Depresión postvacacional, cuando volver al trabajo es un infierno

Los expertos recomiendan planificar el regreso a la oficina para favorecer la adaptación a la rutina pero, sobre todo, adoptar una actitud optimista y constructiva

Depresión postvacacional, cuando volver al trabajo es un infierno

Nadie dijo que volver de vacaciones fuese fácil. Para la mayoría de los mortales reincorporarse a las prisas, los atascos y los madrugones tras unas reponedoras vacaciones no resulta del todo sencillo. Los días son cada vez más cortos, los chiringuitos cierran, los turistas se marchan y es hora de volver a la oficina con las pilas renovadas.

Los efectos beneficiosos de las vacaciones son evidentes, no solo sobre la salud de los trabajadores sino también en su bienestar. Sus efectos positivos son muchos ya que permiten al trabajador suprimir altos niveles de estrés al disminuir durante esos días la actividad física e intelectual, así como las demandas sociales habituales en la vida diaria. Los datos lo demuestran: investigadores de la Universidad de Pittsburgh descubrieron que los trabajadores que no tomaban vacaciones anuales eran 32% más propensos a morir de un ataque al corazón. Ante la evidencia, los expertos recomiendan tomarse muy en serio el periodo vacacional para descansar y relajar así cuerpo y mente.

"Llevaba mucho tiempo sin poder disfrutar de unas vacaciones más o menos largas y estos días me he dado cuenta de lo importantes que son", comenta Amalia Moraleda, después de haber pasado un mes de vacaciones. En los últimos años la joven no ha dejado de estudiar y trabajar al mismo tiempo y desde hacía más de tres años no había podido disfrutar de unos días de desconexión total. "Las vacaciones sirven para relajarse y recuperar fuerzas. Es muy difícil no quemarse si no puedes disfrutar de un periodo vacacional medianamente largo que te permita desconectar del trabajo", comenta.

La joven ha aprovechado sus vacaciones estivales para conocer otras ciudades. Ayer aterrizó en el aeropuerto de Palma, después de haber estado viajando todo el mes de agosto. "Estuve unos cuantos días recorriendo Ibiza y Formentera con mi pareja. Hemos estado en la playa, en mercadillos y probando algunos restaurantes de la isla", cuenta maravillada. "También he pasado varias semanas viajando por Italia. Tenía muchas ganas de hacer un viaje así y por cuestiones de trabajo nunca había conseguido juntar un par de días para viajar", añade. Visitó las ciudades de Venecia, Florencia, Verona y Milán cargando con una mochila en la que llevaba solo lo imprescindible para pasar unas semanas recorriendo el país. Ha sido una experiencia increíble". Pero desgraciadamente ha tocado su fin.

Amalia es abogada y trabaja en un despacho en el centro de Palma, por lo que conoce bien lo que significa la locura de volver al bullicio del centro de la ciudad. "Después de las vacaciones cuesta mucho volver a la rutina, pero todo es coger el ritmo", comenta la joven de 25 años. "Es cierto que los primeros días estás más disperso, pero, poco a poco, con la ayuda de los compañeros te vas adaptando. Al principio es un poco duro porque tienes que coger de golpe el ritmo intenso del trabajo, pero creo que en dos o tres días ya habré superado con éxito la famosa depresión postvacacional".

¿Es real la depresión postvacacional?

El síndrome postvacacional no está tipificado como enfermedad y no se puede diagnosticar, pero sí que parece haber un conjunto de síntomas comunes y pasajeros que algunos trabajadores sienten al reincorporarse a su puesto de trabajo después de sus vacaciones. La ansiedad por la vuelta al trabajo suele manifestarse, incluso antes de que se acabe el periodo vacacional, como unos días de malestar en el que el desánimo, la irritabilidad, el estrés y el insomnio toman el protagonismo. Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, empieza a resultar habitual que en los primeros días de septiembre sea relativamente frecuente encontrar en los Centros de Salud personas aquejadas de molestias tanto físicas como psíquicas que dificultan su actividad diaria. Los principales síntomas del síndrome postvacacional son cansancio, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, así como irritabilidad, nerviosismo o tristeza. Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, "las molestias físicas y psíquicas que muchas personas experimentan al acabarse las vacaciones pueden aparecer a cualquier edad, incluida la infantil. Afecta al 5-8% de los niños y al 20% de los adultos".

Las personas que se ven más afectadas por el síndrome postvacacional son los que realizan una ruptura muy brusca del ritmo vacacional y proceden a la reincorporación de forma inmediata, por ejemplo, empiezan a trabajar al día siguiente de volver de viaje. También son propensos los que presentan de forma habitual malestar o disconfort con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana y los afectados por el síndrome de burn out, que tienen problemas de agotamiento o desencanto con el trabajo que realizan.

Para hacer frente a los efectos de la depresión postvacacional los expertos recomiendan planificar la vuelta de las vacaciones con, al menos, dos días de antelación para favorecer la adaptación a la rutina, regular durante los primeros días la intensidad del trabajo, dormir más horas de la habituales, pero sobre todo adoptar una actitud optimista y constructiva, evitando recrearse continuamente en las molestias de volver al trabajo y afrontar la vuelta como un nuevo periodo vital en el que desarrollar nuevas actividades para el crecimiento personal. Por otro lado, también es recomendable realizar ejercicio para despejar la mente y adoptar una actitud positiva ante la cuesta de septiembre. Desde la SemfYc también recomiendan no tomar decisiones vitales sobre el futuro laboral después de las vacaciones.

La verdadera depresión postvacacional

Seguramente para Amalia será fácil superar la fatiga y el agobio que supone volver a su puesto de trabajo después de un mes de descanso, sin embargo, hay casos en los que el síndrome postvacacional no desaparece y puede constituir solamente la punta del iceberg de un problema mayor. Si el malestar no desaparece transcurridos los primeros diez o quince días es recomendable acudir al médico, pues seguramente nos encontremos ante un problema de otra naturaleza. Según los expertos, el verdadero síndrome postvacacional lo padecen las personas que sufren o han sufrido casos de mobbing y, por tanto, ven el trabajo como un acoso o una amenaza.

Según un estudio de la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el Trabajo, el 15% de los trabajadores en España sufre acoso laboral, es decir, comportamientos agresivos o amenazadores en su entorno de trabajo. Se entiende como acoso laboral el trato hostil o vejatorio al que es sometida una persona en el ámbito laboral de forma sistemática, que le provoca problemas psicológicos y profesionales. "El mobbing afecta tanto a la salud mental como física de la víctima. La persona que sufre acoso laboral está constantemente soportando altos niveles de estrés que le provoca, en casi la totalidad de las ocasiones, un cuadro ansioso-depresivo, que puede terminar desencadenando enfermedades como depresión, úlceras o problemas cardiovasculares, entre otros", explica Gabriela Acedo, integrante de la ANAMIB, la asociación que trabaja en Balears para ayudar a los trabajadores que se ven envueltos en situaciones de acoso en el trabajo.

Para saber si se está siendo víctima de acoso laboral hay que fijarse en si confluyen una serie de factores: ocurre en el entorno laboral, se da, por lo menos, una vez a la semana y se ha prolongado en el tiempo por más de seis meses. Los verdugos, en el caso de ser compañeros, suelen recurrir a las agresiones verbales para menoscabar la autoestima de las víctimas, tienden a hacerles el vacío o se inventan rumores difamatorios para dañar la imagen del acosado entre el resto del personal. En el caso de ser algún superior, les sobrecargan de trabajo de manera injustificada, les piden tareas imposibles de cumplir o no les encargan absolutamente nada reduciendo sus responsabilidades profesionales.

La mayoría de las investigaciones coinciden en señalar que las víctimas de acoso laboral son personas con elevado sentido de la ética que en muchos casos han renunciado a mantener una postura transigente con las situaciones injustas, propias o del entorno. También se han destacado otras características como autonomía, alta cualificación, empatía o la popularidad.

La víctima suele ser envidiada por la aceptación o el aprecio que despierta entre sus compañeros, subordinados, jefes, pacientes o clientes, por su don de gentes o las felicitaciones recibidas por su trabajo. Estos rasgos probablemente actúan como desencadenantes de los comportamientos de acoso, al ser percibidos como amenazantes por miembros de la organización como jefes o compañeros, principalmente. "Los acosadores suelen coincidir con un perfil determinado. Tienen una personalidad psicopática, son sociópatas. Por norma general, son personas que no tienen remordimientos, son fríos y calculadores, aunque dan una imagen de gente muy amable", explican desde ANAMIB. En pocas palabras, quien hostiga a un compañero trata de destruir la confianza en sí mismo y su autoestima para afectar así su desempeño laboral, que ha sido hasta entonces aceptable, o incluso positivo, reduciéndolo progresivamente. Con ello se consigue eliminar la empleabilidad del trabajador o su capacidad de ser útil para la organización.

Lo primero que siente la persona que tiene que enfrentarse a una situación de acoso laboral es miedo porque no sabe hasta qué punto puede llegar el acosador y se ve desprotegido ante una amenaza que tiene que soportar a diario. Después aparece la culpa. Se inicia un continuo proceso de desvaloración personal que consiste en la destrucción de su autoestima en el que la víctima termina creyendo que verdaderamente ha cometido errores o fallos y que, de alguna manera, merece el trato recibido.

Cómo hacer frente al ´mobbing´

El acoso laboral es una lacra social a la que muchas organizaciones no prestan la suficiente atención. ¿Cómo es posible? Determinadas organizaciones parecen ser el caldo de cultivo perfecto para que se desarrolle este fenómeno. En general, las corporaciones fuertemente burocratizadas, con mayor grado de rigidez, son más proclives a la aparición de comportamientos de acoso. "Las empresas e instituciones donde se producen este tipo de agresiones suelen mirar hacia otro lado. En ANAMIB muy pocas veces nos hemos encontrado con empresas que tengan voluntad real de solucionar el problema. En la mayoría de ocasiones intentan desacreditar a la víctima para tapar los casos de mobbing", explica Gabriela.

Los compañeros tampoco están por la labor de ayudar. "Muchas veces los testigos también callan porque saben que si se ponen del lado de la víctima, serán los próximos en sufrir los efectos del acoso laboral. Es una cuestión de puro miedo", añade. "Las personas que se acercan a la asociación muchas veces muestran su decepción por no haber recibido apoyo dentro de la empresa, lo cual te provoca una impotencia y una tristeza inmensa".

¿Cómo hacer frente a la situación? En ANAMIB lo tienen claro: lo primero es reconocer el problema y pedir ayuda. Es habitual que las personas que sufren mobbing se sientan solas y desamparadas porque, en la mayoría de ocasiones, ni sus jefes ni sus compañeros muestran su apoyo, por ello, es imprescindible buscar ayuda en otros lugares donde puedan recibir orientación para superar la situación. "Lo primero que tendrá que hacer el acosado es alejarse del lugar donde se producen los episodios de acoso, después, progresivamente mediante terapia deberá ir afrontando la vuelta al lugar de trabajo".

A nivel social, para Gabriela, el acoso laboral tiene difícil solución. "La divulgación es primordial y juega un papel importante para que las personas que pasan por esta situación sepan qué les está ocurriendo, entiendan que no son situaciones normales ni tolerables y que deben poner soluciones antes de que empeore la situación". La justicia tampoco juega a favor de las víctimas. "Si las leyes fuesen suficientemente firmes, a lo mejor podríamos luchar contra el problema de raíz, sin embargo, la legislación es muy blanda y escurridiza".

Este mal endémico todavía tiene algunos vacíos legales en España por la dificultad a la que se enfrenta el trabajador acosado a la hora de acreditar los hechos y conductas que constituyen el acoso, ya que uno de los rasgos característicos del mobbing es que se lleva a cabo con la apariencia de una absoluta normalidad y sin prácticamente nunca dejar rastro por escrito. Por ello, los abogados recomiendan siempre a la víctima registrar o escribir las situaciones de acoso anotando las fechas, horarios, lugares y posibles testimonios, conservar cartas, correos electrónicos, regalos o el registro de llamadas telefónicas, hablar del problema con sus compañeros de trabajo y personas más cercanas, así como averiguar si el acosador se está metiendo con otras personas.

Sorprendentemente no se habla demasiado sobre mobbing en las organizaciones, cuando el acoso laboral supone un problema de salud laboral para nada anecdótico. Son muchas las personas que tienen que soportar a diario tratos vejatorios por parte de sus compañeros de trabajo o jefes. Las empresas no pueden seguir mirando hacia otro lado, permitiendo así que la impunidad de los acosadores reine en las corporaciones. En las escuelas parece que ya se ha reaccionado frente al bullying y se avanza hacia modelos educativos en los que estos abusivos comportamientos no tengan cabida en las aulas. Lo mismo debería pasar en el entorno laboral para que ningún trabajador tenga que esperar a que lleguen las próximas vacaciones para sentirse a salvo.

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