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Generación Z

Los auténticos nativos digitales

Los jóvenes nacidos entre 1996 y 2010 han crecido con la crisis económica y con un smartphone en el bolsillo por lo que su vida está influida por las nuevas tecnologías

Los auténticos nativos digitales

“¿Creéis que abrir la puerta y permitir el paso a una mujer es un micromachismo?” Con esta pregunta, que ellos mismos plantean, se abre el debate de estos cinco jóvenes mallorquines de entre 20 y 22 años: Silvia, Toni, Estefanía, Cristian y Sofía, miembros de la conocida como Generación Z, ese conjunto de adolescentes que ha llegado a su madurez sin pedir permiso para revolucionar y replantear el futuro.

“Si se hace por el simple hecho de ser mujer, sí es machista porque se entiende con este detalle que se trata a la mujer como el sexo débil a quien hay que proteger y atender”, comenta Silvia Martínez, estudiante de tercer curso del doble grado de Derecho y Administración de Empresas. Además, “es un trato paternalista y condescendiente”, admite Estefanía Barceló, compañera de Silvia en la Universitat de les Illes Balears. Al final de una larga charla y después de un profundo debate entre los que se trataron diferentes temas, los cinco coinciden en que para determinar si es una actitud machista o no hay que tener en cuenta el contexto y otros aspectos como, “si se abre la puerta por educación y no por una cuestión de género”, concluye Toni Manera, estudiante de ADE, también por la UIB.

Si algo tiene la generación que ha destronado a los millenials es que no calla ni se conforma. El marketing y la sociología ya hablan de la iGen o Generación Z como un “salto generacional” que deja atrás a sus predecesores, quienes, a pesar de ser todavía jóvenes, no comparten sus mismas características: los adolescentes de hoy son la generación que creció con la crisis y nació con un smartphone en el bolsillo.

Según el Instituto Nacional de Estadística, los zetas, nacidos entre 1996 y 2010, son casi 8 millones de personas en España y algo más del 25% de la población mundial. Estos jóvenes han utilizado por primera vez en la historia Internet para educarse y socializarse desde las fases más tempranas de su crecimiento y, aunque todavía es pronto para estimar cuál será su influencia, cuesta pensar que será irrelevante.

La Generación Z ha nacido y se ha desarrollado con los gigantes de la Red. Google se fundó en 1998, en 2001 se creó Wikipedia, el jovencísimo Zuckerberg lanzó Facebook en 2004, dos años más tarde surgió Twitter y en 2010 irrumpió Instagram para alcanzar el número uno en el ranking de redes sociales más utilizadas por los jóvenes de todo el mundo. “Lo primero que hacemos cuando nos levantamos y lo último que hacemos al acostarnos es mirar el móvil”, comenta Estefanía y su compañero Toni Manera le confiesa que por las mañanas se pone la alarma de su iPhone antes de tiempo para revisar las novedades de sus redes sociales y leer los chats de WhatsApp.

El influjo de las nuevas tecnologías es evidente en esta generación, que ni tan siquiera recuerda cuando fue la primera vez que sostuvo un teléfono en sus manos. “Desde muy pequeños hemos estado en contacto con este tipo de aparatos y es muy difícil imaginar la vida sin ellos”, comenta Cristian Ramos, estudiante de Educación Social en la UIB, y añade, “aunque no quieras tener una dependencia hacia la tecnología, la sociedad te empuja a ello, ya que para la mayoría de trabajos e incluso para estudiar, dependes del ordenador o del móvil”.

Caracterizados con frecuencia como una generación adicta a las pantallas y con poca capacidad de atención, enganchada a redes sociales visuales como Instagram, también se les describe como personas comprometidas, colaborativas y partícipes de la situación política del mundo en el que les ha tocado vivir. Además, los jóvenes zetas se describen como demasiado preocupados por la imagen que proyectan a los demás y algo egoístas, según los resultados de un informe de Fundación SM que analiza la realidad juvenil española desde 1984 hasta 2017.

Internet desde la cuna

Los iGen desconfían de la educación superior actual por su falta de pragmatismo y lejanía de la realidad. “Para que sea útil, la educación debe adaptarse al nuevo mundo digital en el que dentro de poco estaremos inmersos de lleno para dejar atrás de una vez el modelo de enseñanza tradicional. Creo que vamos en camino porque los institutos y universidades están dejando de lado los libros para utilizar otros materiales didácticos más llamativos como las tablets o los ordenadores”, comenta Toni. Otro tema son los contenidos, “en la carrera estudiamos fórmulas y nos enseñan a utilizar programas que están obsoletos. Es frustrante porque sabes que no te va a servir de nada en el futuro. Vivimos en un mundo en continuo cambio y las universidades no pueden ir por detrás de la realidad”, denuncia Silvia.

El 33% de los zetas utiliza Youtube para hacer los deberes, según señala un informe de la escuela de negocios de la Universidad de Deusto y la consultora Atrevia, que radiografía a esta nueva generación de trabajadores, ciudadanos y consumidores, muy distinta a los millenials nacidos entre 1983 y 1993. “Somos conscientes de que tenemos un acceso a la información que nos facilita mucho el trabajo. En Internet puedes aclarar dudas e incluso hay clases online que te pueden servir para entender mejor lo que te ha explicado el profesor en clase. Es una herramienta que nos ayuda a aprender de forma autodidacta”, comenta Silvia.

Otro elemento que los caracteriza, según el estudio, es su capacidad para trabajar en red, con culturas diferentes y en empleos más creativos. “A la hora de buscar un trabajo, además del sueldo y las condiciones generales de la oferta, nos fijamos sobre todo en que podamos desarrollarnos como personas y como profesionales. Queremos un trabajo que nos permita crecer y asumir retos constantemente”, coinciden los cinco. Para los Jóvenes Zeta pensar en un trabajo para toda la vida es como acercarse a un precipicio y, por hacer una estimación, el 70%, según un estudio de M&C Saatchi España, consideran que tendrán que trabajar más que sus padres para alcanzar el mismo nivel de vida. “Me da vértigo solo de pensar que podría estar yendo a la misma oficina todos los días de mi vida. Necesitamos estar continuamente cambiando y aprendiendo cosas nuevas, no queremos estancarnos”, confiesa Estefanía.

La Generación Z se va a convertir en el principal capital humano de las empresas a partir de la década de 2020, momento a partir del cual las organizaciones deberán integrar en sus estrategias de recursos humanos la necesidad de encajar estos nuevos y exigentes perfiles profesionales. Según el estudio de Deusto y Atrevia, los jóvenes de entre 14 y 23 años se caracterizan por estos cuatro términos: irreverencia, inmediatez, inclusión e incertidumbre. “Irreverentes porque no dudan en llevar la contraria a sus padres, profesores o mayores, entre otras cosas porque han sido autodidactas. Inmediatez como las redes sociales que frecuentan, donde todo es rápido y fugaz. La economía colaborativa y la diversidad que abrazan les convierte en inclusivos. El mundo líquido en el que han nacido, en palabras del filósofo Bauman, donde nada es estable y todo cambia, hace que la incertidumbre sea su compañera desde que nacieron en plena crisis global”, explican Nuria Vilanova e Iñaki Ortega en el informe.

Vivir la crisis

Además, este grupo de jóvenes creció en el contexto de una recesión económica mundial que cambió su manera de ver el mundo y entender el futuro. “Si algo hemos aprendido del paso por la crisis es que si hay algo seguro es que nada es seguro”, comenta Sofía Martínez, estudiante de 21 años del grado de Educación Social de la UIB. A lo que Cristian Ramos, compañero de clase de Sofía, añade, “lo cierto es que después de haber vivido años tan difíciles vemos el futuro con cierta desesperanza, pero lo que está claro es que no dejaremos de luchar”. Toni Manera está de acuerdo y afirma que “la crisis nos ha hecho convertirnos en personas competitivas. Nos ha obligado a salir de nuestra zona de confort y replantearnos lo que hasta ahora se daba por hecho: que vamos a tener un buen trabajo y una vida estable por el simple hecho de haber cursado una carrera universitaria. Esa seguridad ya no existe y te convierte en alguien más más flexible, responsable y realista”.

La familia se entiende como el mayor referente del jovenpara entender su posición en el mundo. Según un estudio de la Fundación SM, es considerada por el 97 por ciento de los jóvenes como “muy “o “bastante” importante en sus vidas. “Se han roto muchas barreras entre padres e hijos. Cada vez hay más comunicación y comprensión por parte de unos y otros”, comenta Cristian y añade, “podemos hablar de temas que, hasta hace poco eran tabú entre padres e hijos como el sexo o las drogas”.

Seguramente este avance en las relaciones entre familiares tiene que ver con que los jóvenes españoles son cada vez menos rebeldes. Según los datos del Plan Nacional sobre Drogas, desde 1996 los adolescentes que fuman a diario han pasado del 22% al 9% y se ha reducido el consumo de cannabis, cocaína y otras drogas como el éxtasis, las anfetaminas o los alucinógenos. Desde 2010, también baja progresivamente el consumo de alcohol.

Descontentos con las instituciones

La confianza de los jóvenes en las instituciones disminuye notablemente desde el año 2005; descienden especialmente, la prensa (un 10 %), el Congreso (un 10 %), la monarquía (un 9 %) y los sindicatos (un 7 %), según el estudio de la Fundación SM.

El cuarto poder es el que se lleva la peor parte. El Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo señaló en su informe de 2016 que el panorama informativo cambia sin parar y señala que la principal fuente de información de los zetas son las redes sociales, superando a la televisión por primera vez en la historia. La Generación Z se forma e informa en tiempo real y muchas veces los medios de comunicación llegan más que tarde. El 24% de ellos están en línea constantemente, y a pesar de que se mantienen informados de la actualidad a través de las redes sociales, no tienen conocimientos profundos sobre ningún tema. “Accedemos a la información a través de Facebook o Twitter y muchas veces solo leemos los titulares, lo que puede llevar a que tengamos una comprensión muy superficial de la actualidad”, comenta Sofía. A lo que Cristian añade, “si hay algún tema que me interesa, lo busco expresamente en Google, pero no necesariamente lo encuentro en un periódico digital”.

Ninguno de los cinco jóvenes entrevistados ha comprado un diario en papel en su vida, sólo escuchan la radio en el coche -normalmente para sintonizar canales musicales- y cada vez pasan menos horas frente a la televisión. “Hay plataformas como Netflix o HBO que te permiten ver lo que quieras, cuando quieras, además, sin anuncios. ¿Para qué vas a ver la televisión entonces? La tele te obliga a adaptarte a unos horarios y encima tienes que perder el tiempo viendo anuncios que no te interesan nada. No tiene sentido”, admite Estefanía.

Descontentos pero concienciados

Aunque sientan una desafección y descontento generalizado con las instituciones y actores del sistema político, a los integrantes de la iGen les interesa lo que sucede a su alrededor. Su desafección no es desinterés: de los Z con derecho a voto el 78% de ellos acudió a votar. La mayoría de los jóvenes no cree que los políticos representen sus intereses: solo el 11% considera que la clase política tiene en cuenta sus ideas e inquietudes, lo que se traduce en un claro distanciamiento del sistema político.

En España, la posición política de los postmillennials no varía mucho de la de generaciones anteriores en cuanto a su situación en el eje centro/izquierda. Según el estudio de Atrevia y Deusto, son las posiciones políticas de los zetas son centradas tirando hacia la izquierda (30% centro-izquierda, 40% centro y 10% centro-derecha); aunque, como suele ocurrir, seguramente con el paso de los años se irán corriendo hacia posiciones más moderadas.

En cuanto al mundo que les rodea, la generación Z está más implicada y se muestra más preocupada que la millenial. Los más jóvenes poseen una idea muy clara de la igualdad y la diversidad porque han crecido en un ecosistema integrador. “Hemos estudiado con chicos y chicas de diferentes países y culturas. Creo que nuestra generación es menos racista que las anteriores precisamente por eso”, comenta Silvia. “Pasa lo mismo con la diversidad sexual, hemos convivido con esta realidad desde pequeños y por eso, creo que somos más tolerantes. Simplemente lo vemos como algo normal, no nos sorprende”.

En la misma línea, la generación Z es mucho más exigente en cuanto a la sostenibilidad. “Empezamos a tener conciencia sobre la importancia de cuidar el medioambiente porque vemos las consecuencias que tienen sobre el planeta acciones como no reciclar o contaminar, pero creo que será la siguiente generación la que sea consciente y consecuente al 100%”, confiesa Toni y añade, “nosotros lo sabemos, pero no somos activistas del todo”.

Mirando al futuro

“Al terminar la Universidad, seguramente me vaya a trabajar a otro país para aprender idiomas y vivir la experiencia”, comenta Silvia. Los demás no lo tienen muy claro todavía, pero lo seguro es que no van a poner el freno de mano. “No sabemos lo que nos espera, pero nos adaptaremos a lo que venga”, comenta Cristian.

Es difícil divisar cuál será el alcance del comportamiento de los zetas y en cómo van a influir sus hábitos en los modos de consumo, comunicación e incluso socialización. La industria ya les está mirando con lupa para lograr entender sus gustos y llegar a sus bolsillos. Aunque es complicado catalogar a las generaciones, es útil analizar sus tendencias, manías y valores para anticiparnos a un futuro que está cada vez más cerca. ¿Conseguirán cambiar el mundo?

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