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Tic tac: la gran bomba de relojería

El nulo manejo de los bosques, la baja percepción del riesgo y la urbanización descontrolada, factores clave para los megaincendios

Eucaliptal incendiado diario de mallorca

Investigadores de la Universidad de Cádiz, pertenecientes al grupo RNM-923 Incendio, Ecología y Biodiversidad en Ecosistemas Mediterráneos - FEBIMED, han publicado en la revista Environmental Science and Policy un análisis crítico de las causas y consecuencias de los grandes incendios forestales que el pasado año asolaron buena parte de Chile, Portugal y el norte de España, especialmente Galicia. "En todos estos casos, esos incendios se desarrollaron bajo condiciones climáticas extremas y afectaron a grandes extensiones de plantaciones forestales de especies altamente inflamables, como pinos y eucaliptos", se detalla en el artículo. A lo largo de este trabajo, tanto Susana Gómez-González como Fernando Ojeda, pertenecientes a la UCA, junto con el profesor Paulo Martins Fernandes, de la Universidad de Tras-os-Montes e Alto Douro de Portugal, advierten de que las plantaciones extensivas y continuas de especies arbóreas inflamables favorecen el desarrollo de megaincendios forestales de muy alta intensidad. En el caso particular de Chile, hay que tener en cuenta que "a diferencia de los bosques nativos, las plantaciones de pinos y eucaliptos pueden disminuir el rendimiento hídrico, por lo que sería deseable reducir la homogeneidad del paisaje diversificando el uso de la tierra y restaurando los parches forestales nativos como zonas de amortiguamiento, particularmente en pendientes escarpadas y a lo largo de las cuencas hidrográficas".

Las plantaciones forestales requieren de técnicas agresivas de preparación del suelo (como es el caso del desmonte y aterrazamiento) que eliminan la vegetación nativa y diezman los bancos de semillas del suelo. "A medida que la complejidad del sistema radicular disminuye, el riesgo de erosión del suelo aumenta, particularmente cuando la eliminación de las copas de los árboles por el fuego deja el suelo alterado abierto a los efectos erosivos del viento y las precipitaciones". Así pues, "la mayor parte de los efectos negativos comúnmente relacionados con los incendios forestales (pérdida irreversible de la biodiversidad y erosión dramática del suelo) son en realidad promovidos por la forestación per se", como sentencian los investigadores.

El rápido establecimiento de extensas plantaciones comerciales de árboles "a menudo ha estado acompañado por regulaciones ambientales deficientes, pérdida de biodiversidad y conflictos agudos con las comunidades locales". De hecho, en muchas zonas de la Península Ibérica, estas plantaciones han sustituido a los brezales mediterráneos autóctonos de alto valor ecológico, poniendo en peligro su biodiversidad. Es importante indicar que "paradójicamente, se justifican los programas y políticas de forestación por la necesidad de proteger la biodiversidad y recuperar los suelos degradados", como insisten desde el grupo RNM-923.

Por ello, estos investigadores instan a desarrollar una política forestal sostenible en los ecosistemas propensos al fuego, además de poner en marcha una educación ambiental "centrada no sólo en ayudar a las personas a comprender y controlar las actividades humanas como la fuente más probable de ignición, sino también a comprender la ecología del fuego de los ecosistemas en los que se vive". Sin olvidar, que la tragedia causada por los incendios forestales de 2017 puede ser una oportunidad en Chile, Portugal y España, para "cambiar hacia paisajes menos propensos a los incendios, más diversos y resilientes que proporcionen servicios ecosistémicos sostenibles a la sociedad".

Las urbanizaciones

Sin embargo, existen otros factores que amenazan los bosques, como es el caso de las urbanizaciones. España tiene una ordenación urbanística en muchos lugares de su geografía que no tiene en cuenta el peligro real que suponen los incendios forestales. Y de ejemplos tenemos bastantes: desde la Costa del Sol, la Costa Dorada pasando por la sierra de Madrid o Balears. La presencia de urbanizaciones, edificaciones, infraestructuras y personas en contacto directo con zonas forestales influye de forma determinante en el comportamiento de un posible incendio forestal y en la forma de atacarlos.

"Resulta imprescindible que con el fin de reducir el riesgo y evitar futuros daños en la medida de lo posible, se realice una planificación a todas las escalas (prevención, emergencias y autoprotección) de estas zonas especialmente sensibles para abordar el problema desde todas sus dimensiones. No queremos que lo sucedido en un pasado reciente en Estados Unidos, Canadá, Chile, Sudáfrica, Portugal y ahora Grecia se repita en nuestro país. Pero estamos tentando a la suerte", explican desde el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural. Por todo ello, según los técnicos forestales, se debe exigir que existan planes de prevención contra incendios forestales en todas las zonas de alto riesgo declaradas por las Comunidades Autónomas, especialmente en urbanizaciones y lugares de masiva afluencias turística.

Estos instrumentos de gestión son la forma más eficaz de mejorar las acciones de prevención ya que en él se planifican las actuaciones para intentar reducir el número de incendios y sus consecuencias en caso de producirse. Y es que corresponde a cada administración local, en general, elaborar su propio plan de prevención de incendios forestales, siendo en algunas Comunidades Autónomas obligatorio para todos los municipios con terreno forestal y en otras sólo en las zonas identificadas como de alto riesgo. También las urbanizaciones y otro tipo de infraestructuras existentes en esa zona de interfaz deben contar con ese instrumento preventivo. Desgraciadamente, raro es encontrarse con una urbanización que haya hecho los deberes. "No existe una percepción real del riesgo", apuntan.

En este contexto real, los incendios forestales que afectan a estas zonas de interfaz resultan de una complejidad extrema. Si al riesgo de incendio forestal propio de los ecosistemas mediterráneos se le añade en el caso de España, por su perfil de potencia turística, la afluencia masiva de visitantes coincidiendo mayoritariamente con la época más seca (con mayor probabilidad de ocurrencia de incendios y de que éstos sean más virulentos) y la presencia masiva de zonas residenciales entrelazadas con terrenos agroforestales nos muestran un escenario terrorífico.

"Actualmente los medios de extinción y de protección civil no pueden ni deben asumir toda la responsabilidad y no pueden ponerse en una situación de riesgo continuo, particularmente si no se han observado las mínimas normas de autoprotección y prevención. No estamos hablando sólo de un problema medioambiental, se trata de un problema de seguridad nacional", sentencian.

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