En el mundo del vino mallorquín, especialmente en lo que son las bodegas familiares, con alta tradición en la isla, se está dando un fenómeno positivo, el de la incorporación de jóvenes generaciones a las mismas. Una de estas incorporaciones recientes se refiere a la bodega Ca sa Padrina, ubicada en Sencelles, y a punto de cumplir veinte años. Su propietario y fundador, Andreu Suñer, ha visto como sus dos hijos, Guillem y Andreu, el primero enólogo, con prácticas en bodegas de Nueva Zelanda, se han incorporado a la empresa familiar, y con mucho ánimo. Su Mollet, un blanco elaborado con la variedad autóctona Moll y la francesa Chardonnay, ya alcanza la añada del 2017, y con demanda internacional. Es un blanco con toques artesanales, junto a tecnologías actuales. Su tono amarillo es trigueño, con aureola dorada. En nariz aparecen aromas a hierbas, sin faltar el ligero ahumado típico de la Chardonnay. Es fresco, atractivo y afrutado en boca.
Oferta Flash
Suscríbete a Diario de Mallorca durante nueve meses por tan solo 9,99 euros
La cata