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Mallorquines por el mundo

Desde Grecia: Eclipse

Desde Grecia: Eclipse

Les pido perdón por adelantado pero ya saben que la etimología me puede, es una de mis numerosas debilidades, y me ha sido imposible evitar lo del reciente "eclipse", termino de origen griego evidentemente, que me viene como anillo al dedo. Les remito al diccionario de la RAE. En una primera acepción, muy física, el eclipse no es sino "una ocultación transitoria, total o parcial, de un astro, o pérdida de su luz prestada, por interposición de otro cuerpo celeste". Y en el caso de eclipse lunar, "el que ocurre por interposición de la tierra entre la luna y el sol". Bonito, ¿no? Y además claro, bueno, oscuro en este caso, que la luna desaparece, o sea.

Aunque más misteriosa, sutil, es la que sigue, la segunda acepción: "Ausencia, evasión, desaparición de una persona o cosa". Lo que me lleva de vuelta al pasado mundial, cuando el eclipse de las grandes potencias futbolísticas. Para empezar, la ausencia de una histórica Italia, que ni siquiera llegó a clasificarse y, luego, las decepcionantes desapariciones de Alemania, Argentina, Brasil, con sus respectivos astros, Messi, Neymar, y otras celebridades, como Cristiano Ronaldo? Hasta llegar a una final atípica, donde una selección, Francia, que parecía -ojo, dicho con todos los respetos y sin guiños a Le Pen- un anuncio de Benetton, se impuso, potente, eficaz, alternando la estrategia a balón parado con algunas acciones relámpago, estelares, a una aguerrida Croacia, una máquina perfectamente engrasada, pero que no pudo con la potente defensa francesa. En este caso podríamos decir que Francia, con ayuda de la suerte, del VAR, de Griezmann y de Mbappé, eclipsó el corajudo sueño croata.

En toda Francia, pero especialmente en París, se vivió una intensa noche. Los Campos Elíseos se llenaron como en nochevieja, o cuando el funeral de Johnny. Fue una celebración festiva, mestiza y felizmente pacífica. El bleu, blanc, rouge, de la bandera tricolor se compuso en black, blanc, beur espejo de un país multiétnico que por una noche superó la fractura social, el apartheid de las "barriadas", y de la frustrada integración. La marsellesa como música de fondo, alternando con allez les bleus como nexo de unión.

Pero dejando atrás la fiebre mundialista, esta segunda acepción del término, del eclipse, me retrotrae a la actualidad política, al misterioso eclipse de Mariano Rajoy. No está nada claro si se trata de una desaparición, voluntaria o forzada, o de una evasión. Evasión de la realidad, evasión de uno mismo a fuerza de no hacer nada, de dejar escampar, de esperar. El incombustible gallego ha acabado como Houdini evadiéndose de la vida política, escapando del acoso Ciudadano, desentendiéndose -ya llevaba tiempo- del Procés y volviendo a la tranquila actividad funcionarial de registrador de la propiedad. Un artista.

Aunque, hablando de desapariciones, tremenda tristeza, cambio de tono. Cuando escribo estas líneas, aún no podemos cuantificar el alcance, un centenar de víctimas, de los dramáticos incendios que han sacudido la periferia de Atenas esta última semana. Incendios, todo apunta que fueron intencionados que suponen una involución, un síntoma, una brutal toma de conciencia de la situación real del país en un momento de sutil bonanza. Una Grecia que parecía, por fin, estar saliendo, tímidamente, de la agónica crisis. De nuevo, como una pesadilla, los veranos de fuego, como hace once años en el Peloponeso. Esperemos que Europa sea ahora generosa y solidaria.

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