El pasado domingo escribimos de cómo se incorporaron algunos de los alimentos llegados del Nuevo Mundo a nuestra cocina y de su trascendencia en la evolución de la misma hasta llegar a la que denominamos mallorquina tradicional. Hoy tratamos de uno de ellos, totalmente integrado en las cocinas de todo el mundo como es el cacao en su más conocida derivación, el chocolate.
El cacao fue una gran novedad tras llegar de América, muy celebrada desde el principio y que gozó de gran prestigio. Convertido en chocolate, era una bebida o alimento ideal de familias acomodadas para sus meriendas de media tarde junto con pastas o biscochos. Su difusión popular no llegaría hasta finales del siglo XVII, no sin que antes se hubieran suscitado algunas controversias médicas y también religiosas. Su conversión en tabletas sólidas no se conoció hasta el primer tercio del siglo XIX.
Son incontables los postres, golosinas, helados y pastelería que utilizan el chocolate como elemento que aporta sabor y color diferentes. Hace ya algunos años, en nuestras fiestas de invierno, era elemento indispensable; la noche de Navidad era impensable sin un chocolate con ensaimada; pero también en bodas y comuniones de familias más o menos sencillas: chocolate en invierno y helado en verano, hecho manualmente con la bomba de hielo y acompañado de ensaimada o una porción de coca dulce o un "quarto".
