Uno, que es médico y habla catalán en la intimidad, tiene la fea costumbre, además, de escribir en esa lengua cuando le rota, y además no lo hace del todo mal, aunque esté feo decirlo. Como uno tiene una edad y un ámbito geográfico incompatibles con la formación en la lengua de Martí i Pol, se agenció un titulín de esos que aseguran que lo hablas y lo escribes como un campeón, y un titulín superior al solicitado a los colegas médicos actualmente. Hay que aclarar que las aficiones nacionalistas, del país o estado que sean, me provocan un desprecio visceral. Dicho todo esto, puedo asegurar basándome en mis propias luces, limitadas y poco brillantes, que obtener el B1 de catalán, para cualquier licenciado superior, es tan sencillo que si se niegan es porque son malos o tontos.
