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Oblicuidad

Callas y Onassis, a tortas en mallorca

Callas y Onassis, a tortas en mallorca

El documental Maria by Callas constituye una valiosa aportación a la teoría de la celebridad, por su esmerada dosificación de los ingredientes operísticos, personales y sensacionalistas. En una diva interesan por igual sus arias artísticas y sus artes amatorias, salvo que insistamos en mentir sobre nuestras pulsiones estéticas. Maria Callas emerge como una diosa con carácter, adornada por las virtudes competitivas que a mediados del siglo pasado se consideraban inapropiadas en una mujer.

Callas interpreta a la perfección el papel odioso que corresponde a una soprano planetaria. En España se la muestra fugazmente junto al yernísimo Martínez Bordiu, autor del primer transplante de corazón fallido, que chupa cámara junto a la diva. El bailarín Antonio le enseña el batir de las castañuelas. Sobre todo, se aporta una grabación videográfica de "la fiesta más extraordinaria del año", en la expresión de la revista Jours de France para 1961.

Maria by Callas muestra a Callas y su inseparable Aristoteles Onassis llegando al hotel Son Vida. Estaban invitados a la inauguración de este castillo mallorquín. Transportaban en el legendario yate Cristina a Grace y Rainiero de Mónaco, accionista de referencia del establecimiento. Los príncipes monegascos celebraban cinco años de casados, y habían llegado a Palma en compañía de Elsa Maxwell, la archicolumnista de la alta sociedad. En la isla se encontró con su gran rival Hedda Hopper, que anotaría que "Son Vida es el lugar más paradisiaco que he encontrado en mi vida".

La encorsetada cena oficial estuvo a la altura de las autoridades franquistas que trufaban el evento. Una vez finalizado el ágape protocolario, los miembros de la jet set se desinhibieron. Las fotografías ausentes de Maria by Callas muestran a Elsa Maxwell al piano, mientras Rainiero empuñaba las baquetas para aporrear la batería, el playboy y magnate del estaño Ortiz Patiño se hacía cargo del contrabajo, y una desmelenada Callas sacudía las maracas. La voz cantante correspondía a Onassis, que en el documental asume la versión inhumana del bisonte malcarado.

La felicidad de Onassis y Callas siempre pecó de fugaz. La música y el alcohol precipitaron el desenlace con más de un precedente. El magnate y la diva la emprendieron a gritos y alborotos más físicos sobre el cuidado césped del hotel. A tortas, con perdón, sin que invitados y empleados acertaran a discernir un ganador. Maria by Callas transmite la violencia latente pero no patente entre ambos.

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