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Tribuna

El lado oscuro de los cruceros (II)

El lado oscuro de los cruceros (II)

En el anterior artículo analizamos cuestiones de índole ambiental en relación con la visita del Symphony of the Seas, el crucero más grande del mundo, a Mallorca.

No obstante, nos quedaba mucho que comentar al respecto y por ello presentamos esta segunda parte, teniendo muy presentes nuestras conclusiones anteriores: la necesidad de analizar y valorar correctamente los impactos ambientales para aplicar las restricciones y tasas adecuadas, tanto en lo referente a tasa por amarre, como precio a cobrar por el agua suministrada y la gestión de los residuos que se depositen en el puerto. En todos los casos, consideramos que deberían representar el coste completo del servicio, incluyendo las inversiones necesarias para dicha prestación, y los costes derivados de las actuaciones necesarias para mitigar los impactos.

Por otra parte, cabe recordar que, no hace muchos años, se suspiraba por una mayor presencia de cruceros en nuestros puertos, fundamentalmente el de Palma, viéndolo como uno de los factores que podía desestacionalizar el turismo aportando una rentabilidad estimada superior a la media del mercado turístico.

Por tanto, la pregunta a plantear sería: suponiendo que los análisis nos llevan a unas tasas adecuadas y a unas determinadas restricciones, y sigue habiendo demanda por parte de las compañías para hacer escala o punto de partida, ¿deberíamos en esas condiciones aceptar el turismo de cruceros en nuestros puertos, y en concreto en el puerto de Palma? Nuestra respuesta es que sí, si lo que queremos es formar parte de una economía moderna y desarrollada. Obviamente, si lo que queremos es otro modelo económico, la respuesta podría ser distinta.

En efecto, los cruceros generan ingresos para los puertos de escala, y más todavía para los puertos base, es decir, aquellos que son punto de partida y de llegada del crucero. Y Palma es puerto base de algunas compañías. En este caso se genera una mayor actividad porque los cruceristas acuden con anticipación, mediante vuelo procedente de su ciudad de origen y, en muchos casos, pernoctan por lo menos una noche. A la hora de hacer un balance de los beneficios y costes, es preciso considerar los ingresos obtenidos directamente del crucero (tasas, gastos efectuados por la compañía en el puerto), de las tripulaciones, que también desembarcan y a veces pernoctan, y de los propios cruceristas. Ese volumen de ingresos genera a su vez lo que se llama ingreso inducido por el efecto multiplicador del gasto en otros sectores de la economía. Finalmente, esos ingresos también dan lugar a nuevos puestos de trabajo que, a su vez, al disponer de mayor renta, incrementan sus gastos, generando un aumento de la producción total de bienes y servicios.

Varios son los estudios llevados a cabo para determinar el impacto económico de los cruceros. En función de los datos tomados, podemos ver valores bastante diferentes. Pero, aunque tomemos el valor menor de los analizados, cada crucero genera un valor añadido promedio de por lo menos 400.000 €, por lo que, si tomamos los datos de la Agencia de Turismo de las Illes Balears que establece la llegada de unos 850 cruceros por año en promedio de los últimos tres años, obtenemos un valor mínimo de 340 M€, equivalente al 1,3 % del PIB de las Balears. Otros estudios, por ejemplo el llevado a cabo por la Universidad de Barcelona para el caso del puerto de Barcelona, que en muy buena parte recibe los mismos cruceros que Palma, doblan esas cifras.

Además de lo anterior, la presencia permanente de cruceros y compañías navieras titulares de los mismos ofrece oportunidades de negocio a las empresas de Balears, que podrían aumentar los ingresos por su presencia, viéndose favorecido el desarrollo de actividades positivas para el conjunto de nuestra economía. En este sentido, ya apuntamos la necesidad a medio plazo de electrificar el puerto. Ello permitiría una facturación de electricidad importante y sus servicios asociados para lo que ya disponemos de capacidad de producción con las centrales actuales y empresas radicadas en Mallorca. Asimismo, las empresas de servicios portuarios pueden encontrar oportunidades importantes en gestión de residuos, reparaciones, gestión portuaria de las compañías y un largo etcétera. Otras empresas radicadas en Mallorca fabricantes o productores del sector primario, también pueden ofertar sus productos y servicios y competir para obtener pedidos.

En cuanto al número de cruceristas, los datos de la Agencia de Turismo hablan de 1,7 millones anuales con puntas diarias máximas de unos 20.000. Puede que esto parezca una acumulación importante de personas en el escaso kilómetro cuadrado del centro de Palma si bien varias son las consideraciones a hacer. El puerto ya tiene un límite de capacidad, y sería bueno reflexionar si debe aumentarse, mantenerse o reducirse. También puede ser interesante programar las escalas para evitar "días punta", incentivando a las empresas de cruceros con aplicación de tasas variables, ofreciendo alternativas atractivas de desplazamiento a otros puntos de la isla, o de la propia Palma, y no se debe descartar la limitación puntual de determinados espacios a un número máximo de personas, como ya se hace en otros puntos de la isla.

No obstante, quisiéramos añadir que cualquier actividad económica lleva implícitos aspectos negativos. En este sentido, por elevados que nos parezcan los impactos potenciales del turismo de cruceros, estos quedan empequeñecidos frente a otras actividades industriales o de servicios.

Si lo que queremos es optimizar el bienestar del conjunto de la población de Mallorca, sin aumentar el deterioro ambiental, debemos pensar en actividades que generen más valor añadido y, al mismo tiempo, introducir medidas y normativas que de una forma racional favorezcan la conservación integral de nuestro patrimonio. Entendemos que la actividad de cruceros, adecuadamente gestionada, puede contribuir positivamente a la mejora de la economía y el bienestar global de la población.

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