Aunque aún no son tantos los vinos blancos mallorquines ya elaborados que han madurado un tiempo, no más de seis meses en barricas, sino también en la presencia de sus lías, como se conocen los sedimentos de surgidos en cada fermentación, cada vez son mejores como más frecuentes en el mercado. Uno de estos vinos es el Blanc 2016 de la bodega familiar, en su tercera generación, Galmés i Ferrer, situada en Petra. En su inicio este vino solo se elaboraba con la uva autóctona Prensal Blanc, si bien, actualmente suma un diez por ciento, más o menos la francesa chardonnay, con alguna otra variedad. Conseguidos los vi os estos maduraron en barricas separadas, durante unos meses. Domina en su tonalidad un amarillo medio, con reflejos dorados. Se aprecian aromas en nariz de fruta blanca, incluida alguna tropical, especias suaves y florales. Su paso por el paladar tiene frescura, siendo equilibrada su acidez, con notas afrutadas y de campo.
