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Jóvenes y vivienda

Independizarse, una misión casi imposible

Sergio, Auxi, Puri y Marta forman parte del amplio grupo de jóvenes mallorquines que quieren emanciparse y no pueden o si lo hacen es con grandes dificultades. Los altos precios de la vivienda están marcando a una generación

Sergio y Auxi llevan varios años viviendo en régimen de alquiler en Palma, Marta continúa en casa de sus padres al no poder asumir los gastos que conlleva la independencia y Puri, procedente de Murcia, vino a la isla por trabajo y es la cuarta vez en ocho meses que cambia de piso. m.mielniezuk

No es país para jóvenes. Contratos temporales y parciales, abuso de falsos contratos en prácticas, alto coste de la Universidad, sobrecualificación, falta de empleo y, además, enormes problemas para acceder a la vivienda. Ser joven ya no es lo que era.

Balears ha sido históricamente la comunidad autónoma en la que la tasa de emancipación ha sido más elevada, sin embargo, la exponencial subida de los precios y la precariedad laboral a la que se enfrentan muchos jóvenes de las islas hace que Balears haya dejado de presidir el ranking para pasar a ocupar el segundo puesto, por detrás de Cataluña.

Desgraciadamente las cifras de emancipación en Balears no hacen más que caer en picado. Sólo entre 2016 y 2017 el número de jóvenes que abandonaron el hogar familiar en las islas descendió un 10% y todo indica que la tendencia continuará este año a la baja, según revelan datos del informe elaborado por el Consejo de Juventud de España.

La buena noticia es que la situación laboral de los jóvenes de Balears es mejor que la de muchas otras comunidades en las que cuentan con tasas de paro y precariedad mucho más elevadas, sin embargo y paradójicamente, el acceso a la vivienda de las personas menores de 35 años de las islas es el menos accesible del país, según el último informe de Sociedad de Tasación.

Las opciones para independizarse de los jóvenes son múltiples: alquiler, compra o compartir piso, pero ninguna de ellas es precisamente un camino de rosas.

Vivir en régimen de alquiler es cada vez más común en Balears. La comunidad es líder en residencias de alquiler y supera la media nacional con un 29%. En el conjunto del país, los hogares que viven de alquiler suponen el 28% del total.

El esfuerzo económico que tiene que asumir una persona joven para acceder a un contrato de alquiler asciende hasta el 136% de su salario neto y el 70% en el caso de conformar un hogar joven, según datos del Consejo de la Juventud (CJE). “Si no compartes piso, es imposible independizarse en Palma. Los precios de los alquileres están por las nubes y son inasumibles para una persona joven con un sueldo medio”, comenta Marta Fernández, joven mallorquina que continúa viviendo con sus padres al no poder asumir los gastos que conlleva la independencia.

“Si cobras unos 1.200 euros y tienes que pagar un alquiler de unos 700 euros como mínimo, ¿cómo vas a llegar a final de mes?, se plantea Marta y añade, “lo realmente preocupante es que, a pesar de tener un trabajo con un sueldo medio no puedes asumir los gastos de una casa” .La problemática es evidente.

Precariedad laboral

Además de los altos precios del sector inmobiliario, la temporalidad y parcialidad en los contratos hacen que un gran porcentaje de jóvenes no se planteen independizarse por la inestabilidad laboral en la que se ven inmersos. “He ido encadenando prácticas con contratos temporales que no me han permitido disfrutar de una estabilidad profesional. Nunca he conseguido un contrato indefinido, entonces nunca me he podido plantear la opción de irme de casa”, afirma Marta.

Balears es también la comunidad autónoma que acoge a más jóvenes de la península y del extranjero que vienen a trabajar a las islas y que tienen que buscarse forzosamente un alojamiento para el tiempo que dura su estancia, lo que contribuye, junto a un mercado laboral potente, que Balears haya sido durante muchos años la comunidad autónoma con el mayor porcentaje de jóvenes emancipados de todo el país.

Es el caso de Puri Martínez, que llegó a Palma a trabajar a mediados de 2017 procedente de Murcia y se vio sorprendida por la enorme dificultad de encontrar un piso a un precio razonable en la ciudad. “No hay oferta de pisos asequibles en Palma. Los precios son desorbitados. He llegado a pagar 600 euros por una simple habitación. Es una locura”, comenta la murciana. “He pasado por cuatro casas diferentes en ocho meses y ahora mismo vuelvo a estar buscando piso. Nunca hubiera podido imaginar que la situación era tan complicada”, añade.

Cuando decidió mudarse a Mallorca ni tan siquiera pensó que encontrar un lugar donde vivir podría ser un problema y ocho meses después se plantea si vale la pena seguir trabajando en la isla. “No encontrar casa me genera un estado de incertidumbre e inestabilidad tan grande que al final pienso que no me compensa trabajar aquí”, afirma. Es el caso de muchos otros profesionales, como médicos o funcionarios, que vienen a las islas a trabajar y sin sospecharlo ven mermadas sus posibilidades y su calidad de vida. “El derecho a la vivienda es algo tan básico… Si no encuentro dónde vivir tendré que volver a mi ciudad y empezar de cero”, comenta Puri, y se pregunta, “Yo me iré, pero ¿qué pasa con la gente que lleva viviendo en Palma toda la vida?, ¿se van a tener que ir de su propia tierra? Es muy triste y desesperante.” En este contexto, la opción de compartir piso se contempla como la única posible para la mayoría de los jóvenes. El interés por esta alternativa se ha disparado. De 2016 a 2017 la tendencia aumentó un 80%, según el portal Idealista. “La única vía para vivir en la ciudad es compartir piso. Una persona joven casi no puede ni permitirse, por sí sola, vivir en un estudio de 30 metros cuadrados porque te piden mínimo 500 euros”, coinciden las dos jóvenes.

Se convierten en compañeros de piso porque no les queda más remedio. Son muchos los perfiles de la gente que comparte casa: jóvenes con sus primeros trabajos o personas solteras con empleo, entre otros. Un estudio realizado a nivel nacional por el portal Fotocasa en el año 2016 desvela que el 81% de las personas que compartían techo tenían entre 18 y 34 años. Y, aunque tres de cada diez eran estudiantes, crecían los que no lo eran: un 18% eran empleados de oficina, un 10% eran mandos intermedios, otro 10% eran profesionales, y un 8% eran trabajadores fuera de oficina y obreros cualificados.

La compra como opción

Con este panorama en el sector del alquiler algunos jóvenes se plantean la compra de una vivienda como posible solución, sin embargo, el mercado de venta de inmuebles tampoco es, en su mayoría, una opción viable económicamente para las personas jóvenes asalariadas ni para los hogares jóvenes compuestos por menores de 30 años. Según el informe del Consejo de Juventud, solo los hogares compuestos por personas de 30 a 34 años podrían acceder al mercado de la vivienda en régimen de compra con cierta garantía de solvencia.

Balears ha empezado 2018 como la comunidad autónoma en la que resulta más difícil asumir el coste de una vivienda nueva, según el último informe de Sociedad de Tasación. Según este estudio, un isleño deberá destinar 14 años de su sueldo para comprar una vivienda, mientras que la media nacional se sitúa en los 7,6 años.

En este caso, el esfuerzo económico que tendría que hacer un joven que quisiera comprarse una casa representaría el 86% de su sueldo y un 45% en el caso de hogares jóvenes. “Estamos estudiando la opción de compra de una vivienda porque estamos cansados de los abusos del mercado del alquiler. Este año se nos acaba el contrato y el casero nos va a subir un 40% el precio. Es inasumible para nosotros”, afirman Sergio y Auxi, una pareja de jóvenes mallorquines que llevan varios años viviendo en régimen de alquiler en Palma.

Ante la abusiva subida de los precios, barajan la compra como una posibilidad. “Nuestro mayor problema son los ahorros. Llevamos tantos años pagando un alquiler que no hemos conseguido ahorrar suficiente para afrontar la entrada de una casa, pero tampoco podemos asumir una subida de la mensualidad del alquiler tan alta. Vamos a pasar de pagar 600 euros a más de 900. Es una locura”, afirman.

Ante esta situación, muchos se plantean abandonar la ciudad y buscar en otros municipios precios más bajos. “Ya no exiges nada, ni la zona, ni casi que te guste el piso, solamente que el precio se adecúe a tu presupuesto”, apunta Sergio, y añade, “hemos estado buscando en pueblos como Inca o Manacor y es una opción que no descartamos”.

En Palma en solo un año el mercado inmobiliario se ha encarecido un 30% y se ha convertido en el municipio balear en el que se ha producido la crecida más acusada en los precios, según Idealista. A la capital balear le sigue Calvià, donde la vivienda ha subido un 22,6%, Eivissa (21%), Sant Josep de sa Talaia (20%), Maó (20%), Santa Eulalia (18%), Marratxí (17,6%), Llucmajor (17%), Campos (13%) y Sant Antoni de Portmany (13%). En comparación, el municipio más económico es Inca, donde se pagan 1.245 euros por metro cuadrado, seguido de sa Pobla y Manacor.

Medidas

Ante la asfixiante situación para los residentes, el Govern Balear ha aplicado fuertes restricciones al alojamiento turístico, una de las causas del incesante aumento en los precios de la vivienda en Balears. Tanto Marta como Puri apoyan este tipo de iniciativas. “Hay que combatir este fenómeno. Es una verdadera preocupación para los residentes y el Govern tiene que hacer algo para garantizar el acceso a la vivienda de los isleños”, comparten. Por otro lado, admiten que es difícil de legislar y entienden que los dueños de los pisos quieran sacar el máximo rendimiento económico. “Es normal que los propietarios quieran ganar el máximo dinero posible, pero para eso están los políticos, quienes tienen que conseguir llegar a un término medio y encontrar una solución que beneficie al conjunto de la sociedad”, añade Sergio.

Para incentivar la emancipación juvenil todos coinciden en que son necesarias ayudas económicas por parte de la administración. “El Govern tiene que plantarle cara a este problema y poner una solución. Los jóvenes necesitamos ayudas”, afirma Marta.

Aparentemente, esas ayudas podrían llegar. El Ministerio de Fomento aprobó en marzo el nuevo Plan Estatal de Vivienda 2018-2021, enfocado principalmente a fomentar el alquiler y la compra para los menores de 35 años.

El Govern balear dedicará gran parte de esta subvención a la puesta en marcha de diferentes líneas de ayudas y de inversión en vivienda a las que se destinarán 19 millones de euros en 2018 y más de 80 hasta el 2021. La mayor parte del presupuesto irá destinado a subvencionar el alquiler y al fomento del parque de vivienda en alquiler. Con todo, estas medidas no parecen suficientes. “Tienes que estar muy mal para conseguir una subvención”, comenta Auxi, y añade que “no puedes estar dependiendo de que te concedan una ayuda para poder pagar tu casa. Está claro que la iniciativa es buena, pero lo que tendrían que hacer los políticos es poner solución al problema de raíz, no poner parches”.

Preocupación

El complicado acceso a la vivienda es, junto a la inestabilidad laboral y el paro, la máxima preocupación de los isleños, según desvela el último estudio realizado por la Fundación Gadeso.

El principal problema es que, a pesar de que los precios del sector no hacen más que subir, los sueldos se mantienen por debajo de la media. “Si cobramos lo mismo desde hace tres años y ahora deciden subirnos casi un 40% el precio del alquiler, ¿cómo vamos a poder pagarlo?”, se pregunta Auxi y continúa, “hay muchos inquilinos de mi edificio que están abandonando sus casas porque no pueden hacer frente a la subida y nosotros vamos a ser los siguientes”.

El contexto es complicado y el futuro no parece nada alentador. Las previsiones indican que los precios del sector inmobiliario van a seguir evolucionando al alza durante este año. “Espero que la situación cambie o que, por lo menos, no empeore”, comenta Marta y prosigue, “hay que ser positivo y tener la esperanza de que gracias a la nueva normativa y a las ayudas vamos a tener la oportunidad de independizarnos y empezar un proyecto de vida fuera del hogar familiar”.

Para Puri el futuro es incierto, “tengo dos semanas para encontrar un piso en el que poder vivir y no parece que vaya a ser tarea fácil. Con tantas dificultades se te quitan las ganas de seguir viviendo aquí. Es una pena”, concluye. La situación para ella es muy agobiante. “Nunca pensé que encontrar una casa en Palma y poder pagarla sería tan complicado. En la península no se conoce la parte negativa de vivir en las islas y por eso sigue existiendo un efecto reclamo” y concluye, “estoy segura de que si los jóvenes que quieren venir a trabajar a las islas supiesen la situación que aquí se vive, se lo pensarían dos veces”. Ser joven ya no es lo que era.

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