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Memorias de la cocina

El bacalao, paradigma de la gastronomía cuaresmal (y II)

El bacalao, paradigma de la gastronomía cuaresmal (y II)

La introducción del bacalao en nuestra cocina no se produjo en la antigüedad. Ni siquiera en el medioevo. No se le menciona en el Llibre de Sent Soví (1320). Su entrada sería muy posterior. A través de libros de comunidades religiosas, sabemos que pese al predominio del consumo de carne, tanto en adviento como en cuaresma se abstenían de ella por completo, dando entrada al pescado en su recetario. Los dominicos de Lloret de Vistalegre, en el año 1739 prepararon pescado fresco 79 días y salado hasta 98 días, pero el bacalao consta solo veinte veces. El alimento más consumido eran los huevos, de los que hay constancia en 252 días; casi siempre como cena.

Un siglo después, el bacalao se había extendido a lo largo de nuestra isla, especialmente en el interior. En el libro de cocina del religioso agustino Jaume Martí Oliver Modo de cuynar a la mallorquina, el pescado más utilizado entre sus recetas es el bacalao. En nuestra cocina tradicional ningún pescado goza de tanta variedad de propuestas como el bacalao: al horno con verdura, con salsa, con pimientos asados o fritos, a la llauna, rebozado, con garbanzos, en greixera, estofado, con arroz, en albóndigas€ Y es que, especialmente a lo largo de la Cuaresma (y a lo largo de todo el año entre los pueblos alejados de la costa), florecía una cocina rica y variada con el bacalao y los arenques como grandes protagonistas.

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