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Memorias de la cocina

El bacalao, un paradigma en la alimentación cuaresmal (I)

El bacalao, un paradigma en la alimentación cuaresmal (I)

Cuaresma, período penitencial que conllevaba -para los creyentes católicos- una alimentación que restringía drásticamente el consumo de carne, fue durante siglos tiempo propicio para el consumir pescado, huevos y verduras; nuestra cocina tradicional lo atestigua en incontables recetas.

El prestigioso medievalista llorencí Antoni Riera Melis explica como la erradicación de la pobreza generalizada en la Baja Edad Media, recaía en la caridad de los ricos o en la transferencia de recursos entre diferentes capas sociales. El alimento que se facilitaba a un pobre constaba de 715 gramos de pan, medio litro de vino, un plato de potaje con algo de carne, legumbres secas y verdura, aunque en épocas penitenciales la carne se substituía por pescado salado o queso. Queda patente que era conocido el pescado en salazón.

El bacalao no se consumía todavía, sino más bien el pescado azul salado, con frecuencia provinente del sur de España; eran la excepción los pueblos próximos al mar, que podían utilizar pescado y marisco fresco, algo que desconocía la Mallorca interior. Conviene recordar que muchos puertos de mar no llegaron a ser poblaciones o colonias hasta el siglo XIX o incluso el XX.

En los documentos antiguos, se mencionan el atún y el congrio seco y la sardina salada. Entre el pescado fresco, el dentón, la dorada, el pagel, la corvina, el salmonete€ todos ellos mediterráneos.

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