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La casa/ Arquitectura

Belleza industrial

El nuevo edificio de la empresa de aguas Hidrobal, obra de los arquitectos Pep Ripoll y Juan Miquel Tizón establece un diálogo perfecto con su entorno

Se habla de la belleza de lo funcional, sin embargo son pocos los que han puesto el ojo estético en edificios que además de funcionales sirviendo a la creación o gestión industrial lo hacen también a la estética de lo bello, aquella que roza el arte. Edificios escultura, o esculturas que son en realidad edificios. El nuevo edificio de la empresa de gestión de aguas Hidrobal , obra de los reputados arquitectos Pep Ripoll y Juan Miguel Tizón, se sitúa en el polígono industrial de Son Bugadelles en Calviá, en un solar en esquina junto a naves industriales y almacenes. La nueva sede albergará las oficinas y los espacios de atención al público de la compañía y merece ser vista con detenimiento.

Se pretendió desde los inicios del proyecto que el nuevo edificio establezca un diálogo con su entorno pese a que el uso al que se destina tiene poco que ver con los habituales en un polígono industrial. De partida se pensó en un volumen compacto, hermético y con acabados similares a los utilizados en las naves de alrededor de estética claramente industrial. Además, se trataba de dotar al edificio de un carácter público. Para ello se liberó un espacio en la esquina del solar como plaza de acceso al edificio que se solemniza y se humaniza.

Los espacios de atención al público, la sala de reuniones y los despachos de dirección se organizan en relación directa con la plaza de acceso. Se pretende así que las dependencias representativas del edificio gocen de ciertos privilegios en cuanto a disposición, tipo de aberturas y relaciones visuales entre el interior y el exterior. Estas piezas se relacionan expresivamente con el espacio público, construyendo un filtro entre interior y exterior. Esta "membrana" o "fachada gruesa" hacia la plaza contrasta con el resto del perímetro del edificio, que ofrece una imagen sólida y hermética.

A sus creadores les gusta pensar que el edificio tiene algo que ver con un cofre abierto, un contenedor sólido y austero que muestra y ofrece su valioso contenido en cuanto uno traspasa el umbral de sus puertas.

El programa se organizó disponiendo en planta sótano el aparcamiento y zonas de archivo y almacenaje, en planta baja las oficinas técnicas y zona de atención al público y en la planta primera las oficinas de gerencia y dirección.

El edificio se construye de un modo pragmático, con la honestidad constructiva y material que se esperaría en un edificio industrial. En el exterior, unas celosías de hormigón armado de diferentes escalas relacionan las dependencias del edificio con la plaza. La envolvente que no está en contacto directo con el espacio público se resuelve con una superficie continua de chapa ondulada.

Los diferentes espacios interiores se proyectan de forma unitaria. Se utilizó un pavimento continuo de terrazo, falsos techos de virutas de madera y carpinterías de madera lacada combinadas con paramentos de vidrio transparente o translúcido. Se pretende que la representatividad requerida para cada espacio se consiga a través de sus dimensiones y de las relaciones de éstos con el exterior.

El compromiso social del cliente requiere también obtener la clasificación energética A. Ello se ha conseguido controlando la orientación de las diferentes dependencias, utilizando protecciones solares, disponiendo de una envolvente continua de gran capacidad aislante y utilizando sistemas de gran eficacia en las instalaciones.

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