Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Oblicuidad

El retorno de David Letterman

El retorno de David Letterman

El entretenedor David Letterman ha sido despedido con tanto estrépito que su jubilación parece un retorno. Su trabajo durante un cuarto de siglo ha consistido en reírse de sí mismo. Enlataba al público de su Late Show en un teatro de Manhattan convertido en un frigorífico, para mantenerlos bien despiertos. A continuación, descuartizaba el mundo de las celebridades bajo el subterfugio de la autocrítica.

No ha descubierto usted a Letterman a raíz de su despedida. Lleva décadas admirándolo en los canales españoles, a través de sus epígonos. Pepe Navarro fue el primer imitador, aunque Buenafuente logró pinchar con mayor puntería la vena irónica del norteamericano. Xavier Sardà partió del conductor del Late Show, antes de derivar hacia el Magic Circus de Jerôme Savary en las Crónicas marcianas que entonces llamábamos basura, y hoy suenan a la edad dorada de la televisión. En fin, el Gran Wyoming hace un Letterman castizo cuando interpela a la cámara o rebaja los asuntos más peliagudos a su descarnada humanidad.

Wyoming también copia de Letterman la agresividad hacia los poderosos, la estampa de David que le lanza una pedrada a Goliat a sabiendas de que saldrá perdiendo 99 de cada cien. El peligro de las jubilaciones es que esterilizan a sus víctimas. Hoy se expende al cómico norteamericano en un envase plastificado, como el entrevistador de cámara de Tom Cruise o Madonna.

La imagen de Letterman al servicio de Hollywood peca de intrascendente. En realidad nos dejaba boquiabiertos cuando se despojaba del traje y aparecía en una camiseta donde se leía "Michael Jordan, te estoy esperando". El desafío no visaba al baloncestista, sino al jefe supremo de la CBS que le pagaba. A continuación, el presentador se colocaba en disposición pugilística. O se burlaba del material técnico de su cadena, o ridiculizaba la programación que hundía a su empresa en las audiencias. Fue un guerrillero sin piedad, no el osito de peluche que hoy nos venden caducado.

Inigualable cultivador del arte de la parodia, Letterman lideró el último programa televisivo cuya emisión aguardábamos religiosamente a diario, antes de que internet nos permitiera repasarlo en sesión continua. Su impacto solo puede compararse al que ejercieron en España José María García o Jesús Quintero, que también paralizaban nuestras rutinas. Y sin embargo, Letterman iba siempre por detrás del aburrido Jay Leno en espectadores, porque el mundo no sobresale por su sentido del humor.

Compartir el artículo

stats