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Medio ambiente

Cuando el agua llegaba en barco

Recientemente se han cumplido veinte años de dos hitos históricos: el inicio de la Operación barco y la puesta en marcha de la potabilizadora de Son Tugores

Potabilizadora de Son Tugores a la altura del Hospital de Son Espases.

Hubo una época en la que el agua llegaba en barco, en la que no existían plantas desalinizadoras, el agua del grifo era salada, los cortes de suministro habituales y la sequía acechaba. Eran las consecuencias de un vertiginoso crecimiento turístico y poblacional conjugado con unas infraestructuras insuficientes para cubrir la demanda. La Mallorca rural ya sabía que la isla era lugar donde el agua siempre había sido un bien escaso. Así lo atestiguan los miles de ejemplos que existen para almacenar agua sobrante: desde los comunes safreigs, pasando por las fuentes, las canaletas o las cisternas.

Sin embargo y con el paso de los años, la técnica fue avanzando permitiendo obtener agua dulce de lo que anteriormente era agua salada. Mediante la potabilización o la desalinización, el agua se trata para ser apta para el consumo humano. Y es que el agua captada puede ser de origen superficial (ríos, embalses o el mar) o bien de origen subterráneo. Mientras que el agua de la superficie tiene una composición más bien variable debido a los elementos que la rodean, como aglomeraciones urbanas o industrias, el agua subterránea suele ser de mayor calidad al ser más difícilmente contaminable. Una de las formas para separar estos elementos extraños que el agua contiene es mediante la potabilización. Así se eliminan las partículas sólidas en suspensión seguido de un proceso de filtración. Luego y según la calidad y procedencia del agua, se puede realizar un tratamiento más específico para eliminar gustos u olores.

Veinte años

A la altura del Hospital de Son Espases y desconocido por la mayoría, se encuentra la estación de tratamiento de agua salobre de Son Tugores. Ubicada en Camí dels Reis junto a la carretera de Valldemossa, esta semana ha cumplido 20 años de servicio. "A lo largo de todo este tiempo, la planta potabilizadora de Emaya, inaugurada el 20 de abril de 1995 por el entonces alcalde de Palma, Joan Fageda, ha producido un total de 115.130.342 metros cúbicos de agua para consumo humano lo que equivale a 15 veces la capacidad del embalse del Gorg Blau al límite de su coronación", explica Andreu Garau, teniente de alcalde de Medio Ambiente e Infraestructuras del Ayuntamiento de Palma.

En su momento, la planta potabilizadora de Son Tugores representó una inversión de 1.708 millones de las antiguas pesetas (algo más de 10 millones de euros) y fue financiada por el Ayuntamiento de Palma a través de Emaya con una ayuda de 500 millones de pesetas aportada por la entonces conselleria d´Obres Públiques i Ordenació del Territori del Govern.

Construida en un plazo de ejecución de 350 días, las obras se iniciaron en mayo de 1994 y se inauguraron al año siguiente "con la finalidad de solucionar la problemática de la salinidad elevada por la sobreexplotación de los acuíferos de Na Burguesa y Pont d´Inca, dotando a la ciudad de Palma de agua de mejor calidad", añade Garau. La construcción de la potabilizadora supuso la reestructuración del esquema general del suministro con la construcción de nuevos tramos de tuberías de gran diámetro. Así, se ejecutaron la conexión del sondeo de Na Burguesa con las instalaciones de Emaya en Son Anglada, el desdoblamiento de la arteria de distribución en la avenida 16 de Julio y la tubería para el vertido del agua de rechazo al torrente de Sa Riera, entre otras actuaciones. "Todas estas obras se desarrollaron en paralelo con las de la planta de Son Tugores", explican desde el Ayuntamiento.

Esta infraestructura supuso un cambio radical en la estrategia de Emaya así como una apuesta decidida por la calidad y la sostenibilidad. No en vano, el entonces gerente de la compañía, Arturo Cadenas, se refirió a la potabilizadora de Son Tugores como "la obra de mayor envergadura jamás realizada por Emaya".

Proceso de potabilización

Para la potabilización de agua, Son Tugores utiliza el proceso de ósmosis inversa para eliminar el contenido salino de agua de entrada. El sobrante de esta operación, con todo el contenido salobre, es vertido al cauce de Sa Riera a través del desagüe localizado a la altura de la confluencia entre Camí de Jesús y la calle Andreu Torrens, en Palma, contribuyendo a generar el efecto espejo de agua en el tramo urbano de sa Riera hasta su desembocadura junto a las instalaciones del Real Club Náutico de Palma.

Diseñada inicialmente para producir hasta 30.000 metros cúbicos de agua potable al día, tras las ampliaciones posteriores actualmente llega a producir 46.400 metros cúbicos de agua con una salinidad de salida inferior a 0,5 gramos por litro. "En su momento Son Tugores estuvo considerada la planta mayor de Europa en su categoría", explican desde Emaya. Y es que la instalación fue diseñada para tratar aguas con salinidades variables entre dos y diez gramos por litro, aunque debido a la recuperación de los acuíferos, a día de hoy se están tratando aguas de entre uno y tres gramos por litro.

"La instalación está configurada en seis módulos independientes que pueden producir un caudal neto unitario de 7.000 metros cúbicos al día aproximadamente más un bastidor de recuperación que produce otros 4.400 aproximadamente. La planta opera durante les 24 horas, con capacidad para todo el año", afirman desde la empresa pública.

Operación barco

La entrada en funcionamiento de la potabilizadora de Son Tugores se solapó en el tiempo con la puesta en marcha del trasvase de agua potable desde Tarragona a Palma por vía marítima, lo que fue conocido popularmente como la Operación barco. Con el objetivo de paliar la falta de agua en la isla después de una época prolongada de sequía, se decidió que la mejor solución era traer el agua del río Ebro en la bodega de un barco. Entre los ideólogos se encontraban Emaya, el Ayuntamiento de Palma, el Govern de les Illes Balears y el Gobierno central. Con algo más de 60.000.000 de litros de agua, cada tres días el Móstoles, el carguero utilizado en el transporte del agua, llegaba a Mallorca con el líquido procedente del Ebro. Descargaba el agua en el otro buque, el Cabo Prior, que la inyectaba en la red en Porto Pi. Mientras tanto, el Móstoles volvía de nuevo a Tarragona a llenar nuevamente las bodegas.

Las infraestructuras sirven para aprovechar los recursos hídricos

En declaraciones para Diario de Mallorca, Arturo Cadenas, gerente de Emaya durante la Operación barco, aseguró que "no era una solución en sí misma, era una necesidad inmediata. No se podía permitir que llegara a las casas agua con concentraciones salinas tan elevadas". El transporte de agua desde la península que duró dos años y medio empezó con mal pie: la primera carga se tuvo que desechar completamente porque se contaminó por el disolvente utilizado en las paredes de la bodega del barco. El agua sabía a pintura.

El agua de la Operación barco se pagó a un precio exorbitado debido de los gastos derivados de su transporte y compra. Mucho ha llovido desde entonces y el precio del agua de red es muy económico comparado con el kilovatio de electricidad, la bombona de butano o el litro de combustible. "Beber del agua del grifo puede representar un ahorro económico para las familias de hasta 660 euros al año", se asegura desde la exposición itinerante Tan clar com l´aigua: fem menys residus bevent més aigua de l´aixeta. Organizada por los Ayuntamientos de Girona, Sarrià de Ter y Salt, se busca concienciar a la población de la relación directa entre beber el agua del grifo con el ahorro económico y en la generación de envases. Y es que un litro de de agua envasada puede ir de los 0,13 a los 0,45 euros mientras que un litro de agua del grifo solo cuesta 0,00071 euros.

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