Condenado a seis años de prisión por acosar a una cuidadora, tocarle el culo y maltratarla en Palma

El acusado, el cabeza de familia, no podrá aproximarse a la víctima, con un alto grado de vulnerabilidad, durante catorce años

La magistrada destaca que la joven no podía mantener una vida normal, él le había prohibido tener novio y la insultaba porque ella se negaba a tener sexo con él

El hombre condenado por agresión sexual, lesiones y maltrato a la cuidadora, en el jucio en Palma.

El hombre condenado por agresión sexual, lesiones y maltrato a la cuidadora, en el jucio en Palma. / B. P.

B. Palau

B. Palau

Palma

Un hombre ha sido condenado a casi seis años de prisión por acosar sexualmente a una cuidadora, a la que tocaba el culo con frecuencia en la cocina de casa, trataba de besar y maltrataba de forma habitual en el domicilio en el que convivían en Palma entre junio y noviembre de 2022.

Un juzgado de lo penal de la ciudad le ha impuesto cinco años y nueve meses de cárcel por un delito continuado de agresión sexual, tres delitos de lesiones de menor gravedad a persona vulnerable y otro de malos tratos físicos y psíquicos habituales a persona vulnerable.

El acusado, el cabeza de familia que contrató a la joven para que cuidara a su hija con una grave enfermedad degenerativa, no podrá aproximarse durante catorce años a la víctima, de origen colombiano y que había padecido tiempo atrás una situación de violencia machista y de prostitución.

La magistrada destaca en la sentencia que la perjudicada casi no podía mantener una vida normal, él le había prohibido tener novio y la insultaba porque ella le rechazaba y se negaba a mantener relaciones sexuales con él.

El fallo, que aún no es firme y que la defensa recurrirá en apelación ante la Audiencia Provincial, da total credibilidad a la denunciante. Su testimonio viene avalado por corroboraciones periféricas como el parte de lesiones emitido por la médico forense o por las declaraciones de otros testigos.

Le pedían ocho años de cárcel

El sospechoso se enfrentaba a una petición de condena de ocho años de prisión por parte de la fiscalía y del abogado de la acusación particular, Joan Miquel Llabrés.

Según se declara probado en la sentencia, el acusado contactó con la víctima entre mayo y junio de 2022 a través de las redes sociales ofreciéndole trabajo para cuidar a su hija que sufre una enfermedad degenerativa y encargarse de tareas domésticas manifestándole que tendría una habitación en su casa, en Palma, comida y que ganaría unos 500 euros al mes.

A finales de junio de 2022, la joven se trasladó de Barcelona a Mallorca. En un principio, tuvo muy buena relación tanto con el encausado como con el resto de la familia, con su hija y su nieta, cosa que agradeció ya que venía de una situación de malos tratos y por ello se sentía vulnerable. Además, no conocía a nadie en Palma.

Dos meses después, la situación empezó a cambiar y el cabeza de familia, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad y de que tenía pocos recursos económicos y no disponía de otra vivienda en la que residir, comenzó a insinuarse de modo reiterado. Así, le pedía un beso y le decía que no sabía la oportunidad que tenía de tenerle a él cerca, ya que hombres como él no había, y que la ayudaría a traer a sus hijos desde Colombia y a arreglar los papeles. También le prohibió tener novio mientras estaba con él.

Tocamientos en la cocina

En múltiples ocasiones en las que la cuidadora se encontraba en la cocina, él le pedía un caramelo haciendo alusión a un beso, la agarraba con fuerza de las muñecas para impedir que se apartara y le tocaba el culo.

El 20 de octubre de 2022, el hombre, contrariado porque ella no quiso tener sexo con él y se había encerrado en su habitación, golpeó con fuerza la puerta del dormitorio hasta hacerla caer sobre ella, lo que le produjo un traumatismo craneoencefálico con hematoma frontal. La joven acudió al médico, a quien no le dijo lo que realmente le había ocurrido, sino que le relató que se había caído.

Un mes después, el 20 de noviembre de 2022, al oír que hablaba por teléfono con un amigo, le dijo que era “una perra que se acostaba con todo el mundo” menos con él y le dio una bofetada en la cara. Días más tarde, el 26 de noviembre, el encausado, enfadado de nuevo porque ella se negaba a tener sexo con él, rompió el pestillo de la puerta de su habitación, que ella sujetaba por el otro lado para impedir que entrara, y sufrió una herida en la palma de la mano. Por estos hechos precisó asistencia médica y tardó ocho días en curar.

La víctima no quiso indemnización alguna por las lesiones y los daños morales sufridos. Manifestó de modo categórico en el juicio: “No quiero nada de este señor”.

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