Condenado un empresario que pagó a dos menores para poder acariciarlas

El acusado cumplirá diez años por la agresión a las dos víctimas, a las que conocía a través de una amiga con la que iban a clase

La Audiencia ha condenado a este individuo que ejerció el "sugar daddy"

La Audiencia ha condenado a este individuo que ejerció el "sugar daddy"

Un conocido empresario turístico de Menorca tendrá que cumplir diez años de prisión al ser declarado culpable de dos delitos de agresión sexual, sobre dos chicas menores que apenas habían cumplido los trece años de edad. El acusado les entregó dinero a las dos adolescentes, a cambio de que se dejaran tocar por todo el cuerpo, aunque en ningún momento hubo penetración sexual. La sentencia dice que el acusado practicó lo que se conoce como “sugar daddy”. Se trata de una práctica donde un hombre ofrece dinero, o en ocasiones regalos, a otra persona a cambio de compañía o afecto, y donde le demuestra su mayor capacidad económica.

La sentencia condenatoria la ha dictado la Audiencia de Palma. La familia de una de las víctimas ejerció la acusación particular, a través de la letrada Francisca Pol.

Este acusado tenía contacto con una chica, también menor de edad, que había editado anuncios ofreciéndose como mujer de compañía. Esta chica le dijo a una amiga suya del colegio que había conocido a un hombre mucho más mayor que ella (tenía 56 años de edad), que ofrecía dinero para realizar actos de carácter sexual, pero sin la necesidad de llegar a mantener relaciones sexuales completas. 

La menor entró en contacto con el acusado a través de mensajes telefónicos y antes de concretar un encuentro con él, le propuso a una amiga si le acompañaba para conocer a este hombre, ya que estaba dispuesto a pagarlas. 

Las dos adolescentes quedaron citados con el empresario en una estación de servicio. Lo primero que les preguntó es qué edad tenían y ambas dijeron que 18 años, pero su apariencia demostraba que eran menores de edad. Al empresario le bastó la respuesta de las chicas, sin realizar la más mínima comprobación para averiguar que eran menores.

El acusado trasladó a las dos víctimas en su vehículo descapotable. Fueron a su casa y allí fue cuando una de ellas le dijo que le pagase. Le entregó 120 euros. Después fueron a una habitación y el empresario les dijo que se desnudaran, aclarando a las menores que estaban “allí para eso”. Las dos amigas se quedaron en ropa interior y el acusado empezó a acariciar a las dos menores por todo el cuerpo. En un momento determinado las chicas le dijeron que querían irse. El acusado no se opuso y les permitió que se marcharan. 

Fue la madre de una de las chicas la que sospechó de lo ocurrido, al descubrir que su hija tenía en su poder 120 euros. A través de la asistenta social se averiguó que el dinero se lo había entregado un empresario de Menorca a cambio de los tocamientos sexuales. La menor contó que había ido con una amiga suya, y que la persona que le puso en contacto con el adulto había sido una compañera de clase, que se sabía que en ocasiones se dedicaba a la prostitución. La víctima, como consecuencia de estos hechos, ha sufrido un profundo trauma psicológico.

El acusado ha reconocido los hechos, es decir, que realizó tocamientos a las dos chicas a cambio de dinero. Sin embargo, afirmó que lo hizo porque ellas le dijeron que eran mayores de edad y que en ningún momento sospechó que eran menores. El tribunal no le ha creído, por ello le declara culpable del delito cometido.

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