El padre del gestor del hotel okupado en Cala Bona: "¡Yo no soy ningún estafador!"

Miguel Deyà Ripoll niega en el juicio haber engañado a un proveedor para adueñarse de más de medio millón de euros

La Fiscalía y la acusación particular reclaman una condena de seis años de prisión para él por estafa

El acusado, durante el juicio en la Audiencia.

El acusado, durante el juicio en la Audiencia. / M.O.I.

Marcos Ollés

Marcos Ollés

El empresario Miguel Deyà Ripoll, padre del gestor del hotel okupado en Cala Bona (Son Servera), ha negado hoy en el juicio haber estafado más de medio millón de euros a un proveedor. "Es una deuda del negocio, no una estafa. ¡Yo no soy ningún estafador!", ha proclamado el hombre, de 69 años, ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Palma. La Fiscalía y la acusación particular reclaman seis años de prisión para él por una serie de deudas contraídas hace una década. Deyà solo ha reconocido adeudar unos 119.000 euros y ha sostenido que en ningún caso trató de engatusar al denunciante. El juicio ha quedado visto para sentencia.

Las acusaciones sostienen que el hombre se aprovechó de la relación de amistad y confianza que tenía con otro empresario para no pagarle parte de los suministros que facilitaba para sus hoteles. Lo hizo, aseguran, a través de varias sociedades con las que gestionaba sus hoteles, entre ellas Marbel Can Pastilla. Esta empresa ha pasado a manos de su hijo y gestiona el apartahotel Sol y Mar de Cala Bona, que la semana pasada fue okupado por un grupo de personas. El hijo está también acusado de no pagar unos 240.000 euros por la explotación de estas instalaciones.

El perjudicado, que tiene ya 86 años, apenas ha podido aportar información en el juicio, donde ha comparecido como testigo. Con una notable sordera, ha alegado que tiene también problemas de memoria y no recuerda los detalles de su relación comercial con el acusado. Quien sí ha arrojado luz sobre el caso ha sido su yerno, que asumió la dirección de las empresas en 2014. Según ha contado, cuando se hizo cargo del negocio, dedicado al suministro de productos químicos, detectó una serie de impagos por parte de las sociedades de Deyà Ripoll. Eran diversos pagarés que no habían sido atendidos en la fecha prometida. "La deuda era de 300.000 euros. Mi suegro se dejó llevar por la amistad" con el procesado, ha afirmado. La Fiscalía y la acusación particular apuntan también que el perjudicado prestó otros 100.000 euros al encausado que tampoco han sido devueltos.

El acusado, por su parte, ha acabado reconociendo una deuda de cerca de 120.000 euros, pero ha argumentado que se trata de una situación propia "del negocio" y no de una estafa. "¡Yo no soy ningún estafador!", ha proclamado con vehemencia. "Me han ofrecido un acuerdo antes del juicio pero no lo he querido. No quiero salir de aquí como un estafador", ha declarado. Según su versión, sus empresas siempre han abonado las facturas a través de pagarés. Deyà Ripoll ha apuntado que a raíz de la crisis de 2008 tuvo problemas con algunos de sus negocios turísticos, algunos de los cuales acabaron en concurso y liquidados. Sobre la deuda de 300.000 euros, asegura que "fue condonada" por la víctima como compensación por "no cumplir su palabra" de dejarle explotar un hotel a cambio de una gestión que hizo para él, aunque ha reconocido que no hay constancia documental de este supuesto acuerdo. Respecto al préstamo de 100.000 euros, ha dicho no recordarlo. "Me he ofrecido a pagar 119.000 euros, pero como pusieron la querella...", ha añadido. Deyà Ripoll ha atribuido el conflicto a la entrada del yerno del denunciante en el negocio.

Al concluir el juicio, la fiscal ha elevado su petición de condena de cuatro años y medio a seis años de prisión, al considerar que la estafa fue agravada por la relación de confianza que la víctima tenía con él. La acusación particular reclama la misma pena, mientras la defensa solicita la absolución.

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