Domingo Lamela: «Los guardias civiles no quieren venir a las islas por el coste de la vivienda y la carga de trabajo»
Domingo Lamela, secretario general en Baleares de la Asociación Unificada de la Guardia Civil

Guillem Bosch
Desde el pasado mes de abril este guardia civil destinado en Calvià dirige la AUGC en Baleares. Esta asociación, que realiza las funciones de un sindicato, prohibidos por el carácter militar de la Benemérita, aglutina a 26.000 guardias en toda España y unos 600 en las islas, el tercio de la plantilla. Lamela analiza en la entrevista los principales problemas y retos a los que se enfrenta la Guardia Civil en las islas.
-¿Cuáles son los principales problemas laborales de los guardias civiles en Balears?
-El primero es la carestía de la vivienda. Los guardias que vienen de fuera no pueden costearse una vivienda digna y el complemento de insularidad es insuficiente . Es de poco más de 75 euros y lleva veinte años sin actualizarse. Además hay que sumar la carga de trabajo que afrontan los guardias civiles de las islas. Para que se haga una idea, tenemos un 50% menos de plantilla que Aragón, con un 50% más de detenidos y hechos delictivos. El guardia civil que viene a Balears tiene un coste de vida muy elevado y una gran carga de trabajo.
-Una de las reivindicaciones históricas de los guardias civiles es la equiparación salarial con las policías autonómicas. ¿Cómo está este tema?
-Pues sigue igual que estaba desde que este Gobierno tomó posesión. No se ha cumplido el acuerdo de equiparación salarial. Seguimos a la espera de una nueva auditoría para ver las diferencias salariales. Para poner un ejemplo, un guardia civil que trabaja una noche entre semana cobra poco más de cinco euros. Si es en fin de semana son diez euros. Somos una policía low cost para el Gobierno.
-¿Tiene datos aproximados de esa diferencia salarial, por ejemplo, entre un mosso d’esquadra y un guardia civil?
-¿Una media? Entre quinientos y setecientos euros mensuales. Y con un policía nacional podemos estar entre 120 y 180 euros mensuales menos. Las horas extras se nos pagan a doce euros desde hace unos quince años, y es algo que se supone que tendría que haberse revisado cada año con el IPC.
-Antes me hablaba del problema de la vivienda. ¿Qué supone esto?
-Hay compañeros que llegan aquí en pleno verano y tienen que buscar una vivienda, que es imposible. Acaban compartiendo piso cuatro o cinco personas, o viviendo en furgonetas o caravanas, en especial en Ibiza. Hay grandes dificultades para completar las plantillas, lo que implica que la carga de trabajo se incrementa mucho.
-Antiguamente este problema se paliaba con las viviendas de las casas cuarteles. ¿No son suficientes ?
Hace muchos años que la Guardia Civil ha dejado de usar esa solución para ubicar a los guardias. Además aquí también hay diferencias entre los guardias y los oficiales. En la actualidad solo en torno a un diez o un veinte por ciento de guardias de la escala básica tienen pabellón, mientras que entre los oficiales sobre un 85 por ciento tienen vivienda. En función del rango que se tenga en la Guardia Civil tienen más probabilidades de tener vivienda o no.
-Esta situación genera una gran movilidad. Muchos guardias piden el traslado a otros destinos en cuanto pueden.
Así es. Normalmente vienen guardias en su primer destino, que si vienen voluntarios están dos años y si vienen forzosos están uno. Esto supone que viene gente sin experiencia, que hay que formarla, que no conocen la demarcación ni la realidad delictiva del lugar, y en muchos casos, cuando están formados, se van y viene otra gente nueva, y otra vez volver a empezar. Y esto influye en el servicio que se da a los ciudadanos.
-¿Y qué solución se le puede dar a este problema?
-Recientemente nos hemos reunido con el conseller de Vivienda para ver si el Govern balear, que ha propuesto una reducción fiscal para los guardias civiles destinados en Balears, podría otorgarnos un cupo de vivienda de protección oficial o alquileres asequibles. Estamos trabajando para ver si el Gobierno autonómico nos echa una mano ya que el Gobierno central lleva años sin atender este problema.
"No hay ningún incentivo profesional que haga que un guardia quiera establecerse en Mallorca"
-¿Qué otras medidas se podrían tomar a su juicio para tratar de asentar aquí a los agentes, y evitar que se marchen a la primera oportunidad?
-Es básico incrementar el plus de insularidad. Hay una propuesta de subirlo a 225 euros mensuales, lo que supondría un coste de 18 millones, que en los presupuestos nacionales es apenas nada, pero a día de hoy sigue sin concretarse. Creemos que la subida debería ser mayor. Habría que equipararlo al de Ceuta y Melilla, que tienen pluses de 500 euros mensuales. Y otra vía es que Balears sea considerado destino preferente, que si se viene destinado cinco años se tenga prioridad a la hora de seleccionar destino. Esto implica que si una persona está cinco años aquí, igual echa raíces y se asienta. Es una propuesta que ya se trasladó a la Dirección General de la Guardia Civil, pero fue desechada.
-Entonces, ahora mismo, ¿qué incentivos tiene un guardia para quedarse en Mallorca?
-Ninguno. No hay ningún incentivo profesional que haga que la gente quiera establecerse aquí. La mayoría de la gente que se queda es porque la calidad de vida en las islas es muy buena y la gente nos acoge muy bien. Al final valoras eso.
-Estos problemas se agravan especialmente en otras islas, como Ibiza o Formentera.
- Formentera tiene una plantilla de treinta guardias, que tienen una enorme carga de trabajo con las oleadas de migrantes que han recibido este último año, con más de 1.500 personas. No dan abasto. Normalmente hay una única patrulla de servicio y no pueden hacerse cargo de cien migrantes que pueden llegar en un solo día. La solución que se da desde la la Guardia Civil es enviar en helicóptero a agentes de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic). Esta gente siempre está dispuesta para todo, para hacer frente a cualquier emergencia, pero no se les puede utilizar para cubrir la falta de personal de otras islas. Y ocurre lo mismo en Ibiza. No hay personal suficiente y se está enviando forzosamente por semanas a compañeros de Mallorca a cubrir los servicios, que además tienen que costearse por sus medios el alojamiento, unos gastos que tardan semanas en cobrar.
-Porque las plantillas de los cuerpos de seguridad están calculados en función de su población oficial y no tienen en cuenta los millones de turistas, concentrados sobre todo en los meses de verano.
-Sí. La población oficial de Balears es aproximadamente de un millón de habitantes, pero en verano esta cifra se duplica. Para que se haga una idea, Aragón tiene una plantilla de 3.300 guardias civiles para una población de 1.300.000 habitantes. En Balears tenemos una plantilla de 2.200 guardias para el doble de población y donde se registran el doble de delitos.
-¿En qué se traduce esto a la hora de atender los servicios?
-Hay una clara falta de efectivos. Normalmente hay una única patrulla para atender una incidencia, y si esta incidencia es grave y necesita apoyo, tiene que venir de otra demarcación. Y si esta patrulla está ocupada, que es lo normal en verano, pues los compañeros se encuentran solos ante el peligro.
-¿Se encuentran a menudo en esta situación, de tener dos incidencias simultáneas y tener que atender cuál se atiende y cuál no?
-Sí. Muchas veces tienes que valorar la gravedad de la urgencia sin saber realmente lo que pasa, porque hasta que no llegas al sitio no sabes hasta qué punto es grave.
-¿Y se dejan de atender incidencias graves?
-En verano puede darse el caso, como en Formentera, cuando los agentes de servicio se han visto desbordados por la llegada de pateras, no podían atender otras incidencias. Y lo mismo pasa con el Servicio Marítimo, que no puede realizar trabajos de prevención de infracciones, sino que están centrados en detectar pateras.
-¿Esto afecta a los servicios de prevención de delitos ? Quiero decir que van de un servicio urgente a otro, y no tienen tiempo para labores preventivas.
-A día de hoy somos como bomberos. Vamos de un incendio a otro, y no podemos hacer tareas de prevención de delincuencia. Vamos, por ejemplo, a un robo en un domicilio de noche, pero cuando llegamos los ladrones ya se han ido. Y la prevención de estos delitos se hace de día, con vigilancias que te pueden permitir detectar a los delincuentes cuando van a ver en qué casa pueden robar.
-Hábleme de la AUGC. No es estrictamente un sindicato, porque la Guardia Civil no puede tener sindicatos por su carácter militar, pero realiza muchas de sus funciones.
-La AUGC nació en la clandestinidad hace más de treinta años, con la famosa manifestación de los tricornios en Madrid por la defensa de los derechos de los guardias civiles.
-En esos tiempos te podían detener por pertenecer a la asociación.
-Sí, y ser condenado a penas de prisión. Hace unos meses dos guardias civiles que fueron expulsados del cuerpo por pertenecer a la AUGC han conseguido el reingreso después de muchos años.
-Explíqueme cómo ha sido este proceso, desde sus inicios en la clandestinidad hasta la actualidad.
-Defender los derechos laborales de los guardias civiles es algo que estaba mal visto, y en cierta medida sigue estándolo. A lo largo de los años hemos ido avanzando, pero queda mucho por hacer. No es de recibo que un guardia civil haga cincuenta días de trabajo más al año que un policía nacional. Le pongo un ejemplo: los policías tienen unos turnos que son mañana-mañana, tarde-tarde, noche-noche y luego un saliente y cinco libres. A nosotros se nos ofrece este mismo sistema de turnos, pero con tres días libres.
-Son dos cuerpos policiales de ámbito estatal, que realizan generalmente los mismos servicios, pero las condiciones de trabajo no son las mismas.
-Así es. Y es nuestra primordial reivindicación. Ya no hablo de compararnos con otros cuerpos, como autonómicos o locales. La falta de personal no puede ser un motivo para que los guardias no puedan tener un horario como el que tienen los policías nacionales.
-¿El carácter militar de la Guardia Civil ha mermado sus derechos laborales?
-Sí. El no tener la posibilidad de sindicarse merma mucho la capacidad negociadora y la fuerza que ejercen la asociaciones dentro de la Guardia Civil.
-¿Tiene sentido hoy en día que un cuerpo policial tenga este carácter militar?
-No debería ser incompatible que los militares tengan derechos como cualquier otro trabajador. Deberíamos poder expresarnos más libremente y poder acceder a los mismos derechos que el resto de los ciudadanos.
-De todas formas, han cambiado mucho las cosas en los últimos treinta años, desde aquellos días en los que la AUGC era una organización clandestina. ¿Confía en que sigan evolucionando?
-Es difícil de valorar. La verdad, veo más trabas que facilidades en los avances en la Guardia Civil. Hay corrientes que están en contra de los cambios, la mayoría de los generales de la Guardia Civil viven, desde mi punto de vista, un poco anclados en el pasado. Le vuelvo a poner el ejemplo de los turnos. Si se implantara el sistema de la Policía Nacional se ahorraría un montón de trabajo burocrático, porque sería automático, pero los jefes pierden el poder de controlar tu vida. Se puede ejercer como una forma de castigo, poner más turnos de fin de semana a un guardia que no te cae bien.
-¿Estos casos se dan?
-Claro que se dan. Y muchas de las reticencias a implantar este sistema es porque supone quitarles el poder que tiene el mando sobre el guardia. Por eso invitamos a todos los compañeros que sufren esta clase de conductas a que se pongan en contacto con la AUGC y nosotros les asesoraremos. Recientemente hemos tenido un caso en el que un suboficial ha sido sancionado por su mala conducta hacia un subordinado. Y desde la superioridad se nos ha pedido que demos parte de cualquier clase de conducta inadecuada que repercuta en los derechos del guardia civil. En este sentido la Guardia Civil ha evolucionado mucho, pero todavía se dan casos de abuso de poder.
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