Desalojan a los inquilinos de cuatro viviendas de dos edificios de Inca por un derrumbe

El arquiecto municipal ha revisado los inmuebles y ha decretado su precinto tras concluir que eran inhabitable

Edificios precintados de la calle Martí Metge de Inca.

Edificios precintados de la calle Martí Metge de Inca. / Joan Frau

Un derrumbe la tarde del jueves en un piso de Inca derivó en el desalojo de cuatro viviendas y de 11 personas. Como consecuencia del siniestro, cuatro viviendas de los números 76 y 78 de la calle Martí Metge quedaron precintadas. Sus moradores han sido repartidos entre casas de familiares, locales de Cáritas. Mientras que una joven embarazada fue alojada en una habitación del hotel Can Guixa de la capital del Raiguer.

Los hechos ocurrieron sobre las siete de la tarde del jueves. Un derrumbe se produjo en la cocina de una planta alta de un edificio de la calle Martí Metge de Inca. La caída de un escombro abrió un gran agujero y despertó la alarma entre los residentes, donde todos vivían allí de alquiler.

Bombers de Mallorca y efectivos de la Policía Local llegaron el jueves al lugar y decretaron el desalojo, ante el riesgo de nuevos derrumbes. Los inmuebles fueron precintados. El arquitecto municipal los revisó en la mañana de este viernes y ha confirmado el precinto.

Malestar con el IMAS

El Ayuntamiento de Inca, según ha confirmado la regidora Carmen Oses, ha hecho gestiones para realojar a todos los inquilinos. No obstante el Consistorio ha expresado su malestar con el comportamiento del Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS), ya que este dispone de numerosos inmuebles para casos como este y no se había hecho cargo aún de este tema, pese a las numerosas llamadas que les hicieron.

Nada más producirse el siniestro, los vecinos avisaron a los servicios de emergencia y efectivos de Bombers de Mallorca y de la Policía Local de Inca se desplazaron con celeridad. Desde el primer momento, los primeros determinaron que era pertinente el desalojo dado el precario estado de las dos edificaciones, las del 76 y el 78. Como medida de precaución, el inmueble quedó precintado. Los moradores fueron realojados provisionalmente en hostales y en el Casal de la localidad.

Sin embargo, la visita del arquitecto municipal echó por tierra a los residentes cualquier posibilidad de volver a sus respectivas casas. Este concluyó que el peligro era muy elevado y se debía impedir el paso a toda persona a los dos edificios. A partir de este momento, se le colocó el precinto.

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