Los acusados de asesinar a un turista en Playa de Palma alegan que fue él quien se tiró de la furgoneta en marcha en la autopista

Arranca el juicio contra los dos sospechosos de matar al joven alemán Tim V., que murió al ser atropellado en Playa de Palma

La FIscalía solicita 25 años de cárcel para cada uno de los procesados y las defensas solicitan la absolución

Los acusados, durante la primera sesión del juicio.

Los acusados, durante la primera sesión del juicio. / Manu Mielniezuk

Marcos Ollés

Marcos Ollés

Todo ocurrió en tres minutos, los que pasó Tim Voigt en una furgoneta junto a Francisco Jesús J. y José David R. la noche del 8 de octubre de 2022. Lo único que está claro de momento es que el joven turista alemán acabó saliendo despedido del vehículo en plena autopista en la Playa de Palma, quedó tumbado en la calzada y murió al ser atropellado por otro vehículo. Un jurado popular debe despejar ahora las incógnitas, decidiendo si lo arrojaron a la carretera para matarlo, como sostienen la Fiscalía y la familia de la víctima, o fue él mismo quién se tiró en un arrebato provocado por el alcohol cuando le hacían el favor de llevarlo a su hotel, tesis de las defensas. No hay medias tintas en los planteamientos: o la absolución o 25 años de cárcel por cabeza por asesinato.

En la primera sesión del juicio, que ha arrancado este miércoles en la Audiencia Provincial de Palma, las partes fijaron sus posturas. Coinciden en buena parte del relato. Tim Voigt, de 20 años, estaba de vacaciones en Mallorca con un amigo. Aquella noche estuvieron de fiesta por la Playa de Palma y acabaron separándose. Voigt, que estaba muy ebrio, decidió regresar al hotel en el que estaba alojados. Durante el trayecto acabó montado en la Citroën Berlingo en la que circulaban los acusados, en las inmediaciones del balneario 6. La furgoneta se dirigió a la autopista de Llucmajor, en dirección a Palma y junto a la salida de es Pil·larí el turista acabó en la calzada.

La fiscal se mostró convencida en su alegato inicial de que «los acusados lo tiraron, sabiendo que no podía defenderse y que tirarlo suponía su muerte porque es una autopista con mucho tráfico». «Había un fin de matar», sentenció para defender su acusación por asesinato. No apuntó a ningún móvil del crimen, más allá de la «maldad» con la que habrían actuado los procesados. 

La abogada de la acusación particular, en nombre los padres y el hermano de la víctima, secundó estas conclusiones. «Lo arrojaron y le arrebataron cruelmente la vida», dijo sobre los acusados, de quienes destacó que ambos tienen antecedentes. «No estamos aquí porque un alemán borracho cayó de una furgoneta, sino porque lo cogieron por la fuerza y lo metieron en la furgoneta. Jamás sabremos lo que pasó en el interior del vehículo, pero algo pasó. Algún forcejeo debió de haber», consideró la letrada. 

Las defensas, con una estrategia conjunta, argumentaron que las acusaciones no tienen pruebas para sostener su versión. De entrada, desacreditaron al testigo clave, un conductor que circulaba por la autopista cuando ocurrieron los hechos y aseguró haber visto cómo tiraban al turista. «No está seguro de lo que ve y cada vez declara dice una cosa diferente», dijo una de las abogadas defensoras. También cargó contra la Policía Nacional que, un año después, detuvo a los acusados por asesinato. «Ha sido una mala investigación, nefasta», sentenció. Su versión es que los dos acusados hicieron «un favor» a la víctima cuando la vieron deambulando por la Playa de Palma y se ofrecieron a llevarla a su hotel. «Querían ayudar a una persona y se han visto envueltos en una tragedia horrible. Nadie lo raptó y nadie lo tiró. Subió voluntariamente y se asustó», proclamó una de las letradas. En su estrategia, argumentan que Tim Voigt tuvo una extraña reacción cuando iba en la furgoneta, provocada por la gran cantidad de alcohol que había bebido, y decidió tirarse del vehículo en marcha. Un comportamiento que compararon al balconing. No se detuvieron para auxiliarle porque, aseguran, vieron cómo se incorporaba y comprobaron que no venían otros vehículos en ese momento. 

Los dos primeros testigos en declarar en el juicio fueron los agentes de la Guardia Civil que acudieron al lugar del atropello en lo que inicialmente se trató como un accidente de tráfico. Esa misma noche, un testigo aseguro haber visto cómo «una furgoneta circulaba a velocidad reducida por el arcén, se abrió la puerta y arrojaron a una persona». Ese testimonio hizo virar la investigación, que empezó a tratarse como un crimen y fue asumida por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional.

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