El padre del legionario mallorquín muerto en Alicante: «El sargento que mató a mi hijo sabía que el disparo era suyo y todos mintieron para taparlo»

Tres oficiales y un sargento de la Legión serán juzgados la semana que viene por la muerte del joven mallorquín Alejandro Jiménez, tras recibir un disparo durante unas maniobras. Su padre explica las claves del caso

El padre del legionario mallorquín muerto de un disparo durante unas maniobras: "A mi hijo no lo recuperaré, pero es de ley que paguen por ello: solo espero justicia"

M. Mielniezuk

Xavier Peris

Xavier Peris

Juan José Jiménez (Madrid, 54 años) es un veterano piloto de helicópteros de Salvamento Marítimo. Durante veinte años estuvo destinado en Mallorca, y aquí nació su hijo Alejandro, que falleció en 2019 tras recibir un disparo durante unas maniobras en el campo de entrenamiento de Agost (Alicante). Pese a que inicialmente se habló de un desgraciado accidente, la investigación de la Guardia Civil puso de manifiesto numerosas irregularidades y posteriores intentos de ocultarlas. Tres oficiales y un sargento de la Legión serán juzgados por ello a partir de la semana que viene en el Tribunal Militar de Sevilla y el fiscal solicita para ellos penas que suman 19 años de cárcel.

25 de marzo de 2019. ¿Qué recuerda del día en que murió Alejandro?

Yo entraba de servicio de noche en Salvamento Marítimo en Gibraltar. Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando recibí una llamada de un teléfono desconocido. Era el teniente coronel jefe del Tercio de mi hijo indicándome que mi hijo había tenido un accidente y estaba grave. Subí a mi casa corriendo, llamé a mis jefes para avisar de que no podía entrar de guardia esa noche, y cogí el coche en dirección a Alicante. A los cincuenta kilómetros me vuelven a llamar y me dicen que ya ha fallecido. En un principio me dirigía a un hospital y acabé yendo a un tanatorio.

¿Cuáles fueron las primeras explicaciones que le dio el Ejército?

Los recuerdos que tengo son muy irreales. Como si a veces todo fuera muy deprisa y otras muy despacio. Cuando llegué al tanatorio había muchos militares, muchos mandos. Y el teniente coronel Ríos, jefe del Tercio de mi hijo, me da el pésame y me dice que mi hijo ha tenido muy mala suerte porque durante unas maniobras militares una bala ha rebotado y le ha entrado por la axila, donde no le protegía el chaleco, y que había fallecido.

¿Cuándo empezó a pensar que no les estaban diciendo la verdad?

De Alicante se traslada el féretró a su base en Viator, en Almería, donde se celebra el funeral. Y al terminar, cuando nos dirigíamos hacia el tanatorio para su incineración, me dicen que no va a ser posible porque el juez togado militar ha decretado el secreto del sumario y ha paralizado la incineración para realizarle una segunda autopsia. Ahí ya detecto nervios. En ese momento uno no sabe dónde tiene la cabeza, pero ya empecé a sospechar que había algo que no me habían contado. Porque si era un accidente y estaba todo tan claro, ¿por qué un secreto de sumario y una segunda autopsia? No fue hasta cuatro meses después cuando me enteré de los porqués.

«Solo espero justicia», dice Juan José Jiménez. | MANU MIELNIEZUK

«Solo espero justicia», dice Juan José Jiménez. | MANU MIELNIEZUK / xavier peris. palma

¿Y de dónde le vino esta explicación? ¿Quién le informa?

Cuando el juez togado militar levanta el secreto del sumario, en un primer auto ya aparece que han analizado el proyectil que mató a mi hijo y que los peritos de la Guardia Civil pueden confirmar de qué fusil salió ese proyectil. Era del fusil del sargento que mandaba el pelotón de mi hijo.

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¿Es entonces cuando le informan de que no había sido un rebote, sino un disparo directo, y que no le había entrado por la axila sino que le había atravesado el chaleco?

Exacto. Cuando levantan el secreto del sumario me dirijo a la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante a recoger lo efectos personales de mi hijo. Al llegar allí, los agentes del Grupo de Homicidios, que habían hecho la investigación para el juez togado militar, me esperan con una botella de agua y me piden que me siente. Me dicen: le tenemos que contar la verdad, porque le llevan mintiendo desde el minuto cero. Me costó mucho asimilar esa frase. Es cuando la Guardia Civil me dice que no ha sido un rebote, que no le entró por la axila, que llevaba un chaleco caducado, que el proyectil parte del arma de su propio sargento. Es cuando empiezo a enterarme de lo que realmente ocurrió.

La investigación de la Guardia Civil reveló numerosas irregularidades. No solo en la muerte de Alejandro, sino después. Todas las maniobras para ocultar lo que había pasado. Mentiras, alteración del escenario del incidente, coacciones a testigos... ¿Ha llegado a entender por qué hicieron todo esto?

La Legión tiene una disciplina muy marcada, y los legionarios que estaban con mi hijo eran casi todos como él, de reciente incorporación. Llevaban apenas cinco meses. No sé por qué el capitán ordena alterar las posiciones en la reconstrucción, romper el precinto de la Guardia Civil y limpiar el campo de maniobras. Lo único que se me ocurre es que el capitán es consciente de que están en un lío monumental. El sargento, que no tenía que disparar en ese ejercicio, se puso a disparar cuando ya estaba mandado el alto el fuego. E intentan taparlo, transformarlo en un accidente para que allí no pase nada. Que todo el mundo mantenga silencio.

¿Ha llegado a hablar con alguno de los acusados?

Antes de levantarse el secreto del sumario sí, probablemente durante el funeral, aunque los recuerdos de aquellos días son confusos y había mucha gente. Luego ya desaparecieron todos.

¿Cómo recibió la noticia de que el sargento acusado de matar a su hijo esté actualmente destinado en Palma?

Sí, en el Regimiento Palma 47. No fue agradable descubrir que estaba aquí, de donde era mi hijo y donde está su columbario. Pero el sargento va donde le destinan y está en ejercicio mientras una sentencia no diga lo contrario.

¿Qué espera del juicio que comienza la semana que viene?

Justicia. La muerte de mi hijo se podría haber evitado si hubieran hecho bien las cosas. Me mintieron desde el primer momento para tapar, no una imprudencia, sino una temeridad. A mi hijo no lo recuperaré, pero creo que es de ley que paguen por ello. Solo espero justicia.

Juan José Jiménez, padre del legionario mallorquín Alejandro Jiménez, fallecido de un disparo durante unas maniobras. | MANU MIELNIEZIUK

Juan José Jiménez, padre del legionario mallorquín Alejandro Jiménez, fallecido de un disparo durante unas maniobras. / Manu Mielniezuk

La Guardia Civil empezó investigando a dieciséis personas, todos los que estaban en el campo de maniobras, pero la cifra de investigados se fue reduciendo y al final solo hay cuatro acusados. ¿Está de acuerdo?

Sí. La Guardia Civil detectó desde un primer momento circunstancias extrañas, e inicialmente investigó a todo el personal que estaba en ese momento con un arma. Conforme avanza la investigación van cribando y se descartan a todos los que no tenían nada que ver. Una vez que los especialistas de balística de la Guardia Civil confirman al 100% que el proyectil que mató a mi hijo salió del arma del sargento, ¿quién queda? El que pegó el tiro, el que miente, el que consintió que el sargento disparara pese a que no tenía que hacerlo, y el capitán que mandaba, que en lugar de estar allí estaba tomándose un café con un colega. Al final quedan el que usó el arma de una manera indebida y sus responsables.

Los familiares de Alejandro recurrieron para que el caso fuera juzgado por la justicia ordinaria y no por la justicia militar, ya que el Código de Justicia Militar no contempla el delito de homicidio. Su recurso fue desestimado y los procesados están acusados de delitos contra la eficacia del servicio, deslealtad o desobediencia a la autoridad. ¿Cree que es justo?

Le doy mil vueltas a la cabeza sobre esto, pero no he entrado a valorar si es justo o no. La justicia militar tiene aspectos en la que es más dura que la justicia civil, y en otros es más dura la justicia civil. Cuando termine el proceso en la justicia militar valoraremos la sentencia y tomaremos la decisión de si recurrimos ante el Supremo para pedir que se le aplique el Código Penal en lo que no contemple el Código Militar.

Es una puerta que mantiene abierta.

Sí. No creo que este hombre matara intencionadamente a mi hijo. Pero ellos lo plantean como un accidente y yo creo que hay un dolo eventual. El sargento tenía instrucciones de no disparar. Y cuando ya se ha ordenado el alto el fuego, que no tenía que disparar nadie, él sigue. Dispara en abanico sabiendo el peligro que entraña hacer eso con un arma de guerra y con personal a su alrededor. Le dio igual.

¿Por qué cree que lo hizo?

Porque es un inconsciente. Porque creía que podía hacer lo que le diera la gana, porque somos legionarios y aquí no pasa nada. Y su imprudencia, si se le puede llamar así, le costó la vida a mi hijo. Él no tenía que hacer uso de su arma en el ejercicio, y lo hizo. Y el teniente que tenía detrás se lo consintió. Y ya cuando se da el alto el fuego, que por eso estaba mi hijo rodilla en tierra con el arma rendida, él sigue haciendo fuego inventándose un nuevo enemigo y se puso a disparar en abanico, sabiendo que tenía gente alrededor. Y le dio a mi hijo. Por esto le digo que eso no es un accidente. Por eso pido dolo eventual, porque ese señor estaba con los legionarios para instruir y corregir, no para matar. Y si el que está de responsable de que todo el mundo cumpla las normas de seguridad es el primero que se salta las normas, tiene que pagar por ello. Y él se da cuenta de que le ha dado el tiro a mi hijo, porque siendo el que más complicado tenía llegar a donde estaba mi hijo, llegó el primero. Y sabe que le ha pegado el tiro a mi hijo porque esa misma noche su fusil se va al cuartel de Almería en vez de entregárselo a la Guardia Civil. La Guardia Civil tiene que pedir una orden judicial e ir al cuartel de Almería a por las armas que el capitán ha quitado de en medio esa misma noche. Cuando la Guardia Civil fue a por el arma, les tuvieron horas esperando en el control de accesos, que casi tuvo que ir el juez, porque no les dejaban entrar. Cuando haces todo eso es porque eres consciente desde el primer momento de lo que ha pasado allí.

¿Cree que esto puede contribuir a cambiar las cosas para que algo así no se repita?

Si aplican justicia le harán un gran favor al Ejército. Porque nadie se verá por encima del bien y del mal, y tendrán que seguir las normas como Dios manda. Hoy en día sigue existiendo ese corporativismo, ese ocultismo, de que lo que pasa en casa se queda en casa. En los últimos años, la Policía y la Guardia Civil se han liberado de este corporativismo. Un guardia civil corrupto no puede esperar comprensión de sus compañeros. Lo ponen delante del juez y se lo quitan de encima. Porque entienden que es un guardia civil, no la Guardia Civil como institución. Pero el Ejército todavía mantiene esa actitud. El muerto ya está muerto, defendamos lo nuestro. Y no, esto no puede ser así. Ustedes han hecho las cosas muy mal, y ese ocultismo tradicional que se ha mantenido durante muchos años en ciertos cuerpos no les hace ningún bien. Y yo creo que Defensa tiene claro que la transparencia es necesaria para que los ciudadanos confíen en las instituciones. Y, por lo que he hablado con mandos de la Legión, creo que no piensan echarles una mano a ninguno. Tendrán que afrontar lo que han hecho. También creo que ellos confiaban en esa opacidad, y que a lo mejor nos íbamos a perder en un proceso eterno.

También ha sido clave el papel de la Guardia Civil. Que no transigieran con la versión que intentaban dar los acusados.

Probablemente habrán tenido presiones, porque es un caso que afectaba a oficiales durante unas maniobras militares. Pero han hecho un trabajo exquisito, y se han esforzado en dejarlo todo especialmente claro para el juicio. Normalmente en los casos de homicidio las valoraciones que se hacen en los laboratorios de balística son de dos peritos. En este caso son tres peritos de la Guardia Civil los que aseguran que el proyectil que mató a mi hijo salió del arma del sargento. Han sido muy minuciosos, porque es difícil tener que decir que los oficiales que estaban allí mienten.

¿Ha recibido alguna llamada de responsables del Ejército para disculparse por lo que ocurrió, tanto en las maniobras como después?

El entonces general jefe de la Legión, el general Llago, nunca ha perdido el contacto conmigo. Su teniente coronel y su coronel me juran que ellos no sabían lo que me han contado luego. No sé en qué parte de la cadena de mando se inventa lo del tiro rebotado que le alcanza en la axila. Supongo que en el capitán, porque de ahí para arriba todos dicen que no lo sabían. Si el capitán quiere defenderse diciendo que él informó de lo que había ocurrido y fue otro el que urdió las mentiras, tendrá que demostrarlo en el juicio.

Y ustedes, la familia de Alejandro, ¿han recibido algún tipo de presión?

La familia del sargento, a través de un compañero, quería quedar conmigo para pedir clemencia. Yo les dije que cuando quisieran quedábamos delante del columbario de mi hijo. Nunca me volvieron a decir nada. Hace tiempo también me llamó una señorita, que me dijo que no podía decirme en nombre de quién me llamaba, para pedirme si podíamos retirar la acusación particular. Que si era una cuestión de dinero. Yo me mordí los labios para tratar de averiguar de parte de quién me llamaba, pero no lo conseguí, la señora sabía hacer su trabajo.

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