Investigación en marcha

La manada de Castelldefels distorsionaba las agresiones: "Ella no quería hacer de todo, pero eso no es violación"

La jueza y los Mossos buscaron más víctimas del mismo grupo tras la primera denuncia en mayo de 2021 | Los expertos subrayan que hasta hace poco las mujeres habrían optado por callar tras sufrir una agresión múltiple en este contexto

Imagen alusiva a la manada.

Imagen alusiva a la manada.

Guillem Sánchez

Guillem Sánchez

Los mensajes que la manada de Castelldefels intercambiaba en el grupo de Whatsapp 'K-Team' se han convertido en un elemento clave para la jueza Laia Bosch, que instruye la causa contra los cinco hombres acusados de violar en grupo a tres mujeres en la primavera de 2021. Desde enero de 2022 y hasta hace pocas semanas, los Mossos d’Esquadra vaciaron a conciencia los teléfonos móviles de los sospechosos. 

Fue una tarea laboriosa. "Cada vez cuesta más vulnerar los sistemas de seguridad de algunos teléfonos y disponen de más gigas de memoria. Requiere mucho tiempo", aclara una fuente de la Divisió d’Investigació Criminal (DIC) de la policía catalana. El informe, en el que se han recogido miles y miles de comentarios y grabaciones de audio, ha resultado fundamental para la jueza, que en el auto que redactó para enviar a los cinco sospechosos a la cárcel preventivamente destaca algunos de los mensajes y subraya que, globalmente, confirman la versión de las tres mujeres agredidas por el grupo. 

Los encarcelados, cuyas iniciales son A.R.P.C., R.P.P., O.N.M., J.M.M.M. y D.A.C. y residen en Castelldefels (Baix Llobregat), tienen entre 30 y 40 años. Los hechos investigados sucedieron en el piso de uno de ellos. En sus declaraciones, admiten lo que califican de encuentros sexuales consentidos. Pero las denuncias de las mujeres describen violaciones. Y los propios mensajes que intercambiaron en el grupo, según la jueza, les dan la razón a ellas.

"Desde cuándo una tía es para uno"

Algunos de los mensajes reproducidos por la jueza Boix son: "Desde cuándo una tía es para uno" o "La chica va muy borracha, se aproxima un trío". O "recuerdo que al día siguiente dijo el D. (risas) a la chavala esa la hemos destrozado, le hemos dado en el DNI". Pero el que más ha llamado la atención al doctor Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universitat de Barcelona (UB) y experto en la prevención de violencia, es este: "Una violación sería ir por la calle, pillar una tía, atarla y eso. Igual ella dijo que no quería hacer de todo y lo hicimos. Es diferente". 

Esta última frase encaja sin fisuras en lo que los expertos califican de "distorsión cognitiva", que a menudo padecen los "agresores sexuales", remarca Pueyo acerca de cómo describen erróneamente lo que han hecho realmente con la víctima. "El machismo, o la cultura de la violación, permite a los hombres afirmar que ellos han hecho lo que han hecho pero que ellas vinieron [al domicilio de los hechos] porque quisieron". 

Violencia desenterrada

"Aunque ninguna de las tres mujeres haya requerido de hospitalizaciones, son violaciones graves", subraya Pueyo, que repara en que la sociedad ha cambiado "mucho" en la forma de percibir estos casos. "No hace tanto estas mujeres podrían haber regresado a casa creyendo que tenían que aceptar lo sufrido como una 'mala noche'. Ahora, en cambio, se considera un delito", recuerda. 

Esta forma de actuar "coordinada" del grupo, que ha repetido lo ocurrido por lo menos con tres mujeres distintas –y existen vídeos que podrían indicar que hay más víctimas–, ha pasado "históricamente", aclara Pueyo. También antes de las aplicaciones de citas se daban situaciones como la de la mujer que, al salir de la discoteca, se iba con un hombre al domicilio de este pero, al llegar, se encontraba con el resto de sus amigos, ejemplifica. Estos casos formaban parte de la violencia enterrada porque ni la sociedad la perseguía adecuadamente ni las mujeres denunciaban al sentirse "culpables" por el hecho de haber accedido a ir "voluntariamente" al domicilio de los agresores. Pero ahora aflora.

Tras las pistas del whatsapp

En el caso de la 'manada' de Castelldefels, la primera denunciante, en lugar de quedarse callada, acudió a los Mossos teniendo claro que, aunque ella se había citado con uno de los implicados y había acudido al piso de Castelldefels sabiendo que habría alguien más, lo que pasó aquella noche fue una violación. Y, también a diferencia de lo que sucedía en el pasado, la labor de la Unitat de Investigació de la comisaría de Gavà y de la jueza Laia Boix ha sido la de buscar proactivamente si había más víctimas del mismo grupo.

La instrucción no se limitó a la primera denuncia, sino que siguió las pistas que daba el grupo de whastapp y el vaciado de los teléfonos móviles, y así se logró llegar hasta otras dos mujeres que habían sufrido lo mismo pero habían decidido callarse. Las dos, tras ser localizadas, terminaron denunciando. En su auto, la jueza dice que no denunciaron tras los hechos porque su reacción fue la de "intentar bloquear los mismos y no pensar en ellos".

La investigación no está cerrada porque puede haber más mujeres además de las tres denunciantes.

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