La desaparición, búsqueda, hallazgo de los cuerpos, detención del autor, investigación y juicio del triple crimen de Alcàsser despertó el interés de todos los medios de comunicación del país y de buena parte del extranjero. En España, eran los primeros años de las cadenas privadas y de los grandes despliegues en directo. El país vivió la angustia y el sufrimiento de las familias en tiempo real, a todo color y con todo lujo de detalles.

Hay que rebuscar en lo más profundo de la hemeroteca de Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica. hasta llegar a la página 111 del ejemplar del domingo 15 de noviembre de 1992. "La extraña desaparición de tres niñas en Alcácer moviliza a cuatro comarcas", tituló aquel día el periódico. El lunes, las tres menores eran la información principal en su portada.

La desaparición y búsqueda de Míriam, Toñi y Desirée despertó el interés de los medios locales y, en cuestión de días, dio el salto a los medios nacionales. Sin distinción, prensa escrita, radios y televisiones hablaban de estos tres nombres grabados en la memoria colectiva nacional y repetidos infinitamente en negro sobre blanco en las crónicas de sucesos.

El hallazgo de los cuerpos en la partida de La Romana, un inhóspito paraje del término de Tous, sin un alma en doce kilómetros a la redonda, supuso la mayor exhibición de casquería emocional a la que los televidentes españoles han sido sometidos jamás. Aquel día, las televisiones nacionales desplegaron todos sus equipos en la zona del crimen. Todos. También Nieves Herrero, cuyo programa pasó a los anales de la historia televisiva.

Herrero, a las órdenes de sus jefes directos, montó un plató improvisado en un local municipal de Alcàsser, colocó ante los focos y la audiencia millonaria a las familias rotas, a los vecinos desconsolados, a los compañeros de las tres menores hundidos. Todos rompieron a llorar ante las cámaras, también la joven presentadora que años después se refugió en la radio al reconocer que aquel programa fue un error. 'De tú a tú' retransmitió la noche siguiente a la que aparecieron los cuerpos el dolor en directo, a todo color, con todo detalle y sin el más mínimo pudor.

En caliente, con la furia desatada, el desgarro en carne viva y la sed de venganza a flor de piel, más de ocho millones de espectadores permanecieron pegados a las pantallas de sus televisores de forma inevitable. Los programadores sabían qué ingredientes añadir al cóctel para hacer aflorar los instintos más primarios del ser humano.

Sin embargo, aunque Herrero fue la diana de las críticas más voraces, no era la única esa noche allí. La noche del 27 de enero, y otras muchas que le siguieron, Alcàsser fue la capital mediática del país. Los focos se encendieron con la desaparición pero también corrieron ríos de tinta y horas de narraciones en las radios.

Durante ese primer lustro de los años noventa, las televisiones privadas buscaban consolidarse mientras que las televisiones públicas luchaban con las mismas armas por mantener una audiencia que, hasta el momento, no se habían disputado con nadie. Eran, también, los primeros años del 'share', de la contraprogramación, de los frikis, las historias humanas escupidas en la pantalla con total ausencia de humanidad. Los años de "Quién sabe dónde", con Paco Lobatón. Y, por si fuese poco, la primera etapa de las grandes franjas horarias en televisión: matinal, vespertina y nocturna.

A altas horas de la noche, el 'late night' se convirtió en la franja horaria perfecta para la casquería, el morbo de alto voltaje y el humor que remataba un' striptease'. Fue en ese tramo nocturno, en el programa de Pepe Navarro 'Esta noche cruzamos el Mississippi' donde se transgredieron todas las barreras morales del periodismo televisivo bajo el paraguas de un programa de entretenimiento. Realidad y ficción intencionadamente mezcladas para el espectador.

Durante los seis meses anteriores al juicio, que comenzó el 12 de mayo de 1997, Navarro, con el padre de Míriam, Fernando García, y su ‘escudero’, el autodenominado criminólogo Juan Ignacio Blanco, como protagonistas hegemónicos, calentaron motores de cara a la vista oral y sentaron las bases de la teoría de la conspiración que aún hoy campa a sus anchas en cientos de páginas colgadas en internet.

"Sentía una vergüenza enorme por todo lo que decía [Fernando García]; para él, ni la Guardia Civil, ni el fiscal, ni los forenses, ni el juez hacían nada bien. Cuando empezaron a contar en TV todas las atrocidades y enseñaba las fotos... fue insoportable"

Rosa Folch - Madre de Desirée

Una estrategia mediática milimétricamente calculada que elevó los 'shares' a cotas nunca antes alcanzadas en una televisión española. Cerca ya del juicio, en una de esas escasas bajadas de la cuota de pantalla, García y Blanco lograron subirla, por citar solo uno de los ejemplos más execrables, inventando que los autores del triple crimen habían realizado prácticas caníbales con las niñas. Eran los únicos que disponían, junto con jueces, fiscal y letrados, del sumario, así que sabían que no había una sola palabra de verdad en esa afirmación. Pero el 'share' se recuperó.

Con los televidentes alienados e indefectiblemente enganchados al programa, solo un medio decidió defender la verdad frente a tanta aberración, convertida en monográfica a partir de la noche del 27 de enero de 1997. Fue Levante-EMV. En absoluta soledad y con un coste en críticas, insultos y pérdida de ventas en los quioscos, este periódico, convertido en el peculiar David del Goliat que resultó ser la televisión, inició la publicación de una serie de artículos -el primero, titulado "Sin fundamento" y publicado el domingo 2 de febrero- que hicieron revolverse a Navarro en su estiloso sillón de reminiscencias neoyorquinas. El programa incluso fue condenado tras una demanda de este diario. Pero el circo prosiguió. Incluso durante el juicio. Cada mañana, Blanco y García asistían a las sesiones en el Palacio de Justicia valenciano y luego volaban a Madrid para estar en el programa de 'El Mississippi'.

Canal 9 quería su trozo de "pastel"

A más de 300 kilómetros de las instalaciones de las televisiones nacionales, en los estudios de Burjassot de la extinta Canal 9, se decidió que la cadena autonómica tenía derecho a su trozo del ‘pastel’. Y nació 'El Juí d’Alcàsser', donde cada tarde se ‘analizaban’ las sesiones judiciales del triple crimen. El inicio fue una copia del 'reality show' de Navarro, pero el expolicía convertido en periodista Jerónimo Boloix y el periodista de Canal 9 Olegari Gonzalo frenaron la locura local y consiguieron contrarrestar las intervenciones estrafalarias de Navarro y García, que tuvieron que hacer otro hueco más en su apretada agenda de los días del juicio para poder grabar 'El Juí' antes de volar cada día a Madrid.

Por ambos platós desfilaron en los meses previos al juicio, pero también durante su celebración, un rosario de personajes relacionados o no con el caso. Ninguno salió de rositas. García, Blanco y RTVV fueron condenados, en 2010, a indemnizar a quienes habían calumniado durante meses ante las cámaras con 430.000 euros. Telecinco y Navarro se libraron porque un despiste de la Fiscalía provocó la prescripción de las demandas presentadas por cuatro guardias civiles, el fiscal y los forenses.

La salida de Ricart estuvo cerca de recuperar el espíritu de aquellos años de la llamada "telebasura", pero los antecedentes televisivos y la madurez en la mirada de la audiencia lo impidieron. Desde Alcàsser, ha sido difícil asistir a un espectáculo como aquel. O, tal vez, estos años nos han insensibilizado las vísceras y no hemos notado el impacto de la bala.

Nota al lector: 

Esta información fue elaborada por Levante-EMV, del Grupo Prensa Ibérica, en 2019 con motivo del 27 aniversario de la desaparición de Miriam, Toñi y Desirée, las niñas de Alcàsser. Hoy, 13 de noviembre de 2020, recuperamos este especial sobre el triple crimen de las jóvenes.