Dos mujeres eran explotadas sexualmente por una red en un piso del barrio palmesano de Camp Redó. Las víctimas eran obligadas a estas disponibles para sus clientess las 24 horas del día, solo les daban tres horas de descanso y habían sido captadas en su país bajo engaños para forzarlas a prostituirse. La Policía Nacional ha detenido a tres personas, un hombre español de 52 años y dos mujeres colombianas de 26 y 27 años por presuntos delitos relativos a la prostitución y por pertenencia a grupo criminal.

La investigación policial se inició el pasado 24 de agosto. Las dos mujeres lograron escaparse del piso donde estaban recluidas en régimen de acuartelamiento para denunciar la explotación sexual a la que eran sometidas. Agentes del Grupo IV de la Unidad Contra Redes de Inmigración y Falsedad (UCRIF) de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional abrieron una investigación para esclarecer lo ocurrido.

Tras recabar los datos de las víctimas, los investigadores se desplazaron al domicilio del barrio de Corea donde estas mujeres eran forzadas a prostituirse. Una vez constatados los hechos, los agentes detuvieron a los presuntos proxenetas: un hombre y dos mujeres.

Las mujeres habían sido captadas bajo engaños en su país de origen. Sabedores de la precaria situación en la que se encontraban, los ahora detenidos les ofrecieron una atractiva cantidad de dinero para salir de la pobreza y trabajar en Mallorca como camareras de piso o cuidadoras de hogar. Nada más llegar a la isla, las víctimas tomaban conciencia del engaño. En realidad eran forzadas a prostituirse en un piso del barrio de Palma de Camp Redó.

Al instalarse las jóvenes en la capital balear, la organización les retiraba el pasaporte para que no pudieran marcharse. Las obligaban a ejercer la prostitución bajo la permanente coacción de que habían contraído una supuesta deuda con ellos. De no saldarla, los explotadores las amenazaban tanto a ellas como a hacer daño a sus familiares en su propio país.

Las dos mujeres estaban sometidas permanentemente a una estrecha vigilancia tanto en el interior del inmueble como en el poco tiempo que les permitían salir. Los proxenetas les obligaban a atender a todo tipo de clientes las 24 horas, aunque no fueran de su agrado. Solo les permitían descansar tres horas al día. La gran cantidad del dinero que recaudaban se lo quedaban los ahora detenidos y ellas solo se quedaban con una exigua parte. La investigación sigue abierta y no se descartan nuevas detenciones.