Una total falta de visibilidad por una ingente cantidad de sedimentos en el agua hizo que el experto espeleobuceador Miquel Perelló se refugiara la tarde del domingo en la sala del Tub de la cueva de sa Gleda. Perelló era sabedor de que allí había una burbuja de aire que podría resultar providencial para refugiarse en caso de una contingencia de este tipo. A escasos metros de distancia, le acompañaba la leyenda del espeleobuceo mallorquín Xisco Gràcia. Ante la pérdida de visión, Gràcia se agarró al cable que hacía de guía y se mantuvo en una zona segura a una distancia prudencial. Volvió sobre sus pasos hasta un lugar donde el agua estuviera clara. Al ser consciente de los apuros en los que se encontraba su compañero, pero confiando en que este hubiera hallado la bolsa de aire submarina, Grácia, que ya tuvo que ser rescatado en abril de 2017 tras sufrir un percance similar y estar atrapado dos días en una cueva submarina, salió a la superficie a pedir ayuda.

A 1.500 metros de la salida

Sobre las cuatro y media de la tarde del domingo, Xisco Gràcia llamó a la Guardia Civil para pedir ayuda ante el incidente que había sufrido el espeleobuceador Miquel Perelló en la Cova de sa Gleda. Perelló se encontraba a unos 1.500 metros de la salida, en la Sala del Tub, en una red de intrincadas galerías. La profundidad máxima que habían tenido que afrontar no superaba los 12 metros.

Tras la llamada de auxilio, buceadores de Bombers de Mallorca y del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas GEAS) de la Guardia Civil se dirigieron al lugar. Xisco Gràcia explicó a los servicios de rescate de que eran sabedores de la existencia de burbujas de aire en la Cova de sa Gleda y mantenían la esperanza de que Miquel Perelló podría respirar tras refugiarse en una de ellas.

El espeleobuceador Miquel Perelló quedó atrapado en la Sala del Tub de la cueva de sa Gleda

Sobre las cinco de la tarde, el cabo David García, jefe del GEAS activó al equipo técnico de los especialistas de rescate en espeleobuceo, con base en Madrid. Estos se movilizaron para coger un avión con destino a Mallorca. Mientras tanto, el responsable de los buceadores del instituto armado tomó una difícil decisión. Dos experimentados espelobuceadores, perfectos conocedores de la intrincada red de galerías de la Cova de sa Gleda, se ofrecieron para rescatar a Miquel Perelló. El guardia civil les dio un tiempo máximo de dos horas. Si no habían rescatado a Perelló entonces ni habían salido, irían a por ellos.

Los espelobuceadores iban equipados con dos torpedos y cuatro botellas de aire cada uno. El tiempo estimado se mantenía en unas dos horas. La espera se antojó interminable. Transcurrido ese tiempo, veinte minutos más, tres focos lucieron en el exterior sobre las 23.00 horas. Miquel Perelló estaba entre ellos. Todavía tenía aire en sus botellas después de haber respirado en la bolsa de aire submarina de la sala del Tub.

«Había una posibilidad de que el hombre estuviera vivo y siempre hay que intentarlo»

«En este caso había una posibilidad de que este hombre estuviera vivo y siempre hay que intentarlo». Con estas palabras, el cabo David García jefe del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS) en Balears explicó ayer cómo se planificó el rescate del espelobuceador Miquel Perelló.

«Ante una situación así, hay que actuar con calma. Autorizamos una inmersión de dos compañeros de Miquel Perelló para que fueran a comprobar si estaba en una burbuja. Esto cambiaría toda la planificación», recalcó el jefe de buceadores del instituto armado.

Dos experimentados espeleobuceadores conocían la cueva a la perfección. Tenían un equipo adecuado y experiencia suficiente para llegar con garantías a la Sala del Tub, donde se encontraba Perelló. Unas dos horas y veinte minutos después llegaron con él. «Al ver llegar las tres luces, nos dio a todos una gran alegría. Sabíamos que estaba a salvo».