Unas maniobras en el campo de San Gregorio, en Zaragoza, que fueron especialmente accidentadas. Tres cabos resultaron heridos tras ser arrollados por un camión que iba sin freno cuesta abajo. Las víctimas, que estaban en una tienda de campaña no vieron nada; mientras que la conductora del camión frigorífico y su compañero que iba a ayudarla a descargar están imputados por un delito de lesiones.
La investigación que dirige el Juzgado Togado Militar Territorial número 32 parte de una investigación de unos hechos que se remontan al pasado mes de mayo, si bien la imputación de los dos miembros de las Fuerzas Armadas españolas es reciente, tras la investigación interna llevada a cabo.
Ocurrió sobre las 17.10 horas. Según pudo saber este diario, el grupo de Alfas de varias compañías estaba en la zona conocida como la Hoya del Borracho cuando un camión frigorífico llegó para descargar alimentos a la cocina. La conductora, que está siendo investigada, echó el freno de mano y le dijo a un compañero que estaba cerca que le ayudara. Iba armado con su fusil y las trinchas, por lo que esta le pidió que se lo quitara para ir más cómodo durante la descarga. Al parecer, lo lanzó sobre uno de los asientos, colisionando con el freno de mano e iniciándose la marcha pendiente abajo. Recorrió 300 metros.
La mala suerte fue que en el llano había una tienda de campaña en la que había tres cabos que resultaron heridos. Uno con un esguince, otro con una rotura del menisco y otro del maleolo externo. Estos oyeron gritos para que salieran, pero no sabían que era dirigido a ellos.
El informe técnico del accidente que se realizó considera que la causa más probable del siniestro fue "la manipulación accidental de la palanca del freno de estacionamiento". En opinión de los investigadores, los ahora imputados, asistidos por los abogados Carmen Sánchez Herrero y Marías Jesús Casanova, debían de "haberse cerciorado de que la palanca de frenado estuviera correctamente alojada en su opinión de frenado, además de haber hecho uso de medidas de seguridad como unos calzos, además de poner las ruedas giradas para evitar la máxima pendiente". El vehículo estaba en perfecto estado y el motor encendido, según los especialistas de talleres que hicieron una revisión del mismo.
Las víctimas, representadas por el abogado Sergio Escobedo, relataron ante el titular del juzgado togado que estaban dentro de lo que era un hospital de campaña recibiendo una teórica sobre el lanzamiento de granadas cuando, de repente, escucharon unos gritos "y unos golpes muy fuertes que sonaban como bombas". "Salté lo que pude hacia adelante, pero pronto sentí que la estructura de la tienda caía sobre mi espalda", señaló una de las víctimas.
Quien echó su arma sobre el asiento, tocando previamente el freno de mano, afirmó que su compañera le dijo que dejara el fusil para descargarlo y que decidió hacerlo sobre el asiento del conductor, cayendo este en posición horizontal. A los ocho segundos de colocarlo ahí, el camión comenzó a moverse pendiente abajo sin opción alguna de poder detenerlo.
