Fatalidad en Oviedo. Un joven ha resultado herido muy grave tras ser atropellado cuando estaba de "espectador" en una noche -otra más- de carreras ilegales y derrapes en el área industrial. Los hechos tuvieron lugar a las 00.35 horas. Fue entonces cuando, por causas que aún se investigan pero que a todas luces están relacionadas con estas prácticas fuera de la ley, un conductor perdió el control de su Opel Vectra y arrolló a cuatro personas: tres resultaron heridos leves, mientras al otro, de 31 años, le seccionó las dos piernas. El conductor, de 25 años, dio positivo en el test de drogas.
El suceso tuvo lugar en la calle Austria del polígono del Espíritu Santo. Fue allí, junto a una nave de una conocida empresa de congelados, en una zona en la que casi todos los fines de semana se celebran carreras ilegales, donde tuvo lugar el fatal accidente. A las 00.35 horas, un Opel Vectra color gris que iba pilotado por un joven de 25 años drogado, se subió a la acera y acabó estampado contra un muro. Por el camino se llevó a cuatro personas. Dos resultaron heridos muy leves y no requirieron asistencia médica; otro sufrió lesiones leves de las que fue atendido en el hospital; y un cuarto, de 31 años, se llevó la peor parte: el vehículo le seccionó las dos piernas, una por encima de la rodilla y la otra por debajo.
Hasta el lugar del suceso se desplazaron varias dotaciones de la Policía y de los Servicios de Emergencia del Principado. Una UVI Móvil trasladó al herido de mayor gravedad al HUCA.
Por su parte, el conductor fue detenido y se le acusa de tres delitos: conducción temeraria, lesiones graves por imprudencia grave y conducir bajo los efectos de las drogas.
Estas carreras ilegales, en las que también es habitual que los conductores hagan 'drifting', una práctica consistente en derrapar y sobrevirar con los vehículos, son habituales en este polígono. La Policía Local está al tanto y trabaja todos los fines de semana para tratar de atajar este problema, que se remonta a hace meses. Si bien, fuentes policiales consultadas aseguran que tanto los asistentes como los conductores que participan tienen tejida una red de vigilancia que les permite zafarse de los agentes y hace muy difícil que logren cazarlos con las manos en la masa.
