Un gran estruendo sorprendió a los vecinos de la calle Isaac Peral, en la segunda línea de Can Picafort, ayer a la hora de comer. Alarmados, descubrieron que buena parte del techo de la planta baja situada en el número 52 se había venido abajo. El anciano que allí reside tuvo suerte, porque el derrumbe no afectó a la estancia donde se encontraba. Pero los cascotes habían bloqueado la salida y los vecinos y los agentes de la Policía Local de Santa Margalida tuvieron que sacarlo a través de una ventana. Aunque nervioso y aturdido, estaba sano y salvo, explicaron fuentes de los servicios de emergencias.

Los hechos ocurrieron al filo de las dos de la tarde en un inmueble de dos alturas con sendas viviendas. La terraza del primer piso, a su vez techo del bajo, cedió casi por completo. Fue el propio anciano, que vive solo en ese domicilio, quien abrió la ventana de su dormitorio, donde descansaba en ese momento, y pidió auxilio. Con la ayuda de una escalera de mano, los testigos y los agentes le ayudaron a salir.

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Un anciano de 80 años sale ileso del derrumbe de su casa en Can Picafort DM

Al lugar acudieron patrullas de la Policía Local y la Guardia Civil, una ambulancia y dotaciones de los Bombers de Mallorca. Los efectivos sanitarios atendieron al anciano y lo sometieron a una revisión en la ambulancia. Comprobaron que no presentaba lesiones graves y no fue necesaria trasladarlo a ningún centro médico, explicaron las mismas fuentes. Un familiar se hizo cargo de él para buscarle cobijo.

Los bomberos llevaron a cabo una revisión del edificio y comprobaron que había quedado inhabitable por los daños que causó el derrumbe. Los moradores de la primera planta fueron también desalojados y el edificio fue precintado por la Policía Local.

Está previsto que un técnico del Ayuntamiento de Santa Margalida revise hoy el estado del edificio para determinar qué medidas deben tomarse para su rehabilitación.

Los derrumbes de terrazas en la zona de Son Bauló, en Can Picafort, son relativamente habituales. Muchas construcciones tienen casi medio siglo de antigüedad y están deterioradas por su proximidad al mar, pues la humedad ha afectado a los materiales. Hace casi dos años, en noviembre de 2020, otro derrumbe obligó a desalojar ocho viviendas en la calle Residència de este enclave. Tampoco en aquella ocasión hubo que lamentar heridos.